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László Krasznahorkai, el gran fiasco

El autor húngaro, galardonado con el Premio Nobel de literatura, no escribe para consolar: escribe para examinar la realidad hasta el punto de la locura

László Krasznahorkai recibirá oficialmente el Premio Nobel durante una ceremonia en Estocolmo el próximo 10 de diciembre.

László Krasznahorkai recibirá oficialmente el Premio Nobel durante una ceremonia en Estocolmo el próximo 10 de diciembre. Crédito: Grosby Group

Tuve la oportunidad de entrevistar a László Krasznahorkai durante su visita a México el año pasado. En 2024 había ganado el Premio Formentor, que para mí siempre ha sido el galardón donde puede medirse el pulso de la literatura contemporánea.

Más allá de la popularidad, el Formentor reconoce a escritores y escritoras cuya obra es original, arriesgada y sin concesiones. Autores que no encabezan listas de ventas, sino que escriben sobre mundos radicales, con un estilo tan personal que se convierte en su huella.

Si uno lee un libro de Krasznahorkai, reconoce enseguida un estilo irrepetible y único, que se reitera y se refina a lo largo de su obra hasta alcanzar lo que muy pocos logran: que su voz sea una marca personal.

La música y el caos en su escritura

No es un detalle menor que Krasznahorkai, además de escritor, sea músico experimental de jazz, aunque de forma aficionada. En su prosa se siente ese pulso improvisado y frenético: oraciones larguísimas, subordinadas que se encadenan, muchas comas y pocos puntos.

Como señaló la Academia Sueca, su universo narrativo habita en escenarios casi postapocalípticos, con hombres y mujeres al borde de la locura, en una Hungría desolada que busca una esperanza para sobrevivir a su propia oscuridad, herencia de sus etapas totalitarias.

Tango satánico y Melancolía de la resistencia son quizá sus obras más logradas. Pero también está su faceta oriental, fruto de sus viajes por Asia, donde el orden, la belleza y la búsqueda de la verdad marcan el tono de libros como Al norte la montaña, al sur el lago, al oeste el camino, al este el río y Y Seiobo descendió a la tierra.

“Mis obras son un gran fiasco”

En aquella pequeña conferencia de prensa que dio en México —éramos no más de cinco periodistas—, dijo algo esencial para entender su forma de pensar:

"Considero mi obra un gran fiasco. Obras imperfectas, malas, mal logradas. Más que un escritor, soy un scripter. Las únicas obras que valen la pena en la literatura son La divina comedia y La Ilíada"

László Krasznahorkai Escritor, Premio Nobel de Literatura 2025

Esa desacralización del arte es, paradójicamente, el mejor homenaje que puede hacerse a la literatura. Porque más allá del mundo editorial dominado por el capitalismo, la rapidez y la inmediatez, debe existir un espacio para una escritura íntima, incluso imperfecta.

La ironía del éxito

Estoy seguro de que Krasznahorkai ha recibido el Nobel con humor y distancia. Las grandes editoriales quizá intenten ahora comprar sus derechos, pero en el ámbito hispano la pequeña Editorial Acantilado fue quien apostó desde el principio por este autor difícil de clasificar.

Algunos de los títulos del autor húngaro Laszlo Krasznahorkai publicados en inglés. Foto: Reuters/Toby Melville.

Amigo íntimo de Thomas Pynchon y Béla Tarr, Krasznahorkai por fin se legitima ante un público más amplio —aunque su pequeño nicho de lectores ya lo sabía desde hace tiempo—.

Y así, László Krasznahorkai, el gran fiasco, se confirma como uno de los grandes artistas del siglo reciente.

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