Hábitos dulces que están acortando tu vida, según la ciencia

La manera en que nos relacionamos con la comida importa y mucho. Descubre cuáles son los peores hábitos asociados al consumo de postres

Helado

Crédito: Pixabay

¿Quién no ama los postres? De manera natural el ser humano tiene un gusto especial por los alimentos dulces, desde que nacemos somos más afines a esos sabores. Lo demás es historia, ya que el azúcar es uno de los ingredientes que más suelen añadirse en una larga lista de alimentos procesados y en exceso suelen relacionarse con diversas afecciones degenerativas que ponen en riesgo la salud. Lo cierto es que no todos los tipos de azúcares son iguales y con base en ello podemos decir que no todos los postres son malos.

Permitirnos ciertas indulgencias ocasionales, es completamente bien y de hecho es parte de estar saludables. Finalmente todo se trata del equilibrio físico y mental. Sin embargo cuando se trata de postres es importante prestar atención especial, al tamaño de las porciones y a la calidad de los mismos. Demasiada azúcar en nuestro cuerpo realmente causa estragos y es un hábito que acorta la vida.

Es por ello que nos dimos a la tarea de recopilar según la opinión de reconocidos expertos en salud las costumbres dulces menos saludables, que hacen que la indulgencia después de la cena sea realmente dañina para la dieta. Si bien demasiado postre puede ser perjudicial para la salud y vida, con algunas modificaciones conscientes, no hay nada que temer. Después de leer esto, seguramente podrás disfrutar del postre como siempre estuvo destinado: sin arrepentimiento. 

1. Comer demasiada azúcar para el postre

Lo que sucede con el azúcar en el organismo es simple: genera más antojos dulces. De tal modo que de manera instintiva es muy probable que después de terminar ese primer trozo de pastel, siempre quieras una segunda rebanada (aún cuando estás completamente satisfecho). Mientras más azúcar consumamos, más calorías vacías estaremos agregando a la dieta y esto principalmente se traduce en un posible aumento de peso. Las propiedades inflamatorias del azúcar también resultan muy peligrosas para la salud a largo plazo, pueden causar afecciones como cáncer, enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes, depresión y alteraciones emocionales e inclusive Alzheimer. Diversos especialistas en nutrición coinciden en que la mejor manera de atacar esos deseos por alimentos dulces, es comiendo una fruta después del postre. La fruta le da al cuerpo el sabor a azúcar que deseamos desesperadamente, pero de una manera mucho menos procesada. Así que lo mejor que puedes hacer es disfrutar de una porción pequeña de postre y optar por sustituir la segunda rebanada de pastel con una manzana, estarás ahorrando azúcar y calorías, al mismo tiempo que apaciguas los antojos. Además, la mayoría de las frutas están llenas de fibra y antioxidantes, importantes en la pérdida de peso.

Pastel. /Foto: Pexels

2. Elegir el postre que consideras más saludable, no el que deseas

Decidir darnos un gusto a medias, es terrible. Los expertos insisten en que si te vas a dar un capricho con un postre, es mejor que vayas por tu favorito y sin titubear. La satisfacción juega un papel muy importante en nuestros comportamientos alimentarios y evitar lo que realmente anhelamos puede hacernos sentir frustrados e insatisfechos. Si bien la mejor recomendación será disfrutar de una porción moderada de un postre en su versión normal, ya se ha comprobado que al sentirnos restringidos solemos comer más. Es importante considerar que actualmente existen alternativas “más saludables” para consumir nuestros postres favoritos, como sucede con las galletas sin gluten o sin grasa, los helados vegetales y los postres sin azúcar blanca. Si bien siempre será mejor irte por las versiones de postres originales y deliciosos, las presentaciones dietéticas funcionan para los días entre semana en los cuales es bastante normal tener antojos dulces por la tarde. 

Postre
Postre. /Foto: Pixabay

3. Sentirte culpable 

La mente es demasiado poderosa y no sabes lo que los sentimientos de culpa y la vergüenza, pueden hacer en tu contra. No son saludables para para la mente y el cuerpo y, desafortunadamente, ambos a menudo están muy relacionados con el consumo de postres en la cultura estadounidense. Los nutricionistas coinciden en que ligar el consumo de un delicioso postre con la culpa, puede ser devastador para una dieta porque cuando una persona se siente agobiada por la culpa, es más probable que se rinda por completo y coma en exceso. De hecho se ha comprobado que la culpa es uno de los fenómenos más recurrentes cuando hablamos de postres, etiquetar a nuestras elecciones de alimentos como ‘malas’ o ‘buenas’ hace que sea difícil disfrutar la experiencia de comer, y es ahí cuando se pueden dar con facilidad las extremas restricciones y los atracones. 

Comer postre. /Foto: Pexels

4. Comer postre sin pensar

Cualquier alimento que consumamos sin prestar atención y sin pensar ni en la cantidad, ni el disfrute, terminará causando insatisfacción. Comer es uno de los placeres más grandes y es importante darnos el tiempo de disfrutar y saborear cada bocado ¡Más cuando se trata de un postre! Por lo tanto es muy recomendable no comer viendo la televisión ni el celular, terminarás solo masticando y tragando. Justamente en el caso de los postres se ha comprobado, que son el alimento perfecto para comer sin conciencia y claro si sumamos la televisión, terminarás consumiendo la terrina de helado entera y claro estas conductas se asocian con un aumento de peso. Como dato al margen, se cuenta con estudios que han demostrado que comer mientras miramos la televisión aumenta la cantidad de comida que comemos. 

adicción dulce
Donas. /foto: Shutterstock

5. Comer postres demasiado tarde por la noche

Siempre que puedas evitar comer (cualquier cosa en la noche), hazlo. Es un buen hábito para cuidar la salud, la calidad del sueño y claro el peso corporal. Esto aplica para todo tipo de alimentos, pero con especial énfasis en los postres, de hecho los especialistas son bastante contundentes al recomendar dejar de comer al menos tres horas antes de dormir. Lo ideal es dejar una ventana de 13 horas entre lo último que comemos y el desayuno, nada como permitir que el sistema digestivo y los órganos descansen. De manera específica lo que sucede con los alimentos azucarados y calóricos en la noche, es que el cuerpo no alcanza a digerir tantas calorías y los efectos negativos de este tipo de alimentos se amplifican.  También comer postre en la noche normalmente hace que lo terminemos comiendo en la cama, estamos cansados y solemos buscar la opción más convincente. Sin embargo, comer postre en la cama puede alterar significativamente la calidad del sueño. 

Mousse de chocolate. /Foto: Pexels

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