La mitad de nuestro cuerpo no es humano (y cómo eso es fundamental para tu salud)
¿Cuánto de nuestro peso es realmente nuestro? Si alguien es gordo, ¿cuánto del sobrepeso es de sus células y cuánto es de los seres que habitan con él?
El siguiente número te va a sorprender: 39 billones. Esa es la cantidad de bacterias que viven dentro de nuestro organismo.
Quizás no te lo hayas planteado, pero ese microcosmos causa un efecto en nuestro peso. Para algunos puede ser positivo, pero para otros quizás no.
“Los seres humanos tenemos una célula de las bacterias por cada una de las nuestras, pero como ellas son significativamente más pequeñas, pesan menos. En total, los 39 billones calculados en las últimas estimaciones, equivalen a uno o dos kilos a lo sumo”, le dice a la BBC Ed Young, autor del libro Tengo multitudes.
Y dentro de este universo de billones, la variedad de estos microorganismos es inmensa.
“Son ecosistemas muy diferentes. Las que están en la nariz, por ejemplo, son húmedas, como la selva tropical. Aquellas que se encuentran en el antebrazo son secas, como un desierto”, añade Young.
Uno o dos kilos no son mayor cosa, pero el tipo de bacterias que habitan en nuestro cuerpo -y que varían en cada uno de nosotros, al margen de su diversidad- si puede tener un efecto mucho más significativo en nuestro peso.
Y eso es lo importante en lo que respecta a nuestra salud.
Placas de Petri ambulantes: el descubrimiento
Otro dato que también podría sorprenderte es la forma en la que se descubrió que un microcosmos de bacterias vive en nuestro cuerpo.
Todo comenzó en el siglo XVII con un comerciante de telas holandés llamado Antonie van Leeuwenhoek y su extraño hobby: la fabricación de microscopios (de los mejores de la época).
Además de elaborarlos, los utilizaba para realizar experimentos.
Van Leeuwenhoek se sacaba la placa de la boca, la rociaba con agua de lluvia y observaba lo que ocurría.
“Para mi sorpresa, contiene una gran cantidad de animales que se mueven de forma extravagante. Son tantos, que el número supera a los habitantes de un reino“, concluyó el comerciante después de realizar el experimento con varios voluntarios.
Desde entonces, se han descubierto bacterias en casi todo el cuerpo.
Beneficios
También se ha descubierto que tienen múltiples efectos en nuestro organismo.
“Nos protegen de infecciones y enfermedades, entre otras razones porque al ocupar tanto espacio, no dejan mucho para otros organismos perjudiciales para nuestro cuerpo”, explica Young.
Y prosigue: “También ayudan a renovar partes de ciertos órganos y en la reconstitución de nuestros cuerpos y quizás afectan el comportamiento y los pensamientos”.
Se han realizado varios estudios en animales que demuestran cómo las bacterias afectan el humor, la personalidad y la resiliencia al estrés y la ansiedad.
Pero no está claro si algo similar ocurre en los humanos.
Variedad de soluciones
En cuanto al peso, análisis han determinado que el tipo de bacteria que vive en nuestro intestino si puede afectar nuestro peso.
“Realizamos un estudio en mellizos y descubrimos que en el más flaco, siempre están presentes cierto tipo de bacterias que ayudan a controlar el peso cuando consumen alimentos que engordan, como una hamburguesa”, explica el coordinador del proyecto, el profesor Tim Spector, del Hospital Saint Thomas, en Londres.
Esas bacterias no se encuentran en el intestino del mellizo que pesa más.
¿Qué alternativas hay, entonces, si se quiere mejorar la calidad de nuestro microcosmos interior?
“Lo primero es comer la mayor variedad posible de alimentos naturales en lugar de suplementos prebióticos. Por ejemplo, leche y té fermentados”, recomienda Spector.
Pero no es lo único. Hay opciones un poco más radicales en caso de que la persona realmente lo requiera… o esté muy desesperada.
“Con una cirugía bariátrica se puede realizar un trasplante de intestino. En 24 horas la flora intestinal cambia totalmente. También es posible realizar otro tipo de trasplante, pero de heces, con un donante saludable y delgado”, indica Spector.
El especialista comenta que hay varios métodos para lograrlo: un tubo que se inserta en la nariz, otro a través del recto y un tercero que consiste en tomar pastillas de heces.