La historia del astronauta de la NASA que captó los ataques del 11 de septiembre desde el espacio
Frank Culbertson estaba en la Estación Espacial Internacional cuando tomó las imágenes del ataque terrorista de Al-Qaeda al World Trade Center
En 2001, la NASA llevó adelante la tercera expedición a la Estación Espacial Internacional (EEI), que en ese entonces era todavía joven e incompleta, ya que su primer módulo se lanzó en 1998. Mientras tanto, en la Tierra, el 11 de septiembre a las 8:46 horas de Nueva York, comenzaron los ataques terroristas de Al-Qaeda a las Torres Gemelas y al Pentágono.
Todos los estadounidenses miraron horrorizados lo que sucedía en su país y miles neoyorquinos lo sufrieron en carne propia. Pero había uno que se encontraba a 400 kilómetros sobre la superficie del paneta y que tuvo una vista única del horror que se apoderó de La Gran Manzana.
El astronauta Frank Culbertson estaba dentro del módulo de la EEI cuando se enteró de los acontecimientos. “Nos levantamos temprano porque nos tocaba realizar unos estudios médicos de rutina. Luego, como siempre, llamé a la Tierra para recibir las novedades del día y pregunté cómo estaba todo. Me contestaron: ‘Hoy no estamos teniendo un buen día'”, recordó.
Culberston, que compartía la misión espacial con los cosmonautas rusos Vladimir Dezhurov y Mikhail Turin, rememoró los hechos. “No sabía lo que pasaba y comenzaron a describirme lo que estaba sucediendo. Los ataques al World Trade Center y al Pentágono. Además, me avisaron que otro avión se estrellaba en Pensilvania. Era todo una locura”, describió.
“Tomé mi cámara y la apunté a la ventana. El clima era bueno y estaba todo muy claro. Pude ver cómo una enorme columna de polvo que provenía de la ciudad. Hice zoom y pude observar las línea de humo que provenía desde Manhattan. Y pudimos ver cómo se desmoronaba la segunda torre”, dijo Culberston.
“No sabía exactamente lo que estaba sucediendo, pero sabía que era algo muy malo porque había una gran nube de escombros cubriendo Manhattan”, afirmó el capitán retirado de la Marina de los Estados Unidos, que en aquel momento estaba al mando de la misión Expedition3 de la NASA.
“Pude ver la ciudad de Nueva York y el humo de los incendios. Pensé en todas las personas que estaban allí y luego observé la costa este a ver si podía descubrir algo más. No era un buen sentimiento el que uno tenía cuando no puedes estar con los tuyos, a quienes quieres, y ellos no están seguros. Pero la NASA me permitió llamar a mi esposa y saber que ella y mis hijos estaban bien”, precisó el astronauta.
Culbertson comprendió desde el principio que los ataques cambiarían la historia del mundo. “Fue entonces cuando realmente todo se volvió doloroso porque fue como ver una herida al costado de mi país, de mi familia, de mis amigos. Sabía que estábamos en el umbral del comienzo de un cambio terrible para la humanidad. Muchas cosas nunca volverán a ser iguales después del 11 de septiembre de 2001. No solo para las miles y miles de personas afectadas directamente por estos horrendos actos de terrorismo, sino para todos nosotros”, manifestó.
Además, el astronauta se enteró ese mismo día que su amigo y compañero de la clase en la academia naval, Charles Burlingame, era el piloto del vuelo de American Airlines que se estrelló contra el Pentágono. “Fue una pérdida terrible pero estoy seguro de que luchó de forma valiente hasta el final. Las lágrimas no fluyen igual en el espacio”, describió Culbertson.
A pesar de la dificultad emocional, el astronauta cumplió con éxito el resto de su misión. Y después de pasar 129 días en el espacio, aterrizó el 17 de diciembre de 2001, a bordo del transbordador espacial Endeavour.
Culbertson, que en la actualidad se encuentra retirado, remarcó que espera que el país no olvide los ataques ni las lecciones que enseñaron. “Creo que es importante que las personas continúen aprendiendo de este ataque y se aseguren que nos estemos convirtiendo en un país mejor, y no retrocediendo o volviéndonos hacia adentro”, concluyó.