Esto le pasa al cuerpecito de un niño cada vez que le das Coca Cola
Conforme pasan los minutos, su organismo reacciona de manera adversa
Si para un adulto beber Coca Cola es perjudicial, para un niño puede ser aún peor. Cualquier pediatra, cualquier especialista en salud dental y cualquier persona con sentido común lo sabe: la bebida puede causar daños serios al organismo de un pequeño.
A pesar de ello, la práctica sigue siendo común, pues las sodas forman parte de la dieta diaria de miles de familias en el mundo; incluso algunos bebés consumen refrescos o bebidas azucaradas en el biberón.
El farmacéutico Niraj Naik, famoso por sus textos en torno a la nutrición y la sanación en su sitio The Renegade Pharmacist, describió los efectos que beber una lata de Coca Cola provoca en el organismo conforme pasan los minutos y que, en los niños, pueden ser aún peores.
En los primeros 10 minutos
El cuerpo recibe el equivalente a 10 cucharaditas de azúcar, lo que es el 100 por ciento de los requerimientos de un adulto. No vomitamos por tal cantidad de dulce gracias a que el ácido fosfórico corta el sabor y la náusea. Una cantidad así de azúcar en un niño aumenta en 1.6 por ciento su probabilidad de ser obeso con cada lata de refresco. Y las opciones sin azúcar no son mejores, pues el aspartame que contienen es potencialmente nocivo para niños menores de 3 años en quienes puede producir pérdida de la visión, trastornos cerebrales, inflamación del páncreas y del corazón. Y ni hablar de los dientes: el azúcar daña el esmalte de los dientes y los hace más propensos a padecer caries.
A los 20 minutos
El azúcar en exceso provoca un pico de insulina. El hígado tampoco puede con tanto dulce y entonces la convierte en grasa. Esto genera un problema conocido como resistencia a la insulina que coexiste con la obesidad, la diabetes tipo 2 e incluso en algunos cánceres. No es gratuito que las cifras de obesidad infantil y adolescente vayan a la alza y, con ellas, los casos de diabetes temprana.
A los 40 minutos
La cafeína que contiene la Coca Cola se absorbe. Las pupilas se dilatan, la presión arterial aumenta, el corazón se acelera y el cerebro responde bloqueando el sueño. Ante todo esto, el hígado vierte más azúcar en la sangre. Un exceso de cafeína puede provocar en los niños intranquilidad, dolor de cabeza o estomacal, insomnio y falta de concentración. En niños menores de 3 años puede provocar complicaciones de salud posteriores.
A los 45 minutos
Viene una sensación placentera porque el cuerpo produce más dopamina, que estimula los centros de placer del cerebro. Es el mismo efecto que produce la heroína.
A los 60 minutos
El ácido fosfórico que contiene la soda se vincula al magnesio, al zinc y al calcio en el intestino grueso; esta mezcla, unida con el azúcar y los edulcorantes artificiales hacen que el calcio se deseche por la orina. En un pequeño, esto puede ocasionar que sus huesos no se desarrollen correctamente o que crezcan débiles, incluidos los dientes.
Después de una hora
Por la orina se desecha magnesio, zinc, calcio, potasio, sodio y agua, sustancias que el cuerpo pudo haber utilizado para nutrir especialmente los huesos. Conforme el organismo desecha la Coca Cola, viene un “bajón” de azúcar que le hace sentir irritable y desganado.
Otras investigaciones vinculan los colorantes artificiales de la Coca Cola y de otras golosinas con la hiperactividad infantil, e incluso con algunos tipos de cáncer. La memoria, el lenguaje, los patrones de sueño, su comportamiento y su aprendizaje son afectados por este tipo de aditivos.
Así que la próxima vez que tu hijo te pida una Coca Cola, piénsalo dos veces antes de ofrecérsela.