Se desata la guerra cultural sobre lo “woke” en Estados Unidos

El presidente de EE.UU. ha declarado la guerra a lo "woke" e impide medidas a favor de la diversidad y considera que debería desaparecer

"Woke" se usa para designar la "sensibilidad hacia las injusticias".

"Woke" se usa para designar la "sensibilidad hacia las injusticias". Crédito: Deutsche Welle

Para Donald Trump, la palabra “woke”, que se usa para designar la “sensibilidad hacia las injusticias”, es un término irritante. Según el Gobierno estadounidense, términos como “sexualidad”, “transexual”, “no binario”, “crisis climática” o “racismo” deberían desaparecer de los documentos gubernamentales estadounidenses.

Según el diccionario Duden, “wokeness” es la “alta sensibilidad (a veces de miras estrechas o asociada con el activismo militante) hacia la discriminación particularmente racista, sexista, la desigualdad social y similares”.

Trump, con sus críticas, apunta principalmente contra los programas de “Diversidad, Equidad e Inclusión” (DEI), que, en realidad, se supone que garantizan una sociedad tolerante.

Con sus demandas contra la “tiranía” DEI, Trump ya ha presionado a varias grandes empresas estadounidenses, entre ellas, la cadena de comida rápida McDonald’s, el gigante de los supermercados Walmart, el fabricante de aviones Boeing y al fabricante de automóviles Ford, que están reduciendo sus programas DEI.

Trump: “La teoría crítica de la raza es veneno”

Donald Trump también declaró que había eliminado “el veneno de la Teoría Crítica de la Raza” (CRT) de las escuelas públicas. Este concepto también puede llamarse “woke”, porque identifica los prejuicios racistas en muchas partes de la sociedad occidental.

En concreto, se examina en qué medida el origen, el color de la piel, el género o la orientación sexual influyen en la búsqueda de empleo o de alojamiento, en la calificación en escuelas o universidades o en las investigaciones policiales. En muchos estados de EE. UU., la enseñanza de esta teoría ya está prohibida, con la justificación de que sitúa a todas las personas blancas bajo sospecha de ser racistas.

“Las críticas al ‘woke’ radical son comprensibles”

Para la psicóloga y escritora Esther Bockwyt, por muy fuertes y radicales que sean las críticas en EE.UU., también son comprensibles desde un punto de vista racional y científico, afirma en entrevista con DW. En su libro “Woke. Psicología de una guerra cultural”, analiza críticamente el “wokismo”, incluidos sus aspectos negativos.

“No es sólo el miedo clásico al cambio lo que está detrás de esto, sino también una cierta cantidad de sentido común, porque bajo la apariencia de la toma de conciencia se están produciendo excesos malsanos”, dice.

Y cita el debate sobre los hombres biológicos que se consideran mujeres en el deporte femenino o en las cárceles de mujeres en Estados Unidos.

En opinión de Bockwyt, el rechazo del “wokismo” extremo, incluso desde el centro y no necesariamente desde los extremos de la sociedad, está justificado. “No se trata sólo de querer ser conscientes de la discriminación –casi todo el mundo estaría de acuerdo con eso–, sino que es algo más radical”, afirma a DW.

“Y es por eso que se le está dando tanta importancia en Estados Unidos, porque es relevante y tangible y también separa a las personas en lugar de unirlas”, agrega.

La gran olla “woke”

En Alemania, las cuestiones transgénero, el veganismo, la protección del clima, el feminismo y la llamada cultura de la cancelación se mezclan en la gran olla “woke”. La ira contra todo lo que es “woke” se dirige principalmente contra las personas que tienen una postura política de izquierda o verde y se consideran progresistas.

Los conservadores, a menudo, acusan a una “minoría moralizadora” de querer educar e imponerse sobre quienes piensan diferente.

¿Es el lenguaje inclusivo una amenaza para la democracia?

Para muchas personas, el lenguaje de equidad de género o inclusivo se considera exagerado y, peor aún, una “violación de la lengua”. Pero se pierde de vista el hecho de que solo se trata de hacer visibles a personas que no se sienten ni hombres ni mujeres y de no herir a los demás con el propio lenguaje.

En los últimos años, los libros que no sólo critican la “toma de conciencia ‘woke'”, sino que la consideran una “amenaza a la democracia”, se han convertido en los más vendidos en Alemania.

La etnóloga Susanne Schröter, por ejemplo, escribió en su libro “La nueva guerra cultural. Cómo una izquierda ‘woke’ amenaza la ciencia, la cultura y la sociedad” (2023), entre otras cosas, sobre el “terror ideológico” y la “construcción progresiva de un nuevo estado de vigilancia”.

Izquierda “woke”, la imagen del enemigo

Estos libros alimentan la imagen enemiga de la “izquierda woke” y, según Bockwyt: “Creo que se trata de una actitud de verdadero rechazo. Por supuesto, uno puede exagerar la crítica y formularla de una manera particularmente radical y buscar enemigos. Pero no es difícil encontrar enemigos, porque genera rechazo en mucha gente mucho más allá de la derecha conservadora. Por eso también es una imagen enemiga bienvenida”.

Los debates en torno a este tema seguirán ocupando a las sociedades occidentales durante mucho tiempo. A pesar de todas las críticas del sector conservador de derecha, la toma de conciencia a favor de un tratamiento más sensible hacia las minorías existe y no se eliminará ni siquiera con prohibiciones.

Esther Bockwyt aboga por el camino intermedio. “Creo que es útil no quedar atrapado en esta imagen en blanco y negro, no decir en general: todo lo que es ‘anti-woke’ es de derecha y todo lo que es ‘woke’ es bueno, sino tratar de hacer una distinción”.

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