Anciana viaja a África para conocer a su “amor” virtual: Su hijo denuncia fraude
Una francesa de 82 años viajó a Costa de Marfil para vivir con un joven que conoció por internet. Su familia teme por su salud, sus finanzas y su vida

La anciana se encontraba en un momento muy vulnerable y encontró en el joven que la contactó por internet lo que necesitaba. Crédito: Shutterstock
La historia de Marie-José, una mujer francesa de 82 años que dejó todo para irse a vivir con un joven desconocido en Costa de Marfil, es tan desconcertante como preocupante. Lo que comenzó como un romance virtual terminó en una desaparición voluntaria, más de $120,000 dólares perdidos y una familia completamente destruida.
Según Le Parisien, en septiembre de 2024, esta viuda oriunda de Bois-Guillaume, en Normandía, viajó sola a Abiyán para vivir con Christ, un joven marfileño de 28 años que había conocido por internet. Desde entonces, su hijo, Xavier, no ha dejado de buscar ayuda para traerla de vuelta a casa.
De la soledad al “amor” digital
Todo comenzó meses antes, cuando Marie-José atravesaba una profunda tristeza. Viuda por segunda vez, acababa de perder a un amigo muy cercano y tuvo que sacrificar a Gavroche, su perro, su más fiel compañía. Aislada y emocionalmente vulnerable, comenzó a pasar horas conectada a su tablet.
Su hijo Xavier, de 61 años, empresario recientemente jubilado, notó el cambio cuando la visitó en Normandía. “Era otra persona. Estaba ausente, obsesionada con su pantalla”, recuerda. Fue entonces cuando ella le confesó que mantenía una relación online con un joven marfileño al que llamaba “mi nuevo amigo”.
Xavier se alarmó de inmediato. Sospechando que su madre estaba siendo manipulada, trató de convencerla de cortar el contacto. Le explicó que podría tratarse de un estafador sentimental, de los tantos que se aprovechan de personas mayores vulnerables. Pero sus advertencias no fueron escuchadas.
Un viaje sin regreso
Poco tiempo después, Marie-José le presentó a Christ a través de una videollamada. Aunque descubrieron que el joven se hacía pasar por el famoso presentador francés Frédéric Lopez, la anciana ya había caído en sus redes. “Estaba hipnotizada”, asegura Xavier.
En septiembre, sin avisar a nadie, Marie-José dejó Francia y se instaló en Abiyán. Ni su hijo, ni sus nietas, ni sus amigos sabían de sus planes. Cuando Xavier se enteró, fue demasiado tarde.
Desde entonces, Marie-José ha enviado escasos mensajes a su nieta, asegurando que está bien y que el joven la trata con amabilidad. “Estoy feliz. A veces, decir ‘te quiero’ no basta; necesitaba sentirlo”, escribió.
Sin embargo, en otro mensaje describió un episodio alarmante: “Hace mucho calor aquí. Anoche me desplomé y me acostaron. Me desperté en una habitación sin saber dónde estaba. Pensé que me habían secuestrado, pero vi mi maleta y recordé que estaba en su casa”.

Cuentas vacías y $120,000 dólares perdidos
Lo más inquietante no es solo el aislamiento emocional, sino el desfalco financiero. Xavier, al revisar la correspondencia bancaria de su madre en Normandía, descubrió un patrón alarmante: la pensión mensual de Marie-José desaparece en apenas 2 días, y hay transferencias sospechosas a cuentas marfileñas. En total, calcula que ya ha perdido más de $120,000.
“Ella me dice: ‘Hago lo que quiero con mi dinero’. Pero no creo que entienda realmente cuánto está perdiendo”, lamenta.
Desesperado, Xavier acudió a la embajada francesa en Abiyán. Allí, funcionarios intentaron citar a Marie-José y al joven. Aunque lograron algunos encuentros, según un diplomático, la anciana parecía estar “bajo control”.
Xavier presentó 2 denuncias formales ante la fiscalía de Rouen: una por desaparición inquietante y otra por fraude. También envió 5 escritos más. Pero en marzo de 2025, ambas investigaciones fueron cerradas sin ninguna diligencia.
La abogada de la familia, Nadège Fusina, denuncia el abandono judicial: “No hubo ni siquiera una llamada a la embajada. Es indignante. Está en juego la vida de una anciana”.
Algunas fuentes diplomáticas han minimizado el caso, insinuando que se trata de un conflicto por herencias. “Un ajuste de cuentas entre madre e hijo”, dijeron. Pero Xavier lo desmiente con dolor: “Me parte el alma que digan eso. No es el dinero. Es mi madre. Estoy tratando de salvarla”.
Mientras tanto, Marie-José sigue en Abiyán, sin asistir a los cumpleaños familiares, sin enviar una tarjeta en Navidad, ni siquiera una flor para la boda de su nieta. “La perdimos”, dice Xavier. “Planeábamos pasar más tiempo juntos tras mi jubilación. Ojalá no sea tarde”.
El caso de Marie-José no es aislado. Françoise, otra francesa de 72 años, asegura haber perdido más de $42,000 en un esquema similar. En una videollamada, Marie-José le habría dicho: “Aquí me cuidan bien. Deberías venir también”.
Françoise la describe como una mujer “confundida y controlada”, presa de un entorno del que no puede salir.
La pregunta que se hace Xavier es la misma que se hacen muchos en casos similares: ¿qué espera el Estado para intervenir? ¿Por qué no se protege a las personas mayores cuando hay claros signos de abuso y aislamiento?
“Mi madre no está bajo tutela, y eso la deja expuesta. Yo no quiero encerrarla ni controlarla. Solo quiero que vuelva y esté bien”, aseguró su hijo.
Hoy, su esperanza está puesta en lograr que se tomen medidas, que se regule la protección de adultos mayores frente a las estafas digitales, y que nadie más tenga que vivir lo que él y su familia están atravesando.
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