¿Se vale querer estar solos?
De vez en cuando es bueno estar solo para pensar, para poner todo sobre una balanza y especialmente para valorar lo que tienes a tu alrededor
Les confieso que, en lo personal, a mí me encanta estar rodeada de gente. En ocasiones, hasta me baja el ánimo cuando vengo en camino al trabajo por la mañana y veo que la autopista está muy vacía.
Tal vez debería de agradecer y aprovechar que la poca congestión vehicular, pero la verdad es que me agrada estar acompañada. Sin embargo y como todo en la vida, existen excepciones, y hasta a mí que me gusta tanto ese ‘calor humano’, de vez en cuando me siento agobiada y quisiera estar sola, aislada, aunque fuera por unos minutos. Esto me lleva a la siguiente pregunta: ¿Se vale querer estar solo?
La pregunta va mucho más allá cuando estamos casados o en una relación sentimental y no existe ese espacio. Al hablar del tema con una buena amiga, me dijo algo muy obvio: De vez en cuando es bueno estar solo para pensar, para poner todo sobre una balanza y especialmente para valorar lo que tienes a tu alrededor.
Aquí unos puntos validos que recopilé en dicha conversación:
Estar solo es bueno para…
- Recargar tu energía:
Nos enfocamos tanto en los demás, que nos olvidamos de un ser humano que merece mucha atención y cariño: nosotros mismos. Cuando tenemos la oportunidad de estar solos, aunque sea por una tarde o hasta un fin de semana, nos damos ese regalo divino de recargar las pilas y poder enfocarnos en lo que nos gusta comer, bailar, y hacer. No tienes que enfocarte en nadie más, sino en ti, y eso es muy valioso.
- Hacer planes a futuro:
Si estás sentado en casa y te sientes solo, ¿Qué tal si tomas un papel y un lapicero? Nada mejor que estar en silencio para poder cerrar los ojos e imaginarse el futuro. El ejercicio de escribir del uno al diez todas las metas que tenemos y dedicarle unos minutos a darle detalle a cada uno de los puntos, podría dejarte un buen plan de vida. Es más, varios libros de superación personal recomiendan que por lo menos una vez a la semana pongamos por escrito las metas a corto y largo plazo que tenemos.
- Perdonar y olvidar:
El estrés y los compromisos diarios nos llevan en ocasiones a saturarnos y perder la capacidad de análisis. Tenemos una discusión con un buen amigo y en vez de sentarnos a pensar en ambos lados de la historia y hasta a ponernos en los zapatos de la otra persona, cerramos la mente y nos enfocamos en el sentimiento de estar molestos. Al estar solos, nos damos la bonita oportunidad de dejar que el cerebro descanse y que, por ende, podamos ver los obstáculos que podamos tener como pasajeros.