Una elección cargada de mentiras, de las inocentes a las peligrosas
El que poco más de 300 candidatos republicanos en 2022 crean que Trump ganó la elección, ha calentado el ambiente político y dado lugar a excesos
En política electoral, desde que se inventaron los asesores se acabó la decencia. No es moda reciente entre los partidos que disputan el poder en Estados Unidos desplegar medias verdades o flagrantes mentiras en busca del anhelado triunfo legislativo.
Los candidatos del Partido Demócrata han alertado del “peligro” que el regreso de una mayoría republicana representa, soslayando datos reales de recuperación económica o empleo en lo que va de la administración de Joe Biden, y en lugar de eso, filtrando burdas falacias que no resisten la mínima revisión.
La más obvia de esas mentiras es presumir haber bajado el precio de la gasolina a un promedio de 3.40 por galón en comparación con “los más de 5 dólares en que se hallaba el día que asumí el cargo”, según ha dicho el propio Biden. La realidad es que la gasolina rondaba los $2.50 aquella tarde del 20 de enero del 2021 cuando tomaron la Casa Blanca.
El presidente falsea al decir que le debemos el aumento en beneficios de la Seguridad Social, y miente al decir que el Congreso aprobó una ley de condonación de préstamos estudiantiles. En el primer caso son ajustes anuales predeterminados acordes a la inflación los causantes del “aumento” para el 2023. Y el borrón de las deudas lo debemos a que el Departamento de Justicia recurrió al precedente de Ley de Oportunidades de Alivio de Educación Superior para Estudiantes del 2003 y no una votación.
Sin embargo, comparadas con las del Partido Republicano, las mentiras demócratas se antojan inocuas.
A partir de la madre de las teorías conspirativas recientes, la Gran Mentira de Donald Trump de que le robaron la elección presidencial del 2020, se han generado acciones que ponen en riesgo la tradición pacífica de la jornada y el mismo funcionamiento del sistema electoral.
El que poco más de 300 candidatos republicanos —desde los que buscan puestos de senador, gobernador hasta secretarios de estado o congresistas locales— crean que Trump ganó la elección, ha calentado el ambiente político y dado lugar a excesos como como el que civiles armados pro-Trump custodien centros de votación adelantada en Arizona.
La obsesión de los republicanos por recuperar el control legislativo tomó forma de demanda en estados indecisos como Michigan, Pensilvania y Wisconsin, donde se busca descalificar miles de boletas por correo ya emitidas por erratas mínimas en el procedimiento.
El riesgo escala con posturas como la de la aspirante republicana al gobierno de Arizona, Kari Lake, quien dijo que no aceptará un resultado adverso, recurriendo al gastado libro de jugadas de Trump y sepultando así la sacrosanta tradición norteamericana de “conceder”, que puede generar esos conflictos postelectorales que por décadas fueron vistos por la sociedad norteamericana como propios de “países bananeros”.
No es nuevo señalar que un político miente. Si es importante aclarar cuándo esos embustes de hoy pueden ser la metástasis de aquella violencia desatada el 6 de enero del 2021 en el Congreso.
Por supuesto que ojalá me equivoque.
*Juan Alberto Vázquez es corresponsal de Milenio (México) y autor del libro “NXIVM: La secta que sedujo al poder en México”