Provocador, Sacha Baron Cohen vuelve con ‘El Dictador’
“Por suerte todavía hay quienes apoyan a los dictadores", dijo el actor durante una conferencia de prensa en torno a la película.
Nueva York – Misógino, torturador, antisemita, genocida y hasta pedófilo son algunos de los adjetivos que definen al General Aladeen, el tirano norteafricano al que encarna Sacha Baron Cohen en “El Dictador” y con el que lleva un paso más allá su provocación después de “Borat” y “Bruno”.
“Por suerte todavía hay quienes apoyan a los dictadores; en nombre de mi buen amigo y colega, el presidente Bachar al Asad, quiero agradecer a la ONU su valiente inacción en Siria”, ha dicho hoy en una conferencia de prensa en Nueva York un Baron Cohen atrapado todavía en el personaje que interpreta en esta comedia, que se estrena hoy en Estados Unidos, Reino Unido y otros once países.
Con una densa barba negra, gafas oscuras y un uniforme cubierto por un sinfín de condecoraciones, el actor y cómico británico da vida en “El Dictador” al déspota de la nación ficticia de Wadiya, una figura que bebe de dirigentes como el egipcio Hosni Mubarak, el iraní Mahmud Ahmadineyad o el libanés Muamar el Gadafi.
“Ha sido un año difícil, hemos perdido a mucha gente buena y yo he perdido a muchos buenos amigos. Gadafi, te echo de menos”, ha declarado el último “alter ego” de Baron Cohen, quien acudió al hotel Waldorf Astoria acompañado por un séquito de mujeres con unifores militares y un grupo de seguidores empuñando pancartas con lemas como “No a la democracia”.
El general Aladeen hizo gala de su antisemitismo -“adoro a Galiano, el tipo odia a los judíos”- y de su misoginia -“me encanta cuando las mujeres van a la escuela, es como ver un mono en patines”-, incluyó al exvicepresidente republicano Dick Cheney en su lista de respetados tiranos y felicitó a un reportero ruso “por el nuevo mandato de vuestro dictador”.
Su ofensiva personalidad es la clave de esta sátira dirigida por Larry Charles, quien ya acompañó al cómico británico en sus otras dos grandes aventuras cinematográficas, “Borat” (2006) y “Bruno” (2009), en las que encarnó a un periodista kazajo y a un modista austríaco homosexual que sembraron la polémica allá donde fueron.
En “El Dictador”, que muy probablemente también levantará asperezas, el general Aladeen viaja a Nueva York para ofrecer un discurso ante Naciones Unidas, pero antes de poder hacerlo es secuestrado por el jefe corrupto de su policía secreta, que planea convertir el país en una democracia.
El tirano logra escapar de su captor, quien le afeita su distintiva barba, y es acogido por equivocación por una activista de derechos humanos propietaria de una tienda de comida orgánica llamada Zoey, que interpreta Anna Faris (“Brokeback Mountain”).
Precisamente el establecimiento de Zoey -quien es objetivo de múltiples burlas misóginas del tirano- provee al hotel en el que se hospeda el jefe de la policía secreta del general Aladeen, por lo que éste intenta conseguir quedarse como empleado para lograr recuperar los mandos de su país.
El oscarizado Ben Kingsley (“La lista de Schindler”) interpreta al jefe de la policía secreta, quien consigue a un doble del dictador en las montañas de Wadiya, interpretado también por Baron Cohen, y a quien manipulará para tratar de conseguir su objetivo- enriquecerse con la venta de los recursos naturales del país a las grandes multinacionales estadounidenses.
“Cuando ves las fotografías de los dictadores siempre tienen detrás a un tipo con gafas que lleva sus acuerdos corruptos. Yo me acerco a este personaje como ese hombre que está detrás, no como una comedia”, ha explicado Kingsley.
La cinta, escrita por el propio Baron Cohen junto a Alec Berg, Jeff Schaffer y David Mandel, quienes también producen la película, es a juicio de Kingsley una “sátira política perfecta” y asegura que fue concebida por sus creadores dos años antes de que estallara la llamada “primavera árabe” en el Norte de África.