Descubren cráneo de lobo en una tumba antigua; su función era proteger a ladrones de “espíritus vengativos”

Hace más de 2,000 años, ladrones de tumbas colocaron el cráneo de un lobo encima de un túmulo funerario en un intento de evitar que el espíritu enojado del difunto buscara venganza. 

Ahora, este extraño cráneo ha sido desenterrado junto con la tumba que lo rodea, y reveló nuevos conocimientos sobre aquellos a quienes debía proteger. 

El túmulo está ubicado en un campo ahora cultivado en las afueras de Cheia, un pequeño pueblo en el sureste de Rumania. 

El área ha sido de interés arqueológico desde 2008, pero la investigación geofísica realizada en 2022 identificó una tumba de 246 pies de diámetro completa con dos tumbas, enterrada bajo la superficie. 

Una de las tumbas, ubicada en el centro del montículo, tenía un hueco excavado donde se incineró el cuerpo del difunto dentro de una caja de madera, junto con todo su ajuar funerario. 

Según una declaración del doctor Bart?omiej Szymon Szmoniewski del Instituto de Arqueología y Etnología de la Academia de Ciencias de Polonia, otros túmulos descubiertos han descubierto prácticas de cremación similares en la ciudad de Hâr?ova.

La evidencia de que se trata de una cremación en el lugar es clara dentro del pozo mismo. No solo las paredes y el fondo muestran signos de calor, sino que también quedan piezas parcialmente quemadas de una estructura de madera, junto con clavos y herrajes de bronce que la habrían decorado. Aunque, quedaba muy poco del esqueleto cremado. 

Después de incinerar al individuo, se colocaron tablones de madera sobre el agujero antes de rellenar la tumba.

Además de estos fragmentos de cremación, el equipo también descubrió una gran cantidad de semillas de nueces quemadas que se habían conservado en sus cáscaras, así como restos de varias piñas y otras plantas. 

“La presencia de semillas de nuez quemadas en el entierro presentado es una costumbre interesante conocida de las tumbas de cremación del período romano temprano”, dijo Szmoniewski. 

“Las nueces en el contexto sepulcral se interpretan como una especie de regalo funerario, un alimento especial para el alma. En el valle del río Casimcea en Dobruja, donde estamos realizando investigaciones, este es el primer hallazgo de este tipo”.

En algún momento de la antigüedad la tumba fue saqueada, y aunque los ladrones no lograron robar todo lo que quedaba en el montículo, sin embargo, dejaron un cráneo de lobo en un montón de piedras que cerraban su boquete de robo. 

Según Szmoniewski, esto fue “probablemente una especie de operación ritual y mágica destinada a cerrar el espacio saqueado para evitar la salida y posible venganza del espíritu saqueado”. 

“El hallazgo inusual del cráneo de un lobo a la salida de una zanja de robo […] puede indicar que el robo fue realizado por los getas, un pueblo que habitó esta zona antes de la aparición de los griegos y los romanos”, agregó Szmoniewski.

Sin embargo, el investigador cree que los enterrados en las tumbas probablemente eran romanos que llegaron a la zona durante la colonización romana.

Se descubrió una segunda tumba en el túmulo, pero a cierta distancia de su centro. En él, los arqueólogos descubrieron un esqueleto que había sido enterrado en una estructura de madera, probablemente un ataúd, ya que se encontraron fragmentos de madera tanto encima como debajo de los restos. 

El esqueleto había sido enterrado con un “unguentarium“, un pequeño recipiente de vidrio redondeado con un cuello largo que se usaba para almacenar perfumes o cosméticos. 

Se descubrió que la mandíbula del difunto tenía una moneda de bronce colocada en ella, que se emitió en el reinado de Adriano (alrededor de 125-127 EC). 

Los entierros en este túmulo datan de mediados del siglo II y representan los primeros de su tipo descubiertos en esta región.   

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