Por más que se vistan de seda…

Monos se quedan. Así como reza el refrán que encabeza mi columna se puede describir el comportamiento del Congreso estadounidense en cuanto al resonado “fiscal cliff”.

Claro está que comparar a los políticos que hemos elegido para que nos representen en Washington, DC, en el Senado y la Cámara de Representantes en relación a su irresponsable, dañina, tortuosa e insensible conducta, sería ofensivo a los simios.

Sin duda que los primates en su etapa subdesarrollada se hubiesen comportado más responsablemente hacia sus iguales que los que tienen títulos y visten con chalecos y corbatas.

La preocupación y consternación por la incertidumbre fiscal del país se elevó, según el reloj avanzaba en el último mes del 2012.

Mientras los sinvergüenzas en se llenaban sus asquerosas bocas con argumentos que nos ponían ansiosos sobre el abismo fiscal al que nos empujaban, los vociferantes republicanos y demócratas se deleitaban en sus comparecencias televisadas y en sus citas que eran reproducidas en periódicos y cuanto bloguero y tuitero los mencionaba.

Esto sin mencionar los sapos y culebras de los ‘talk shows’ de la derecha. A todo esto el estrés colectivo nos tenía a algunos con la presión elevada.

En la cena de Nochebuena en mi casa un primo hermano de mi esposa, que es tecnólogo en un hospital neoyorquino, entabló conversación sobre el impacto negativo que tendría para él este asunto. No hubo paz en la noche del nacimiento del niñito Jesús.

Y es que de eso se trata. Cómo es que el acuerdo que evitó que USA se jodiera más de lo que está, nos afecta individualmente y a nuestras familias.

La insistencia de los extremistas de la derecha quieren que sea a costillas de los más necesitados y de la clase media que se resuelva el insuperable embrollo del país mientras que los cartera sueltas liberales embrollan más a generaciones venideras.

Bajofuego@eldiariony.com

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