Industria alimentaria, contaminante: cómo la producción de comida arruina el ecosistema del planeta
Un nuevo estudio vincula el aumento de la producción agrícola con el incremento de las emisiones contaminantes en el planeta, que se asocian con graves consecuencias de salud. El crecimiento desmedido de la industria alimentaria es causa directa de dietas poco saludables que aumentan el riesgo de enfermedades crónicas y muerte prematura en la población mundial
No es ningún secreto decir que el aumento de la producción agrícola se relaciona activamente con el crecimiento desmedido de la industria alimentaria, si bien es una acción que de cierta manera ha reducido el hambre en el mundo, se asocia con algunas devastadoras consecuencias. Un reciente estudio descubrió que la industria agrícola promueve que las personas sigan una dieta poco saludable y es causa directa del aumento en las emisiones contaminantes. Las consecuencias no solo dañan al planeta, generan graves implicaciones para la salud humana. Este completo trabajo de investigación fue publicado en Environmental Research Communications y muestra el impacto del clima global, la contaminación del aire y las implicaciones en la salud asociadas con la producción y el consumo de alimentos.
La producción agrícola es el resultado de la explotación de la tierra para obtener bienes, principalmente, alimentos como cereales y diversos tipos de vegetales. Es decir, la producción agrícola es el fruto de la siembra y cosecha en el campo. Si bien el objetivo principal es obtener bienes comestibles para el consumo humano, un alto porcentaje de estos alimentos es destinado a la industria alimentaria que suele crear y transformar los alimentos, y así aumentar su valor. Y justamente un alto consumo de alimentos procesados se ha posicionado como una de las principales causas de “seguir una dieta poco saludable” y también suele aumentar el riesgo de enfermedades crónicas.
Cebe mencionar que el ganado contribuye en casi el 40% de la producción agrícola total en los países desarrollados y el 20% en los países en desarrollo, actualmente es una industria muy activa que beneficia la vida de al menos 1,300 millones de personas en todo el mundo. El 34% del suministro mundial de proteínas alimentarias procede del ganado. Además, la producción de cualquier tipo de carne implica operaciones de alto impacto, como el propio procesado, el transporte, la conservación, la gestión de los desperdicios generados y la deforestación para obtener terreno cultivable. Por otra parte y no menos importante, la explotación intensiva de animales genera residuos ambientales (como aguas y excrementos), implica el uso sistemático de antibióticos y utiliza grandes cantidades de agua potable.
Según las primeras declaraciones del autor principal del estudio, Chris Marie, quien también es investigador del Stockholm Environment Institute (SEI) de la Universidad de York. “Al cambiar los patrones de consumo de alimentos del mundo a dietas más saludables, se reduce la contaminación del aire y las emisiones (de gases de efecto invernadero).” Es por ello que en los últimos meses hemos escuchado con mucha insistencia sobre las bondades de seguir una dieta basada en plantas y libre de ultraprocesados.
Dentro de los principales hallazgos del estudio encontraron que la industria alimentaria juega un papel muy activo en los casos de muerte prematura en todo el mundo. En este estudio se comprobó que 640.000 casos de muertes prematuras en regiones de Asia Oriental y sudoriental, se asocian con un alto consumo de carne magra. También se estima que 4,1 millones de muertes en 2018 se asociaron con riesgos relacionados con la salud alimentaria, 6 millones con sobrepeso u obesidad y 730.000 muertes infantiles se debieron a la desnutrición. En concreto el estudio estima que la contaminación del aire causada por la producción de alimentos está asociada con muchos problemas de salud, lo que provoca alrededor de 530.000 muertes prematuras en todo el mundo al año. Cabe mencionar que de estas muertes prematuras por exposición agrícola a la contaminación del aire, el 85% se producen en Asia. Aproximadamente dos tercios de estos se deben a las emisiones de amoníaco y el resto se debe principalmente a la quema de residuos agrícolas.
Entre las principales razones se encuentra el aumento en el uso de los fertilizantes que son aplicados en tierras agrícolas, lo cual causa que se libere dióxido de carbono y también suelen liberarse sustancias como el nitrito, óxidos de nitrógeno y amoníaco. En segundo lugar se encuentra el aumento de la densidad de ganado para lograr satisfacer la creciente demanda de carne en el mundo, lo cual ha provocado un exceso de emisiones de amoníaco asociadas con el manejo del estiércol.
Como parte de la investigación, los científicos que encabezaron el estudio idearon una herramienta que permite a los expertos evaluar de manera integral los efectos en la salud de la producción y el consumo de alimentos. Tiene la capacidad de calcular las emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos, y pretende propiciar una conexión diferente con la producción agrícola y su impulso. Lo cierto es que una nueva asociación con el consumo de alimentos de cierta manera permitirá estimar los efectos sobre la salud a otro nivel, en cuestiones como desnutrición, obesidad, diabetes y otras afecciones relacionadas directamente con la alimentación. También es una buena herramienta para averiguar cómo la demanda de alimentos y los sistemas agrícolas pueden cambiar en el futuro y cómo se pueden mitigar sus devastadores efectos.
Lo cierto es que este estudio abre la puerta a crear nuevas medidas de control, que conduzcan a una nueva visión de la industria agrícola, su relación con el medio ambiente y la salud de las personas. Los expertos que encabezaron el estudio afirman que existe un gran espacio para fortalecer la mitigación agrícola en todo el mundo. No en vano ha sido creado el programa de Mitigación del Cambio Climático en la Agricultura (MICCA, por sus siglas en inglés), con el objetivo de reforzar el largo trabajo de la FAO para abordar el cambio climático en los sectores agrícola, forestal y pesquero. Además apoya a los países que participan en los procesos de negociación del cambio climático en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Finalmente no existen dudas: la desbordada producción mundial de alimentos amenaza la estabilidad climática, la resiliencia del ecosistema y la salud de los seres vivos, sin lugar a dudas es momento de poner manos a la obra y aportar nuestro granito de arena.
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