Edwin Castro, el ganador del Powerball, divide a Los Ángeles con su millonario proyecto inmobiliario en Altadena
El ganador del Powerball invierte $10 millones en reconstruir Altadena tras incendios, pero su plan genera polémica vecinal

Edwin Castro invertirá parte de su premio en una inversión inmobiliaria que no a todos les parece. Crédito: Michael Conroy | AP
El multimillonario Edwin Castro, ganador del mayor premio de Powerball en la historia, volvió a ocupar titulares por una decisión que ha generado tanto admiración como rechazo.
Con ascendencia hispana y residente en California, Castro destina parte de su fortuna a reconstruir la comunidad de Altadena, en el condado de Los Ángeles, devastada por los incendios forestales de principios de este año.
El 8 de noviembre de 2022, Castro se convirtió en millonario tras ganar $2,040 millones de dólares en el sorteo de Powerball, uno de los premios más altos registrados en Estados Unidos. 2 años después, el hombre de 33 años anunció un ambicioso plan de desarrollo urbano en Altadena, donde compró 15 terrenos por valor de $10 millones con la intención de levantar viviendas unifamiliares y reestructurar una zona fuertemente afectada por los incendios.
“La familia es importante”, dijo Castro en una entrevista reciente con The Wall Street Journal, al explicar su motivación. Según el exconsultor de arquitectura, su intención es “revivir la comunidad” y ayudar a las familias desplazadas por el fuego. El proyecto, que se estima durará 10 años, apunta a transformar los escombros en un nuevo vecindario con viviendas sostenibles y espacios familiares.
Un sueño de reconstrucción en Altadena
El llamado incendio Eaton, que arrasó con al menos 9000 estructuras en Altadena, dejó cientos de familias sin hogar. Castro, quien creció en la zona, asegura que su objetivo es ofrecer nuevas oportunidades a los residentes locales. “Esas son las personas que necesitan atención ahora mismo”, comentó al diario estadounidense.
El joven millonario planea destinar la mayoría de los lotes a viviendas familiares, aunque también se reservará 2 terrenos para construir su propia casa, que incluirá habitaciones subterráneas secretas. En tono anecdótico, mencionó que desea un estilo “similar al de Willy Wonka”, con espacios creativos y personalizados donde pueda vivir junto a sus futuros hijos.

Para concretar el ambicioso proyecto, Castro contrató al diseñador Arvin Shirinyans, quien se encargará de los planos y de los trámites burocráticos. Además, el ganador del Powerball se ha reunido con organizaciones locales como Altadena Earthseed Community Land Trust y la Fundación de Vivienda Greenline para coordinar esfuerzos y respetar la identidad histórica del barrio.
“Quiero que se sienta como el antiguo barrio”, enfatizó Castro, subrayando que no busca una ganancia excesiva. “El margen de ganancia no tiene por qué ser desorbitado. Pero no estoy construyendo estas casas solo para regalarlas”, puntualizó.
Una fortuna que cambió su vida
Desde que ganó el Powerball, Castro ha invertido parte de su fortuna en autos de lujo y propiedades exclusivas. Entre sus adquisiciones se incluyen modelos de Porsche y Volkswagen, así como mansiones en Hollywood Hills, Malibú y otras zonas de alto valor inmobiliario en California.
También compró a sus padres una casa de $4 millones en Altadena, que fue rehabilitada tras los incendios. A pesar de su nuevo estatus de multimillonario, Castro ha mantenido una relación cercana con su ciudad natal y asegura que su proyecto de reconstrucción busca “dar algo de vuelta” a la comunidad que lo vio crecer.
Controversia y críticas en la comunidad
Sin embargo, no todos en Altadena comparten el entusiasmo del ganador del Powerball. La iniciativa de Castro ha generado controversia entre los residentes, que temen que su plan provoque un proceso de gentrificación y desplace a las familias históricas del área.
Una petición en línea para frenar la compra de terrenos por parte de inversores ha reunido más de 1,500 firmas, advirtiendo que el proyecto representa “una segunda ola de desastre” para la comunidad.
“La gente tiene que darse cuenta de que eso es contra lo que luchamos”, expresó Shawna Dawson Beer, líder de una plataforma vecinal de Altadena. “Es la cuestión del desarrollo, de la densificación, de la gentrificación”, agregó.
El temor principal recae sobre la población afroamericana, que representa aproximadamente el 18% de los residentes de Altadena. Algunos vecinos argumentan que la revalorización inmobiliaria podría reducir la tasa de propiedad de vivienda entre estas familias.
“Quitarles la casa a quienes han sido propietarios por generaciones es intimidante”, afirmó Zaire Calvin, una residente local que ha vivido toda su vida en Altadena. “Tememos que la comunidad cambie para siempre y que los precios expulsen a los vecinos de toda la vida”.
Entre la esperanza y el escepticismo
Mientras algunos ven en Edwin Castro a un benefactor con buenas intenciones, otros consideran su proyecto como una muestra de privilegio que podría acelerar la transformación del tejido social de Altadena.
El exconsultor de arquitectura, sin embargo, insiste en que su iniciativa busca equilibrar progreso y pertenencia. “Quiero que Altadena vuelva a sentirse como en los viejos tiempos”, aseguró.
A medida que avanzan las gestiones y las aprobaciones municipales, el plan de Castro se perfila como un símbolo de la tensión entre reconstrucción y gentrificación, entre el deseo de preservar una identidad comunitaria y la inevitable transformación económica que acompaña al dinero del Powerball.
Para algunos, Castro es el ejemplo de un millonario que no olvidó sus raíces. Para otros, representa un nuevo tipo de poder que amenaza con cambiar el rostro de su ciudad natal. Lo único cierto es que, en Altadena, su nombre seguirá dando que hablar.
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