¿Ahora ya me oyes?
A medida que sube la temperatura del debate sobre la radiación de los teléfonos celulares, los consumidores merecen que les respondan si existe una conexión con el cáncer
La radiación de los teléfonos celulares… ¿provoca tumores cerebrales o no?
Los investigadores que estudian esa pregunta han estado cambiando de opinión a través de los años. Es como un partido de pingpong científico que ha dividido a la comunidad médica y a los usuarios de celulares en dos campos: los que creen que deberías dejar de preocuparte tanto por la radiación del celular, y los que creen que hay indicios suficientes para justificar algunos consejos de precaución. La mayoría de los estadounidenses entran de lleno en el grupo que cree que no hay de qué preocuparse. En una encuesta reciente de Consumer Reports donde participaron 1,000 adultos que representaban a todo el país, solo el 5% manifestó mucha preocupación por la radiación de los celulares, y menos de la mitad ha tomado medidas para limitar su exposición a ella.
Muchos científicos respetados comparten su opinión. “No encontramos indicios de un mayor riesgo de desarrollar tumores cerebrales ni otras formas de cáncer” a partir de la radiación del celular, expresa John Boice Jr., Sc.D., presidente del Consejo Nacional de Protección y Mediciones Radiológicas y profesor de medicina en la Facultad de Medicina de Vanderbilt University en Nashville, Tenn. “Deberíamos preocuparnos más bien por no hablar con el celular ni enviar mensajes de texto mientras manejamos”.
El gobierno de EE. UU. no parece estar muy intranquilo, tampoco. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) dice en su sitio web que las investigaciones no asocian, en general, a los celulares con ningún problema de salud. Y si bien la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), les exige a los fabricantes que incluyan información en los manuales del usuario acerca de la manipulación del celular, con frecuencia estos datos se hunden en el fondo de la letra chica.
Pero no todos están tan despreocupados. En mayo de 2015, un grupo de 190 científicos independientes de 39 países, que en total escribieron más de 2,000 artículos sobre el tema, les solicitaron a las Naciones Unidas (UN), la Organización Mundial de la Salud (WHO) y los gobiernos nacionales que desarrollen medidas de control más estrictas respecto de la radiación del celular. Ellos señalan el creciente número de investigaciones —así como la clasificación de la radiación del celular como posiblemente cancerígena en el 2011 por parte de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, una división de WHO— que sugieren que los niveles bajos de radiación del teléfono celular podrían tener posibles efectos cancerígenos.
“Creo que los indicios generales de que la radiación inalámbrica podría causar efectos adversos en la salud tienen ahora tanta fuerza que es prácticamente injustificable que las agencias gubernamentales y los científicos no estén alertando al público acerca de los posibles peligros”, expresa el Dr. David O. Carpenter, director del Instituto para la Salud y el Medioambiente de University at Albany de New York, y uno de los autores de la carta reciente a la UN y la WHO.
Algunos países han tomado medidas para proteger a los usuarios, al menos en relación con los niños. Por ejemplo, Francia, Rusia, el Reino Unido y Zambia prohibieron los anuncios que promueven la venta o el uso de teléfonos entre los niños, o bien emitieron advertencias acerca del uso por parte de los niños.
El concejo municipal de Berkeley, Calif., también ha tomado cartas en el asunto. En mayo de 2015, aprobó una ley de “Derecho a ser informado” que exige que los vendedores de equipos electrónicos les informen a los consumidores cuál es la forma correcta de manipular los teléfonos celulares. CTIA – The Wireless Association, un grupo comercial, está intentando ahora bloquear la entrada en vigor de esa ley, así como logró hacerlo después de que San Francisco aprobara su propia ley de Derecho a ser informado hace 5 años.
Por supuesto, ese tipo de sube y baja científico no les brinda mucha claridad ni confianza al 90% de adultos estadounidenses ni al 80% aproximadamente, de los adolescentes que informan tener un teléfono. Entonces, ¿qué tan preocupado debes estar por la radiación del celular? Los expertos de salud y seguridad de Consumer Reports llevaron a cabo un análisis minucioso de la investigación y ofrecen un poco de orientación.
¿Qué es en definitiva la radiación del celular?
Tu teléfono envía ondas de radiofrecuencia, o RF, desde su antena hacia las torres de celular cercanas, y recibe ondas de RF con su antena provenientes de la torre de celular cuando realizas una llamada o envías mensajes o utilizas datos. La frecuencia de las ondas de RF de un teléfono celular está aproximadamente entre la de las ondas emitidas por radios FM y la de los hornos de microondas, que son todas formas de radiación que se consideran “no ionizantes”. Esto significa que a diferencia de la radiación de una explosión nuclear, una tomografía computarizada (CT scan) o una radiografía estándar, la radiación de tu teléfono no transporta energía suficiente como para dañar ni alterar de manera directa tu DNA, que es una de las formas en que se puede producir el cáncer. (Los radios FM y los hornos de microondas no provocan mucha alarma, en parte porque uno no los mantiene cerca de la cabeza cuando los usa, y porque los hornos de microondas tienen un panel o escudo que ofrece protección).
¿Cómo puede provocar cáncer la radiación de los celulares?
A niveles altos de potencia, las ondas de RF pueden calentar las moléculas de agua (que es como funcionan los hornos microondas). Los científicos solían concentrar su preocupación en la posibilidad de que dicho calentamiento de los tejidos humanos, que están compuestos principalmente por agua, pudiera dañar las células. De hecho, la evaluación de las emisiones de celulares realizada por la FCC que se estableció en 1996 y que todos los teléfonos deben pasar antes de poder ingresar en el mercado se basa en ese hecho.
Pero a la mayoría de los expertos no les preocupa el posible calentamiento de los tejidos causado por las ondas de RF. En cambio, lo que está inquietando a algunos científicos es la presencia de nuevos estudios de laboratorio que sugieren que la exposición a la radiación de los celulares puede tener efectos biológicos sin subir la temperatura.
En 2011, los investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) mostraron que un nivel bajo de radiación de un teléfono celular activado sostenido cerca de la cabeza de un ser humano podía cambiar la forma en que funcionaban algunas células del cerebro, incluso sin un aumento de temperatura. El estudio no probó que el efecto en las células del cerebro fuera peligroso, solo indicó que la radiación de los teléfonos celulares podría tener un efecto directo en los tejidos humanos.
También se demostró que las ondas de RF de los teléfonos celulares producen proteínas de “estrés” en las células humanas, de acuerdo con una investigación de Martin Blank, Ph.D., un académico del departamento de fisiología y biofísica celular de Columbia University y otro firmante de la carta a la WHO y la UN. “Estas proteínas se utilizan para protección”, explica Blank. “La célula está diciendo que la RF es mala para mí y que tiene que hacer algo al respecto”.
Y apenas este año, un estudio alemán descubrió que las ondas de RF promovían el crecimiento de los tumores cerebrales en ratones, nuevamente, a niveles de radiación presuntamente demasiado bajos como para elevar la temperatura corporal. Actualmente, el Programa Nacional de Toxicología de EE. UU. está realizando su propio estudio en animales, que expone a ratas y ratones a una dosis baja de radiación. Los resultados están previstos para 2016.