Pedro se roba el show en entronización al Salón de la Fama

Pedro se roba el show en entronización al Salón de la Fama

La inmortalidad de Pedro Martínez fue un regalo de Dios y festejo para los miles de dominicanos que aterrizaron en Cooperstown para ver a su lanzador que más ha brillado en Grandes Ligas al entrar al Salón de la Fama.

“De dónde me trajo Dios para que yo llegara hasta aquí”, manifestó Martínez, quien vistió un traje azul con una corbata con los colores de la bandera dominicana mientras que la chaqueta tenía el escudo nacional de la nación caribeña a la altura de los hombros.

“Muchas gracias a todos. En nombre de República Dominicana, de Dios, en nombre del béisbol, yo quiero darles gracias por el apoyo por estar conmigo, por la forma en que me han respetado y a mis familiares. Me siento muy agradecido con Dios por darme la oportunidad de representarlos con dignidad”, expresó.

El lanzador, que ingresó al recinto de Cooperstown en su primer año de elegibilidad, comenzó a sonar como hombre de estado y aprovechó el momento para enviar un mensaje de orgullo patrio y de esperanza en el porvenir de su nación.

“Quiero que ustedes de aquí adelante no vean al Pedro Martínez que consiguió los números. Yo quiero que se lleven en sus corazones la esperanza que yo alcancé, que ustedes se identifiquen cada que me vean, con una señal de esperanza, de dignidad, de trabajo duro”, manifestó. “Queremos una República Dominicana más digna, más comprometida”.

Martínez fue el centro de atención de los dos lados del evento. Cientos de banderas dominicanas ondearon en las praderas del Salón de la Fama en espera del hijo consentido de Quisqueya. Cada uno de los entronizados hizo mención a Pedro y a la legión de gente que llegó hasta ese rincón del estado de Nueva York para gritar su nombre.

Y cuando finalmente se le llamó al podio, eso fue lo que pasó.

“¡Pedro! ¡Pedro! ¡Pedro!” gritó la afición mientras Martínez se levantó y comenzó a bailar sobre el escenario.

Así, el derecho de Manoguayabo se convirtió en el segundo dominicano en alcanzar la inmortalidad luego de Juan Marichal, quien brillara como serpentinero de los Gigantes de San Francisco, quien lo hizo en 1983.

Cuando finalizaba su discurso, Martínez rompió el protocolo e invitó a Marichal a pararse junto a él en el centro del escenario para que ambos levantaran la bandera de República Dominicana ante los vítores de la gente.

“Quiero darles a los dominicanos el regalo que esperaron por 32 años. Esta es una oportunidad que les brinda la República Dominicana”, manifestó.

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