Si es Goya, ¡no más leña al fuego!
Los boicots deberían ser medidas muy excepcionales, ante crímenes de lesa humanidad o violaciones masivas de los derechos humanos
La peligrosa polarización que vive Estados Unidos ha dejado otro episodio controversial. El elogio a Donald Trump del CEO de Goya Foods, la mayor empresa hispana de alimentos del país, ha desatado peticiones de boicots, fundamentalmente desde el ala más radical del Partido Demócrata.
Mi intención no es conceder la razón completamente a ninguna de las partes, sino poner en contexto los hechos y buscar un mensaje de sosiego frente a la gran grieta que vive el país.
Es un hecho inocultable que Trump ha expresado ideas horrendas sobre los hispanos, además de torpedear la emigración legal, las visas de trabajo y la continuidad de la protección a diversos grupos, entre ellos los dreamers. Y esto es tan cierto como que el presidente, incluso con ese duro discurso, cuenta con seguidores entre los hispanos.
Gracias a la democracia, las ideas de Trump (y de cualquier otra persona) pueden debatirse, apoyarse o repudiarse, según lo que cada cual estime. Y ello también aplica para las opiniones del director de Goya. A propósito, antes él había apoyado a la primera dama, Michelle Obama, en sus proyectos nutricionales. Esto demuestra su interés bipartidista, algo bastante común en el empresariado.
Ahora, ¿a quién afectaría realmente un boicot contra Goya? Sin dudas, a los más de cuatro mil empleados de la empresa. Una vez más, quienes dicen defender a “los de abajo”, terminan causándoles más problemas. Además, no hay que olvidar que la pandemia de Covid-19 sigue provocando desgracias en Estados Unidos. Goya ha colaborado con donaciones de alimentos y máscaras y, según sus directivos, no ha despedido a ningún trabajador durante la grave crisis.
En mi opinión, frente al elogio del CEO de Goya a Trump, solo cabe el debate argumentado, sin estridencias, sin llamados a la destrucción. Libertad de expresión de ambas partes.
Esta polémica se produce después de la visita del presidente de México a la Casa Blanca, con elogios similares (e inexplicables) hacia Trump. En este caso, afortunadamente, nadie ha pedido sabotear los productos mexicanos. Sería una locura de dimensiones catastróficas.
En resumen, los boicots deberían ser medidas muy excepcionales, ante crímenes de lesa humanidad o violaciones masivas de los derechos humanos. Los políticos electos, llámense Donald Trump o Alexandria Ocasio-Cortes, tendrían que abstenerse de echar más leña al fuego.
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