Editorial: Niños inmigrantes muertos

Haber decidido la política de “tolerancia cero” sin prepararse para las consecuencias es una irresponsabilidad rayana en lo criminal

Los agentes fronterizos mantienen la política de "cero tolerancia".

Los agentes fronterizos mantienen la política de "cero tolerancia". Crédito: John Moore/Getty Images

Al detener los menores de edad y mantenerlos en su custodia, la administración Trump asumió la responsabilidad por el bienestar de ellos. El reciente fallecimiento de dos niños cuando estaban en manos de la Patrulla Fronteriza es una tragedia que debe pesar en la conciencia de las autoridades federales.

Felipe Gomez de 8 años de edad y antes Jakelin Caal de 7, murieron con síntomas parecidos: vómitos y fiebre alta. El motivo de Jakelin fue supuestamente una infección, el de Felipe está por determinarse.

Ahora se ordenó que inspeccionar la salud de los 25,000 niños -la cifra oficial- que están bajo custodia. El comisionado de la Patrulla Fronteriza y Aduanas, Kevin McAleena, dijo que no se podía manejar el arribo de miles de menores porque la mayoría de los establecimientos fueron construidos hace décadas para hombres que llegan solos.

El funcionario dijo que esperaban ayuda del Congreso. “Necesitamos un presupuesto para la atención médica y mental de los niños en nuestras instalaciones,” indicó.

La secretaria del Departamento de Seguridad Interna, Kirstjen Nielsen, culpó a los padres de traer a sus hijos cuando falleció Jakeline. Nadie duda que la travesía de Guatemala a Estados Unidos, es dura y llena de peligros. Pero la niña murió en manos estadounidenses, durante un proceso establecido para detener a menores de edad.

Lo mismo Felipe, que junto a su padre, estaba desde hace una semana en manos de la Patrulla Fronteriza, en contravención a la norma que establece un máximo de tres días. El niño comenzó a enfermarse en uno de los varios traslados entre instalaciones de la Patrulla. Moviéndolos de un lado al otro es una manera de tenerlos más tiempo del debido.

La tragedia de los niños y la reacción de las autoridades vuelve a mostrar la cruel improvisación con que se maneja una situación que ya es inhumana por sí sola, como la detención de miles de familias y menores de edad.

Haber decidido la política de “tolerancia cero” sin prepararse para las consecuencias es una irresponsabilidad rayana en lo criminal.

La separación de familias, el no seguimiento de los menores, los alojamientos en gigantescas jaulas, deportaciones de los padres y ahora muerte de los niños son otras tantas páginas negras en la historia de Estados Unidos.

Se necesita una investigación exhaustiva del fallecimiento de Jakelin y Felipe para evitar que se repitan estos casos. La preocupación tiene que ser hallar fondos para la atención de estos menores.

Es probable que se critique destinar fondos a la salud de menores indocumentados en vez de niños y jóvenes estadounidenses que pueden carecer de atención. Pero es la administración Trump la que decidió hacerse cargo de esta responsabilidad.

La inmigración es un cuestión humana, no un proyecto de ingeniería. El esfuerzo tiene que ser para los menores detenidos hoy, en vez de los muros de mañana.

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