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Por qué olvidamos los nombres de las personas: lo que revela la psicología sobre la memoria

Olvidar nombres es más común de lo que creemos. La psicología explica por qué ocurre y cómo mejorar la memoria en estos casos

Olvidar nombres

Seguramente te has sentido mal cuando te encuentras con alguien y no recuerdas cómo se llama. Crédito: Shutterstock

Casi todas las personas han experimentado la situación de encontrarse cara a cara con alguien conocido y no recordar su nombre. Este momento incómodo no solo genera confusión, también puede despertar ansiedad y preocupación por la memoria. Sin embargo, los expertos aclaran que se trata de un fenómeno mucho más común de lo que parece y que tiene raíces en la forma en que funciona nuestro cerebro.

Olvidar un nombre no significa necesariamente desinterés ni un deterioro cognitivo. De acuerdo con la psicología, es una consecuencia natural de cómo priorizamos la información y de cómo procesamos lo que aprendemos en las interacciones sociales.

La memoria de los nombres funciona distinto

Cuando conocemos a alguien, nuestro cerebro registra múltiples datos: la apariencia física, el tono de voz, la manera de vestir, incluso el contexto en que ocurrió el encuentro. El nombre también se almacena, pero no de la misma manera que los otros detalles.

El profesor de psicología David Ludden, de Georgia Gwinnett College, explica que “la memoria de los nombres propios funciona de manera distinta a la de otros tipos de información”. Según señala en un artículo publicado en la revista Psychology Today, los nombres no suelen tener una conexión lógica con la persona. Por ejemplo, saber que alguien es arquitecto o que vive en cierto vecindario resulta más fácil de recordar porque podemos asociarlo con imágenes o conceptos familiares. En cambio, un nombre propio no ofrece esa misma base para reforzar la memoria.

La sobrecarga de información en la vida diaria

Otro factor clave es la cantidad de información que procesamos diariamente. Nuestro cerebro está expuesto a datos constantes y debe filtrar qué resulta prioritario. En ese proceso, los nombres de personas con las que no tenemos una relación estrecha pueden quedar relegados a un segundo plano.

Así, resulta común recordar detalles sobre cómo conocimos a alguien, la conversación que mantuvimos o incluso su forma de gesticular, pero olvidar cómo se llamaba. Esta selectividad responde a un mecanismo natural: dedicar más recursos mentales a lo que consideramos relevante en el momento.

Los nombres puede que no resulten relevantes y se priorizen otros rasgos de las personas. (Foto: Shutterstock)

La importancia de la repetición y la asociación

De acuerdo con los estudios citados por Psychology Today, el motivo principal por el que olvidamos nombres es la falta de repetición y asociación. La memoria necesita reforzar la conexión entre el rostro y el nombre a través de repeticiones en distintos contextos.

Si conocemos a alguien y escuchamos su nombre una sola vez, esa huella suele desvanecerse rápidamente. En cambio, si lo repetimos en la conversación, lo asociamos a una característica o lo escuchamos en diferentes ocasiones, las probabilidades de recordarlo aumentan.

En términos sencillos, la memoria de un nombre recién aprendido se asemeja a escribir en arena húmeda: si no reforzamos la huella pronto, desaparece con facilidad.

El papel de la emoción y la atención selectiva

La psicología también destaca el papel de la importancia emocional en la retención de los nombres. Cuando una persona desempeña un rol significativo en nuestra vida, un nuevo colega, un cliente o alguien con quien queremos entablar una relación, la motivación para recordar su nombre es mayor.

Esto se explica a través de la atención selectiva, un proceso por el cual nuestro cerebro asigna más recursos a lo que percibe como valioso. Por eso, rara vez olvidamos el nombre de un compañero de trabajo, pero sí el de alguien que conocimos de manera circunstancial en una reunión o evento social.

Estrategias para recordar nombres con más facilidad

Aunque olvidar nombres es normal, existen técnicas sencillas para mejorar esta habilidad y evitar la incomodidad social que genera:

* Repetir el nombre en la primera conversación. Decirlo varias veces refuerza la conexión en la memoria.

* Relacionarlo con un detalle distintivo. Asociar el nombre con un rasgo físico, un accesorio o su profesión.

* Crear imágenes mentales. Visualizar una escena que vincule el nombre con algo familiar o gracioso.

* Escribirlo o repasarlo mentalmente. Tomar nota o repetirlo después del encuentro ayuda a consolidarlo.

Estas estrategias no solo mejoran la memoria, también transmiten interés genuino hacia la otra persona.

Una dificultad normal que no debería preocupar

Olvidar un nombre no es señal de descuido ni de problemas serios de memoria. Es simplemente un reflejo de cómo el cerebro organiza la información, priorizando lo que considera más útil en cada momento y dejando en segundo plano lo que no logra reforzar con asociaciones claras.

Comprender este fenómeno desde la psicología permite normalizar una situación común, que lejos de ser una falla personal, forma parte de la manera natural en que recordamos. Con un poco de práctica y estrategias adecuadas, cualquiera puede mejorar su habilidad para recordar nombres y evitar esos silencios incómodos que todos conocemos.

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