Los países de América Latina que no mencionan la palabra “raza” en su Constitución
En la mitad de los países de América Latina el término raza no figura en sus textos fundamentales. ¿Por qué?
En Alemania se está debatiendo la posible eliminación de la palabra “raza” de la Constitución.
Pero los alemanes no son -ni han sido- los únicos que han consideran cambios en ese sentido.
La posibilidad también lleva años debatiéndose en Francia, donde en 2018 la Asamblea Nacional votó unánimemente a favor de la supresión del término, aunque la moción no llegó a ser ratificada por el Senado.
La palabra, sin embargo, sí fue eliminada de casi toda la Constitución sueca durante las reformas al texto de 2011.
Y, antes de eso, Austria y Finlandia también habían empezado a trabajar para tratar de suprimir o evitar el uso del término en sus respectivos marcos legales.
“El argumento, como ocurre en estos momentos en Alemania, era que para luchar contra el racismo hay que eliminar la palabra ‘raza’“, explica Idris Fassassi, un profesor de derecho público de la Universidad de Picardía que ha analizado el caso francés.
“La lógica es que utilizar el término ‘raza’, incluso para luchar contra las ‘discriminaciones raciales’, legitimaría la noción, el concepto mismo de ‘raza'”, le dice a BBC Mundo.
Y la coordinadora para temas de raza de la Red Europea de Expertos Legales en Equidad de Género y No Discriminación, Lilla Farkas, también ve una motivación antirracista en la tendencia.
“Hay gente que sinceramente cree que eliminar la palabra puede ayudar a eliminar el racismo. No creo que haya intenciones maliciosas”, le dice a BBC Mundo.
“Creo que (a muchos legisladores) les gustaría llegar donde ya estuvo Estados Unidos, tratar de ser ‘ciegos a los colores'”, agrega, referenciando una célebre descripción de la Constitución estadounidense.
Ausencia latinoamericana
Efectivamente, en toda la Constitución de EE.UU. -que en 1896 fue descrita por un juez de la Corte Suprema como color blind, es decir “ciega a los colores” o “daltónica”- la palabra raza solamente aparece una vez.
Y lo hace en el texto de la XV enmienda, que solo fue ratificada 81 años después de la entrada en vigor del texto constitucional original.
Pero además, la ausencia de la palabra raza es mucho más común en tierras americanas que europeas: incluso hoy en día la misma no figura en la mitad de las constituciones de América Latina.
En algunas, como las de Argentina y Chile, nunca lo ha hecho.
Pero en otras, como la de Bolivia y Ecuador, el término ha sido suprimido durante reformas constitucionales recientes.
Y la lista de países latinoamericanos que no mencionan la palabra raza en sus cartas magnas la completan Costa Rica, Guatemala, Haití, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.
La Constitución mexicana, por su parte, no incluye a la “raza” en su artículo 1, en el que prohíbe “toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.
Pero como sucede con Suecia -que mantuvo el término en un artículo en el que enumera los límites a la libertad de expresión- y Austria -que lo conserva en el artículo que detalla las distinciones que no deben impedir el acceso a la educación pública- el concepto no ha desaparecido completamente del texto constitucional mexicano.
Su artículo 3 establece que la educación debe tener lugar “evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos”.
“Naciones mestizas”
El resto de las naciones latinoamericanas -Brasil, Colombia, Cuba, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú y Venezuela- sí prohíben expresamente en sus constituciones la discriminación por motivos de raza.
Y, en muchos casos, esas cláusulas fueron introducidas precisamente como un esfuerzo consciente para luchar contra el racismo, precisamente lo que ahora otros quieren lograr eliminando la palabra.
Originalmente, sin embargo, su omisión en la gran mayoría de los textos constitucionales reflejaba la idea de América Latina como un “crisol de razas” que caracterizó, al menos en el plano discursivo, a la mayoría de proyectos nacionales luego de la independencia de España.
La Constitución de la Nación Argentina aprobada por la Asamblea Constituyente de 1853, por ejemplo, prometía “unión y libertad” a “todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”
Mientras que la idea de México como una “nación mestiza”, hija del cruce de razas, sigue estando claramente enunciada en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en la capital mexicana.
“No fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”, se lee en la placa que conmemora la batalla de 1521 entre Cuauhtémoc y Hernán Cortés.
Y el escudo y lema de la influyente Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), creados por José de Vasconcelos, también remiten a su idea de una única “raza cósmica” latinoamericana, hija de la mezcla de todas las razas.
“Por mi raza hablará el espíritu”, promete la UNAM junto a un escudo en el que un águila mexicana y un cóndor andino protegen un mapa de América Latina, el territorio donde siglos atrás Fray Bartolomé de las Casas ya también había insistido en la idea de una única “raza humana”.
Un argumento -el de la inexistencia de “razas”- que también está detrás de la propuesta hecha en Alemania por el Partido Verde.
“No hay razas, hay personas”, explicaron en un artículo explicando las razones de su moción Robert Habeck, uno de los líderes de la formación, y la vicepresidenta del partido en el Estado de Schleswig-Holstein, Aminata Touré.
Mientras que numerosos comentaristas han recordado la historia particularmente negativa del término raza en Alemania y su centralidad para el proyecto nazi.
Las alternativas
Como alternativa, los verdes alemanes proponen remplazar la palabra por “atribuciones racistas” u “origen étnico”.
Mientras que en Francia, en varias leyes y decretos aprobados en 2016 y 2017 “se incluyó el término ‘supuesta’ antes de la palabra ‘raza’ para indicar el rechazo de la validez científica de ‘raza’“, le cuenta a BBC Mundo el profesor Fassassi.
Por lo demás, como recuerda Farkas, hay muchas formas de confrontar el problema del racismo sin mencionar explícitamente la palabra “raza”, por ejemplo haciendo referencia a elementos como lengua, etnicidad, origen, e incluso nacionalidad.
“Además, todos los países europeos -a diferencia de EE.UU.-, han firmado y ratificado la Convención Internacional para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, y hay una pieza de legislación europea que es la Directiva de Igualdad Racial que prohíbe la discriminación basada en orígenes étnicos o raciales”, destaca la abogada.
“Es decir que la palabra misma no puede ser completamente eliminada de los marcos legales europeos, así que yo no me preocuparía mucho”, le dice a BBC Mundo.
Y algo parecido ocurre con los países latinoamericanos que no utilizan la palabra raza en su Constitución: todos tienen cláusulas que prohíben la discriminación y/o ofrecen garantías generales de igualdad.
Además, todos los países latinoamericanos también han suscrito la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.
Y, hasta el momento, 11 también han hecho lo propio con la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia.
Lo que no significa, sin embargo, que el continente no tenga otros grandes pendientes en la lucha contra el racismo.
Más allá del discurso
Efectivamente, a lo largo y ancho de la región las comunidades indígenas y afrodescendientes se ubican sistemáticamente en lo más bajo de las tablas de pobreza y acceso a servicios básicos.
Y más allá de lo que dicen los marcos legales, y de si estos utilizan la palabra “raza” o no, el racismo es una realidad cotidiana de América Latina.
Por lo demás, el debate sobre el uso del término está lejos de ser superado.
Como recuerda Fassassi, “hay quienes consideran que suprimir el término “raza” o el adjetivo “racial” podría perjudicar la lucha contra el racismo“.
Y aunque el profesor de la Universidad Jules Verne dice comprender el sentido simbólico detrás de las propuestas para su eliminación, también destaca que los reformistas parecen mezclar y confundir el término “raza” con el concepto científico de “raza”, lo que en su opinión “puede ser cuestionado”.
“Puede ser que efectivamente sea preferible suprimir el término ‘raza’ y simplemente prohibir la discriminación en función de los ‘orígenes’ u ‘orígenes étnicos´, en lugar de prohibir la ‘discriminación racial'”, le dice a BBC Mundo.
“Pero no hay que perder de vista que suprimir la palabra no basta para suprimir el problema“, concluye.
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