Políticos ignoran al boricua que aspira a presidencia de EE.UU.
Reaccionan a la candidatura presidencial de Luis Ramos, un puertorriqueño poco conocido residente de Queens
Nueva York – ¿A la Casa Blanca? Al menos en el 2013 no será.
Luis Ramos, el boricua residente en Queens que reveló en días recientes que aspira a la presidencia de los Estados Unidos -retando al incumbente Barack Obama y al otro aspirante Mitt Romney- es un desconocido para otros políticos puertorriqueños, tanto en la isla como aquí en Nueva York.
El congresista Charles Rangel contó a El Diario/La Prensa que nunca ha escuchado de Ramos aunque le pareció muy bien que haya hispanos con grandes ambiciones, tan altas como llegar a la Presidencia. “Es una de las grandes cosas de vivir en América, que cualquiera puede tener la aspiración de llegar a ser Presidente. Pero la verdad es que tengo que buscar más información sobre él”, dijo Rangel.
Advirtió que se debe evaluar cuál es el soporte y las ideas detrás de Ramos, a la vez que consideró que el solo hecho de ser puertorriqueño no le dará el apoyo para llegar al máximo cargo.
Por su parte el senador puertorriqueño y Secretario del Partido Demócrata en Puerto Rico, Juan Eugenio Hernández Mayoral, dijo que Ramos no representa una amenaza para las intenciones de reelección de Obama. “No es una amenaza. Eso, jamás. Pero cada voto en una elección cuenta. El está hablando de 10,000 votos en Nueva York, y el problema es que, aunque son pocos, esos votos debería ir al presidente Obama”, expresó.
Para Hernández Mayoral, Ramos sólo está buscando dar a conocer su nombre allá afuera, con el fin de que la gente lo reconozca en el futuro. “El no tiene la más mínima posibilidad (…de ganar). El está tirando su nombre, como lo hizo en la contienda de las primarias de los republicanos Ron Paul, que sabía que no iba a ninguna parte, pero seguía y seguía a pesar de que que nunca podría llegar a obtener la nominación”.
Hernández Mayoral cree que Ramos puede estar tratando esto ahora para, una vez llegue a ser conocido Nueva York, lanzarse a un cargo menos ambicioso, como concejal o senador estatal.