Vencen el miedo con fiesta y tradición
El corazón de Flushing, en Queens, vibró con orgullo durante la 18ª edición del Festival Orgullo Ecuatoriano, realizado en el icónico New York Hall of Science

Rosita Cajamarca deleitó al público con sus éxitos. Crédito: Francisco J. Chávez | Cortesía
A pesar del clima de exacerbación antiinmigrante que impera actualmente en Estados Unidos, alrededor de 8 mil personas se reunieron en el Corona Meadows Park para celebrar la cultura ecuatoriana y conmemorar el 216 aniversario de la Independencia de ese país andino.
El corazón de Flushing, en Queens, vibró con orgullo y tradición durante la 18ª edición del Festival Orgullo Ecuatoriano, realizado en el icónico New York Hall of Science.
Desde las 10 de la mañana, con sillas plegables, hieleras, pelotas y sombrillas, una multitud se congregó para festejar la riqueza cultural ecuatoriana con música, folklore y gastronomía típica, en un evento que mezcló nostalgia, alegría y sentido de comunidad.
La jornada comenzó con una emotiva misa en honor a la comunidad ecuatoriana y sus tradiciones con bailes típicos a cargo de organizaciones civiles locales que buscan conservar sus tradiciones e inculcar su cultura entre los más pequeños.
Más de una docena de bandas y artistas viajaron directamente desde ciudades como Quito y Cuenca para presentar su talento en vivo. Entre ellos, Rosita Cajamarca, el combo Más Salsa que Pescado, la popular Orquesta Los Del Río y el grupo peruano Los Pasteles Verdes, que llenó el ambiente de nostalgia con sus baladas románticas.

“Es una celebración muy importante para nosotros. Es muy importante para que nuestra cultura, la música nuestra se mantenga viva”, comentó a El Diario Dino Domínguez, organizador del evento.
“Hubo un poco de temor por lo que está sucediendo alrededor de todo Estados Unidos, pero la gente acudió. Incluso la Policía tuvo que cerrar la entrada una hora antes porque el lugar estaba lleno”.
El acoso a los migrantes ha sido una constante últimamente. Un reportaje del NYTimes publicado la semana pasada señaló que según datos oficiales, agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) arrestaron al menos a 2 mil 365 inmigrantes en la región de Nueva York entre finales de enero y finales de junio, lo que representa un incremento de casi 200 % respecto a los cinco meses previos a la llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca.
De acuerdo con el análisis del rotativo neoyorquino, más de 500 detenidos son originarios de Ecuador, seguidos de personas migrantes de El Salvador, Venezuela, Honduras y México. Las personas migrantes fueron aprehendidas cuando acudieron a la Corte en Manhattan a resolver citatorios o asuntos pendientes relacionados con solicitudes de refugio o regularización de su situación migratoria.
Un espacio seguro y familiar
Dino Domínguez destacó que el Festival arrojó un balance positivo, sin incidentes y con un ambiente netamente familiar.
Esa seguridad y tranquilidad permitieron que abuelos, padres, hijos y nietos compartieran juntos cada momento, reforzando la idea de que el evento es un punto de encuentro anual para la comunidad.
Además de la música, la jornada tuvo un claro enfoque comunitario y social: se instalaron puestos para chequeos médicos preventivos gratuitos, así como espacios para que empresas ecuatorianas y latinoamericanas promocionaran sus productos y servicios. El bufete jurídico de los Abogados Arcia, uno de los organizadores, brindó asesoría legal gratuita para quienes la solicitaron.
Entre Jackson Heights y Corona Park
El festival fue también la continuación natural del Desfile del Comité Cívico Ecuatoriano de NY, que se llevó a cabo esa misma mañana en Jackson Heights. Muchas familias hicieron el recorrido completo: desfile, almuerzo, y luego fiesta en el parque, donde bajo el sol veraniego, se reencontraron con parientes y amigos.
En el área designada para el concierto, los más pequeños disfrutaron de juegos inflables y un toro mecánico que puso a prueba a los más valientes. Mientras tanto, los adultos se acercaban a los puestos de comida para probar hornado, ceviche, pinchos, empanadas y dulces tradicionales como pristiños y quesadillas quiteñas.
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Para los niños y niñas, el Festival presentó El Show de Naty, que con sus canciones y rondas infantiles amenizó la tarde para los consentidos de la casa.
Uno de los momentos más esperados fue la aparición de la Orquesta Los Del Río, que puso a bailar a todo el público con su salsa y su “Collar de Lágrimas”, un himno para los ecuatorianos que radican fuera de su país.
Minutos más tarde, el romanticismo llegó con Los Pasteles Verdes, que interpretaron temas clásicos como “Recuerdo de una noche” y “El Reloj”, provocando que la gente cantara y transportando a muchos a su juventud con sonidos de la década de los sesenta.
Pero el ritmo y la salsa encendieron el parque cuando Más Salsa que Pescado subió al escenario, desatando una ola de baile que se extendió hasta el atardecer.
La clausura del Festival del Orgullo Ecuatoriano estuvo a cargo de Rosita de Cajamarca, quien, durante más de media hora, interpretó sus grandes éxitos, que fueron coreados por los cientos de ecuatorianos que permanecieron hasta el último acorde.
El evento estuvo conducido y amenizado por Erika Guamán, de La Tukka Radio, y Ronny Candela, de La Chismosa 104.1 FM, famoso locutor ecuatoriano que fue nombrado padrino del Festival.

Orgullo que traspasa generaciones
El Festival Orgullo Ecuatoriano se enmarca dentro de las celebraciones patrias en torno al 10 de agosto, fecha simbólica por la Independencia del Ecuador, que inició una reacción en cadena de revoluciones independentistas a lo largo de América Latina a inicios del siglo XIX.
Para la comunidad en Nueva York, este evento representa más que una simple fiesta, es un acto de reafirmación cultural y un puente entre generaciones, de acuerdo con organizadores.
En un escenario tan diverso como Queens —considerado uno de los condados más multiculturales del mundo—, el festival se convierte en un símbolo de resistencia cultural frente a discursos hostiles hacia los inmigrantes.
“Lo más importante es que nuestros hijos vean, vivan y sientan de dónde vienen sus padres y abuelos. Así no se pierde la raíz”, dijo María Andrade, quien vino desde Newark para reunirse en el parque con familiares y amigos.
La asistencia masiva, el ambiente seguro y el despliegue artístico y gastronómico confirmaron que, a pesar de los temores iniciales, la comunidad ecuatoriana sigue encontrando en este evento un espacio donde sentirse orgullosa, reconocida y unida.