Nuevas guías de la AHA para hipertensión: intervención temprana y prevención integral
La AHA actualiza sus guías de hipertensión y recomienda intervención más temprana con fármacos y cambios en el estilo de vida

Los expertos en salud reiteran que la prevención siempre es fundamental para evitar complicaciones en pacientes con presión arterial alta. Crédito: Shutterstock
La American Heart Association (AHA) y el American College of Cardiology (ACC) han dado a conocer en agosto de 2025 una actualización de sus guías para el manejo de la hipertensión, la enfermedad crónica más común en Estados Unidos y principal causa de muerte en el país y en el mundo.
El documento introduce un cambio de enfoque: recomienda iniciar antes los tratamientos farmacológicos en pacientes con presión arterial elevada, incluso en las fases iniciales de la enfermedad, al mismo tiempo que se mantiene como pilar fundamental la modificación del estilo de vida.
La hipertensión arterial, conocida como el “asesino silencioso”, afecta a 46.7% de los adultos en EE.UU., de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Muchas personas desconocen que la padecen, lo que aumenta el riesgo de infartos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y ahora, según evidencia reciente, también de demencia y deterioro cognitivo.
Criterios que no cambian
Las nuevas guías mantienen los mismos rangos de presión arterial definidos en 2017:
* Normal: menos de 120/80 mm Hg.
* Elevada: entre 120-129 mm Hg y menos de 80 mm Hg.
* Hipertensión etapa 1: entre 130-139 mm Hg o entre 80-89 mm Hg.
* Hipertensión etapa 2: 140 mm Hg o más, o 90 mm Hg o más.
Lo que cambia no es la definición, sino la manera en que se recomienda actuar desde etapas más tempranas.
A diferencia de las guías anteriores, ahora se sugiere que los médicos consideren iniciar tratamiento farmacológico en pacientes con hipertensión etapa 1 o 2 que presenten riesgo elevado de enfermedad cardiovascular. La meta es reducir complicaciones a largo plazo con un enfoque preventivo más agresivo.

La AHA mantiene como eje principal los cambios en el estilo de vida: alimentación balanceada, actividad física regular, evitar el consumo excesivo de alcohol y alcanzar o mantener un peso adecuado. La organización enfatiza que estos hábitos son fundamentales tanto para prevenir como para controlar la hipertensión.
Otro de los avances importantes es la incorporación del calculador de riesgo PREVENT, el primero que integra parámetros de salud cardiovascular, renal y metabólica para estimar el riesgo global de enfermedad cardíaca. Esta herramienta ofrece a médicos y pacientes una visión más completa y personalizada.
Uno de los hallazgos recientes que influyó en la actualización es la relación comprobada entre presión arterial elevada y mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Según la AHA, este vínculo refuerza la urgencia de actuar de forma temprana, ya que los efectos de la hipertensión no se limitan al corazón y los vasos sanguíneos, sino que también impactan en la salud cerebral.
Las guías también recomiendan ampliar el espectro de estudios de laboratorio en la evaluación inicial de los pacientes, incluyendo pruebas que permitan valorar la función renal.
Además, se reconoce el potencial de fármacos más recientes para ciertos pacientes. En particular, se mencionan los medicamentos basados en GLP-1, que han demostrado beneficios en personas con obesidad o sobrepeso, quienes a menudo presentan hipertensión como condición asociada.
Un llamado a la prevención
La actualización de la AHA busca subrayar que la hipertensión es prevenible y controlable. Detectarla a tiempo, actuar con decisión y combinar cambios en el estilo de vida con el uso responsable de medicamentos son pasos clave para disminuir la carga de enfermedad y mortalidad asociada.
El mensaje es claro: la intervención temprana salva vidas. Con casi la mitad de la población adulta estadounidense en riesgo, la implementación de estas guías se vuelve crucial para frenar una epidemia silenciosa que afecta tanto a la salud individual como a los sistemas de salud en general.
En palabras de los especialistas de la AHA, la presión arterial elevada no debe ser vista como un destino inevitable del envejecimiento, sino como una condición tratable y, en muchos casos, prevenible.
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