‘Pacific Rim’ deja indiferente por culpa de su guión
Crítica de cine: el nuevo filme de Guillermo del Toro, presenta un espectacular enfrentamiento entre monstruos y robots... pero no precisamente arropado de una buena historia o actores carismáticos.
Guillermo del Toro tiene una clara ventaja por encima de otros directores: es apreciado por la crítica y los cinéfilos gracias a una trayectoria que ha sabido combinar cine inteligente (Cronos, El espinazo del diablo, El laberinto del fauno) con producciones meramente entretenidas, sazonadas por su inimitable estilo visual y su peculiar sentido del humor (Blade 2, las dos entregas de Hellboy).
Otros directores, como Michael Bay, el responsable de la saga Transformers, no cuentan con ese beneplácito de los teóricos expertos porque, desde un principio, su carrera se ha limitado al cine más descaradamente comercial (Bad Boys, The Rock, Armageddon).
De ahí que la recepción dedicada a Pacific Rim, comparada, por ejemplo, con la extendida a la trilogía Transformers, sea tan opuesta… cuando en realidad no son tan distintas.
Lo que Pacific Rim comparte, sin ir más lejos, con Transformers (2007) y la horrenda Transformers: Revenge of the Fallen (2009) es un guión absolutamente olvidable.
Lo que Pacific Rim no comparte con la muchísimo más lograda Transformers: Dark of the Moon (2011) es su impecable balance entre lo espectacular y lo ridículo.
Y eso es por culpa, de nuevo, de los diálogos…
Y de los actores.
En Pacific Rim —clasificada PG-13— todos los personajes tienen un pasado que los guionistas, Travis Beacham y el mismo del Toro, están obsesionados en contar: no basta con que sean los héroes de la función. Hay que justificar por qué lo son (en Raiders of the Lost Ark, la audiencia solo necesitó saber de Indiana Jones que era un arqueólogo, odiaba a las serpientes y enseñaba en una universidad antes de embarcarlo en una gran aventura. En Pacific Rim todos necesitan de un drama pasado… absolutamente prescindible).
La acción sitúa a la Humanidad, en su conjunto, luchando contra una invasión de “Kaijus” —monstruos de otro planeta— empleando los “Jaegers” —robots creados y controlados por hombres y mujeres como únicas armas de respuesta—.
Las intenciones de autor de Mimic son claras: nunca centrarse en un personaje concreto como líder de la función e ignorar el papel de un solo país en la victoria final.
Esa teórica e idealista apuesta por el “todo el mundo es bueno y necesario” —que se sustenta en actuaciones sin brío por parte de un reparto liderado por Charlie Hunnam (Sons of Anarchy)— limita el goce de un filme cuya razón de ser, hablemos claro, son las batallas.
Y éstas, por cierto, cuentan con una puesta en escena impecable por parte del director mexicano, quien otorga de una textura realista a las secuencias creadas por computadora, alejándolas de la aséptica y falsa aproximación a los efectos visuales de otros cineastas, como el Zack Snyder de Man of Steel.
Lástima que el balance entre acción y drama cojee tanto: algo que no impide ni siquiera la presencia de Ron Perlman, tratando de aportar un tono humorístico que nunca casa con el resto del largometraje (algo que, por ejemplo sí sucedía en los filmes de Paul Verhoeven Total Recall y Starship Troopers), afectado, además, por lo irritable de ciertas presencias, como la de un histriónico e insufrible Charlie Day (It’s Always Sunny in Philadelphia).