Rescatan a “Ñata”, un caimán que convivió con humanos durante más de 50 años

El caimán "Ñata", de casi 3 metros, fue rescatado de una casa en Colombia. Con 54 años de convivencia con humanos, su futuro es incierto

Caimán

"Ñata" llegó a manos de esta familia colombiana como regalo de un policía. Crédito: Shutterstock

En un hallazgo inusual, funcionarios de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), en Colombia, rescataron el pasado martes a “Ñata”, un caimán de 2.67 metros de largo que había vivido en cautiverio en una vivienda en el municipio de Palmira.

Con más de 5 décadas junto a una familia, el animal fue inicialmente confundido con un cocodrilo, generando sorpresa entre los rescatistas y autoridades ambientales. Este hecho ha dado paso a un debate sobre el cautiverio de fauna silvestre y la normativa para protegerla.

Según Marco Antonio Suárez, director de la CVC, el rescate no fue fácil y requirió la presencia de fuerza pública y numerosos funcionarios debido al tamaño del animal. “Hoy en la mañana nos sorprendieron con un cocodrilo en una casa en Palmira. Un animal de 2.67 metros, totalmente desarrollado. Nos tocó acudir con fuerza pública, una cantidad de funcionarios, para poder retirar a ese cocodrilo”, declaró Suárez, antes de que el análisis revelara que se trataba de un caimán.

Al no haber interactuado con su especie en años y estar adaptado a convivir con humanos, la presencia de “Ñata” en el patio de una vivienda plantea varias cuestiones en cuanto a la relación entre humanos y fauna silvestre en Colombia.

La historia del cautiverio de “Ñata”

La historia de “Ñata” comenzó en 1970, cuando el padre de Jesús Leonardo Escobar, el cuidador actual del caimán, recibió al reptil como obsequio de un comandante de la policía local. Escobar relató que el animal llegó en una caja de cartón y, con el tiempo, su padre decidió acondicionar un espacio en el patio de su casa para brindarle una vida digna, adaptada a las limitaciones del cautiverio. “Tenía cuidados, alimentación y mucho amor”, indicó Escobar en declaraciones a medios locales.

Escobar compartió con los medios cómo la familia fue identificando las preferencias alimenticias de “Ñata” con el paso de los años. La dieta del caimán se componía principalmente de carne de res, pollo y en ocasiones, pescado. “Aprendimos que el animal es carroñero por naturaleza”, comentó. Aunque sus hábitos son típicos de su especie, el cuidador explicó que “Ñata” desarrolló conductas inusuales como una forma particular de pedir comida, lo que, en sus palabras, nunca representó un peligro para la familia.

La vida de “Ñata” en cautiverio y el debate legal

En 2007, Escobar asegura que solicitó y obtuvo de la CVC un permiso para mantener a “Ñata” bajo custodia. Sin embargo, debido a cambios en la legislación ambiental, se revocaron permisos para la tenencia de fauna silvestre como mascotas, y Escobar afirma que nunca fue notificado de esta actualización en la normativa.

“En el año 2007, la CVC me otorgó un permiso cumpliendo con la ley para registrar fauna silvestre como mascota. Con el tiempo, la ley fue derogada, pero nunca me notificaron”, explicó Escobar. Aunque no solicita el regreso de “Ñata”, sí pide que el animal reciba cuidados y condiciones adecuadas, dado que considera que el animal está “demasiado humanizada” para una reubicación en su hábitat natural.

Tras su rescate, el caimán fue trasladado al Centro de Atención y Valoración de la CVC, donde los especialistas han determinado que presenta un estado de salud delicado. Según los informes, el peso de “Ñata” está entre un 40 % y 50 % por debajo de lo ideal. Además, se le detectó una masa en la mandíbula y dificultades para moverse debido a problemas en una de sus patas. Este diagnóstico ha llevado a que los expertos evalúen su condición y el futuro del animal, con apoyo de especialistas de la Universidad Nacional y de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Uno de los aspectos más alarmantes es el bajo peso de “Ñata”, que podría estar relacionado con las condiciones ambientales en las que ha vivido, sin un espacio amplio ni una laguna para regular su temperatura. Al no tener contacto con otros caimanes, el proceso de reintroducción a su hábitat natural resulta inviable. La recomendación preliminar de los expertos apunta a mantener a “Ñata” en cautiverio, pero en instalaciones mejor adecuadas, con más espacio y las condiciones apropiadas para su especie.

El caso de “Ñata” es un recordatorio de las complejidades legales y éticas que conlleva la tenencia de animales salvajes en entornos domésticos. Aunque su cuidador afirma que el animal ha sido parte de su vida y ha demostrado una adaptabilidad sorprendente, las autoridades ambientales subrayan la importancia de respetar las normativas actuales sobre fauna silvestre.

Escobar, por su parte, expresó su preocupación por el futuro de “Ñata” y enfatizó que su petición a la CVC no es el regreso del animal, sino la garantía de una “buena calidad de vida” en un entorno adecuado para su especie y sus condiciones particulares.

“La ‘Ñata’ veía a los perros y a mí como parte de su manada. Para ella, su manada éramos nosotros”, comentó Escobar, resumiendo el vínculo que desarrollaron con el caimán.

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