Clamor de niños: ‘No nos deporten a la muerte y la violencia’
Reporte especial Niños migrantes: Tres menores inmigrantes dan su testimonio en Washington sobre su experiencia
La guatemalteca Dulce Molina, la hondureña Mayeli Hernández y el salvadoreño Saúl Martínez en una audiencia del Caucus Progresista del Congreso sobre la crisis en la frontera. Crédito: María Peña / impreMedia
WASHINGTON, D.C.— Con los ojos humedecidos y ante un silencio de tumba en una audiencia del Caucus Progresista de la Cámara de Representantes, tres adolescentes llegaron a Washington con un mensaje único: “no nos deporten a la muerte y la violencia”.
Salvo Dulce Medina, una joven que emigró en 2009 y ya habla con soltura el inglés, los otros dos menores usaron a un intérprete para relatar sus experiencias al emigrar ilegalmente a Estados Unidos.
Saúl Martínez, un salvadoreño de 15 años que entró ilegalmente a EEUU en abril pasado, recordó el día en que presenció el asesinato de Noe, un vecino suyo que yacía moribundo en un charco de sangre y rodeado de cartuchos vacíos.
“Ví cómo se estaba muriendo porque había perdido mucha sangre… huí de mi país para no ser otra victima. No quiero morir”, dijo.
El joven, que vive con su madre y cuatro hermanas en Nueva York, recibió amenazas de muerte de la pandilla MS-13. Según recordó, solo cometió el “crimen” de distribuir en bicicleta unos tamales y haberse metido en el territorio de la MS.13.
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Por su parte, Medina, una estudiante en el décimo grado en Long Island (Nueva York), dijo que huyó a los 10 años de Guatemala con su hermana menor porque “un hombre trató de hacerme daño”. Tras la muerte de su padre, su madre no podía mantenerlos y protegerlos de la violencia, señaló.
“Espero que ustedes entiendan por qué es tan importante proteger a estos niños que están huyendo de los peligros en Centroamérica, como lo hice yo”, dijo.
Mayeli Hernández, de 12 años, que también vive en Long Island y es de origen hondureño, contó mientras se secaba las lágrimas con una servilleta que fue testigo de homicidios y violencia.
Al ser detenida en la frontera, fue trasladada con su hermana menor a una “hielera”, o sea un centro de detención llamado así por el fuerte aire acondicionado, donde estuvo cuatro días durmiendo en el piso y con poca comida.
Ahora Mayeli, tiene las mejores calificaciones de su clase y su madre ya no llora por tenerla separada.
Los tres jóvenes que han tenido suerte porque sus casos ya se han ventilados y aprobados en las cortes, mientras decenas de miles de niños se encuentran en un limbo legal, insistieron en que el Congreso, que debate los fondos para resolver la crisis en la frontera, debe proteger a los menores inmigrantes.
Durante la vista, los legisladores demócratas, incluyendo la líder de la minoría de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, apoyaron mantener en pie una ley federal de 2008 que ofrece protecciones legales para los niños indocumentados centroamericanos.
El legislador de Arizona, Raúl Grijalva, instó a los republicanos a que dejen de “satanizar” a los niños migrantes y culparlos de todos los males del país.
En paralelo, una encuesta del Instituto Público de Investigación Religiosa (PRRI), indicó hoy que cerca del 70% de los estadounidenses cree que los niños migrantes en la frontera sur deben ser tratados como refugiados en vez de ser deportados.
Sólo el 27% opinó que los niños deben ser expulsados porque entraron ilegalmente a EEUU.
Pese a las súplicas de los niños, no está claro que el Congreso apruebe el paquete de fondos solicitado por la Casa Blanca antes del inicio del receso legislativo de agosto.
