La importancia (y tragedia) de llamarse Ovidio Guzmán
Sumado a los célebres apellidos de Ovidio Guzmán, su extradición a EE.UU. llega cuando existe una tragedia de muertes por sobredosis de opioides sintéticos, el 80 por ciento de ellas debido al fentanilo
“Si, vamos a pedir la extradición de los cuatro o cinco Chapitos que faltan”, dijo el Fiscal General de los Estados Unidos, Merrick Garland, en comparecencia del pasado miércoles 20 en el Congreso a donde fue a defender la encomienda de la institución que comanda. En realidad, al funcionario lo agarraron fuera de lugar las preguntas acerca de la crisis del fentanilo pues los hijos de El Chapo Guzmán con algún dictamen en Estad Unidos son 3, además de Ovidio Guzmán López quien ya duerme en una cárcel en Illinois.
Sin embargo, el que se hablara de este caso en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes, y el alboroto mediático que tanto en México como en Estados Unidos provocó la extradición e inicio del proceso legal en contra de “Un Chapito”, no se miraban desde que su padre, Joaquín Guzmán Loera, recorrió la misma ruta en enero del 2017.
No es gratuito el interés si consideramos que estamos hablando del hijo menor del narcotraficante preso más célebre de los que se hallan bajo la protección del Buró de Prisiones, uno que se ha insertado en la consciencia del estadounidense promedio al nivel de un villano más taimado que cualquiera de los de Marvel o DC Comics. La excitación por este nuevo reo indica algo más: que la marca “El Chapo” es aún capaz aun de levantar indignación, suspiros y, sobre todo, atractivos titulares de prensa.
Sumado a los célebres apellidos de Ovidio, su extradición llega cuando existe una tragedia de muertes por sobredosis de opioides sintéticos, el 80 por ciento de ellas debido al fentanilo. Un sector de los votantes exige venganza pues una retórica incendiaria de congresistas y gobernadores republicanos, ha inoculado en la opinión pública la idea de que la facción del Cartel de Sinaloa comandada por los hijos de Joaquín Guzmán, es la causa mayor de esa crisis.
Así que Ovidio Guzmán López enfrentará esa presión extra debiendo decidir además si cooperar y delatar así las operaciones de sus hermanos o sacrificarse e irse a la última instancia de un juicio donde la posibilidad de redención es nula. Y, al igual que como sucedió con su padre, volveríamos al circo mediático de un proceso donde las pruebas es lo menos que cuenta.
También resulta interesante descifrar la actitud que tomarán los fiscales de Illinois asignados al caso, teniendo la opción de apurar la declaratoria de culpabilidad de Ovidio o, al ser un caso de alto perfil, buscar la vitrina mediática de un juicio para entregar a este acusado como trofeo a quienes reclaman, sin pruebas, complicidad del gobierno de Biden con los cárteles.
¡Pobre Ovidio!
Además de las actividades criminales por las que es acusado y que seguramente testigos protegidos como Dámaso López Núñez “El Licenciado” corroborarán, deberá luchar contra el estigma de ser un Guzmán, un Chapito, lastre igual o más pesado que los cargamentos de cocaína, heroína, metanfetamina o marihuana que pudo haber traído a los Estados Unidos.
* Juan Alberto Vázquez es corresponsal de MVS Noticias (México) y autor del libro “NXIVM: La secta que sedujo al poder en México” y “Los padrotes de Tlaxcala”. Twitter @juansinatra