Romney dará la gran batalla

Las primarias de Texas le permiten ser el representante oficial republicano

Mitt Romney, el ahora abanderado oficial del Partido Republicano, (i), saluda a Donald Trump.

Mitt Romney, el ahora abanderado oficial del Partido Republicano, (i), saluda a Donald Trump. Crédito: AP

Gracias a las votaciones primarias en Texas, Mitt Romney obtuvo ayer los delegados necesarios para ganar la nominación republicana a la presidencia, un premio político por el que lleva trabajando meses -o años- desde que lo intentara sin éxito en 2008.

Ahora viene un reto aún mayor: ganar la presidencia de manos del titular, Barack Obama, que tiene la ventaja de ser el actual ocupante de la Casa Blanca aparte de contar con una prodigiosa máquina de recabar fondos que le ayudará en su cometido.

Con los delegados de Texas -estado donde se desarrollaron las primarias ayer martes-, Romney superó la cantidad de mil 144 delegados requerida para obtener la candidatura. Atrás quedaron los otros precandidatos y la lucha interna, así como las dudas de que Romney -un candidato presuntamente inaceptable para la base del Tea Party- pudiera ser el abanderado del partido.

Pero hay otras cosas aún pendientes: algunas posturas tomadas durante la primaria republicana tendrán que modificarse para apelar a los moderados, independientes y latinos, tres grupos clave para ganar la Casa Blanca este mes de noviembre.

Tarea número uno: unificar al Partido Republicano para que su apoyo y organización estén sólidos a favor del candidato.

“Aún hoy, en su mejor momento, su promedio en primarias es entre 65 y 70%. Los ultra conservadores aún no tienen claro que quieren a Romney”, dijo David Johnson, consultor republicano. “Lo que lo hizo ganar la carrera en la primaria fueron los recursos. Ningún otro candidato tenía los recursos para ganarle”.

Aún así, la lucha no fue fácil. Varios otros precandidatos lograron superar a Romney -por momentos- durante el proceso y algunos, como Newt Gingrich y Rick Santorum, lograron ganar algunos estados. Pero no fue suficiente para arrebatarle la nominación, para la que siempre fue el favorito, el candidato del establishment republicano.

Ahora tiene que venir una campaña que sirva para entusiasmar a los republicanos y también atraer a moderados, indicó Charles Dunn, catedrático de la Universidad Regent.

“La selección de su compañero de fórmula será crucial”, dijo Dunn en una entrevista telefónica. “Tiene que haber un balance ideológico en la persona que escoja. Él es un moderado, así que debe buscar a alguien que atraiga a los conservadores del partido, que le ayude a ganar un estado o región clave, y con el que Romney se sienta confortable”.

Entre los posibles aspirantes a vicepresidente que más se mencionan están el senador de Florida Marco Rubio, miembro del Tea Party pero que está tratando de liderar un giro de los republicanos en inmigración; y Rob Portman, senador de Ohio -otro estado clave para ganar la presidencia-.

“Ningún republicano ha ganado la presidencia sin ganar Ohio”, dijo Johnson.

No está claro hasta qué punto la campaña de Romney considera el tema latino como un reto a superar, o si la alternativa para el triunfo no considera la necesidad de avanzar en el voto latino, lo que los expertos llaman “un riesgo temerario”.

“Si siguen como van, los republicanos perderán el voto latino por una generación”, dijo Johnson. “Hay que repudiar a los duros, hay que dejar este línea radical sobre inmigración, Romney debe buscar la alternativa que de soluciones sobre el tema y no sólo lo mismo que hasta ahora”.

Tanto Romney como Obama se han comprometido a dar un discurso de orden en la próxima reunión de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos (NALEO) a celebrarse en la tercera semana de junio. Pero la mayoría de los expertos siguen insistiendo en que, para poder ganar la presidencia, Romney debe lograr el consabido 35 a 40% del voto latino.

Según Dunn, Romney puede ignorar el voto latino de Nueva York o California porque esos son estados que votarán demócrata de todas maneras, pero debe concentrarse en Colorado, Nevada y Nuevo México y lograr atraer a una “significativa minoría” de esos latinos.

“Definitivamente moderar su postura en inmigración es lo primero”, dijo Dunn. “Ahora, si el voto latino no parece tan crítico para Romney por su fuerza en otros estados del oeste central y del sur, quizá esto no preocupe tanto”.

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