El retorno del hijo pródigo
La presencia del senador John McCain en el proceso es alentadora, su partido no debe desechar sus consejos
Inmigración
La pasada semana el senador Republicano de Arizona, John McCain, enfrentó a la dura derecha en una asamblea pública donde los antiinmigrantes fueron el plato fuerte reclamándole su renovado apoyo a una reforma migratoria amplia y donde uno incluso dijo que la única forma de detener a los inmigrantes en la frontera era con armas.
McCain ha pasado por varias etapas en su apoyo a la reforma, pero el McCain de la semana pasada, el que ahora integra un grupo de ocho senadores bipartidistas que negocia el lenguaje de un plan migratorio en el Senado, recordó al McCain pre elecciones presidenciales de 2008, dispuesto a enfrentar a la derecha de su propio Partido Republicano y su acérrima oposición a la reforma migratoria. McCain incluso le llamó “patán” a uno de los buscapleitos de la audiencia que insistía en que la frontera no está segura.
Las asambleas públicas de Arizona son sólo un entremés que seguirá repitiéndose según este debate avance del modo en que el debate de la reforma de salud nos “deleitó” con las locuras esgrimidas por la derecha, incluyendo los infames “paneles de la muerte” que decidirían quién tendría o no cobertura bajo el “Obamacare”. Nada como sembrar el pánico para descarrilar un proyecto de ley.
En el caso de la reforma migratoria, la inseguridad fronteriza siempre era la mejor excusa de los antiinmigrantes para frenar cualquier avance legislativo.
Pero el panorama ha cambiado y de hecho, todos los mecanismos de seguridad que contemplaba una ley de 2007 que debió ser de reforma amplia pero que degeneró en una exclusivamente de seguridad fronteriza y otras medidas policiales, ya han sido cumplidos y la frontera está más segura que nunca.
Para esa época, el 2007, McCain había cometido un pecado capital entre la derecha Republicana. Colaborar de forma bipartidista con un demócrata en un plan de reforma migratoria. Pero no con cualquier demócrata sino con el León Liberal del Senado, Ted Kennedy.
Cuando el proyecto de reforma migratoria fracasó y McCain colocó la vista en la presidencia y decidió buscar la nominación Republicana, una mala asesoría y una mala decisión lo llevaron a huir como el diablo a la cruz de la misma reforma migratoria que apoyó. En la elección de 2008, McCain, para granjearse el apoyo de la derecha Republicana que nunca lo quiso ni lo quiere, entre otras cosas, por apoyar esa reforma migratoria, llegó a decir que votaría en contra de su propio proyecto de ley.
Los resultados de la elección de 2008 ya son historia. McCain, el candidato Republicano que fue coautor de un plan bipartidista de reforma migratoria, perdió el voto latino que prefirió a un joven senador demócrata que sólo estaba prometiendo esa reforma migratoria, Barack Obama.
McCain deshizo el 44% del voto latino logrado por George W. Bush en 2004. Sólo logró el 31%. Pero los Republicanos no aprendieron la lección y en 2012 el abanderado republicano, Mitt Romney, se fue más a la derecha de McCain y promovió el concepto de autodeportación como su plataforma migratoria. El resultado también hizo historia: Romney obtuvo un porcentaje del voto latino más bajo que McCain, 27%, y Obama fue reelecto con más de 70% del voto hispano superando su desempeño de 2008 entre los votantes latinos aún sin haber cumplido su promesa de reforma migratoria.
Tres meses después de la elección, nos encontramos una vez más en el umbral de un debate migratorio y McCain es una de las figuras Republicanas que lideran el proceso.
Aunque el senador Republicano de Florida, Marco Rubio, es también figura central en este debate, no hay que subestimar la influencia de McCain y su partido no debe desoírla. Después de todo, es un ejemplo viviente de lo que ocurre a los Republicanos en una elección presidencial cuando ignoran el poder del voto latino y su deseo de que haya una solución al dilema migratorio. Rubio podrá tener aspiraciones presidenciales, pero McCain ya pasó por eso y sabe, de primera mano, por qué el Partido Republicano tiene que alistarse en este frente.
McCain y otros Republicanos parecen haber aprendido la lección.
Cuando se le ha preguntado por qué esta vez la reforma migratoria tiene mayores posibilidades de avanzar, siempre alude a las elecciones: el Partido Republicano está condenado a la irrelevancia en elecciones federales si no hace algo para competir efectivamente por el voto latino y la reforma migratoria es vital en esos esfuerzos. La matemática es simple, dice McCain.
Aunque las negociaciones apenas comienzan y los detalles de la legislación pueden suponer altas o bajas entre los protagonistas del Congreso, la presencia de McCain en el proceso es alentadora y su partido no debe desechar sus consejos. ¿Qué pasará en las próximas semanas y meses? Está por verse.
Pero por ahora, el hijo pródigo retorna al ruedo de la reforma migratoria.