Machismo y religión, los principales problemas de latinos LGBTQ en Nueva York
La aceptación por pare de la familia reduce el riesgo de contagio de VIH, consumo de drogas o abuso sexual en adolescentes LQBTQ
NUEVA YORK – “Me mudé a Nueva York para convertirme en la persona que realmente soy y escapar de los ‘bullyness’ en Puerto Rico. Es la única razón por la que vine aquí”. Estas son las palabras de Vicky, una puertorriqueña trangénero de 23 años.
A veces se piensa que ser lesbiana, gay, bisexual, transexual o queer (LGBTQ) ya no supone problemas, pero aún existen tabúes, especialmente en la comunidad latina.
Los hispanos con una orientación sexual o identidad de género diferente se enfrentan especialmente a dos inconvenientes: la religión y el machismo, según un estudio de CAMBA, asociación de trabajo social asentada en Brooklyn.
Esta asociación entrevistó en 2017 a personas LGBTQ como Vicky para investigar ese duro proceso. CAMBA también habló con padres de niños gay o trangénero para saber cómo lo afrontaron.
Un ejemplo de rechazo es María, que tiene 26 años, es lesbiana y no se identifica con ningún género. Ella relata que la no aceptación de su familia le llevó a vivir en la calle y hacerse más egoísta. “Tuve que buscar amor fuera de casa y encontrar la forma de sobrevivir. Viví en la calle y acabé robando para comer, ahora sólo pienso en mí porque quien se supone que debía preocuparse por nunca lo hizo. No me quisieron y aceptaron incondicionalmente como se supone que una familia debe”.
“La aceptación de los padres y la sociedad de los niños LGBTQ disminuye el riesgo de problemas mentales o físicos del niño y los riesgos de depresión, infección de VIH o abuso de sustancias”, analiza Joanne Oplustil, presidenta de CAMBA.
La asociación sirvió a unas 1,200 personas LGBTQ en un año, de ellos, un 35% fueron latinos de México, Puerto Rico, Dominicana, Ecuador o América Central. A comienzos de octubre lanzaron su primera campaña bilingüe en Brooklyn porque percibieron que el sector latino necesita especial ayuda.
La elección de Brooklyn no fue casual porque fue el condado con mayor número de diagnósticos de VIH en Nueva York, que se dio especialmente entre hombres afroamericanos o latinos que tienen relaciones con otros hombres. Por otra parte, la ciudad de Nueva York dio un paso al aceptar que las personas se cambien de género en el registro de la ciudad o elijan un tercer género. Sin embargo, la política federal de la Administración Trump camina en otra dirección ya que esta misma semana busca eliminar el reconocimiento a las personas transgénero.
Familiares que lo rechazan
Los padres latinos de niños LGBTQ coinciden en que para las personas mayores de la familia fue más difícil. Relataron que toda la familia pasó por un proceso gradual de aceptación y hay miembros que todavía no lo hicieron.
Carmen, madre de un hijo gay, describe como el hermano mayor de su hijo era homófobo y agredía a personas homosexuales en la calle. “Un día su hermano me dijo, ‘Ma, yo pego a gente gay y ahora me dices que mi hermano lo es y yo estoy aquí haciendo daño a gente como él”. Eso le hizo reflexionar y cambió.
Teresa, madre de un hijo transgénero, dice que su ex-marido todavía está aceptándolo. Un punto importante fue cuando entendió que no sólo quería vestirse como un niño, sino que se identificaba como chico. “Para él fue un largo proceso y todavía lo es”, dice Teresa.
Un factor común en todas las familias fue la resistencia de los más mayores. Carmen dice que su madre (la abuela de su hijo gay) “piensa que es sólo una fase”. Otra madre, Josefin, asegura que “mis padres eran católicos de la vieja escuela y si estuvieran vivos hubiera sido imposible para ellos”.
Machismo y religión
Tres de los cuatro padres entrevistados citaron e machismo y la religión como factores clave. Los padres generalmente se resisten más.
Carmen relata que su marido “tuvo que cambiar mucho” porque al principio era ese “macho man’ que dice ‘no, mi hijo no es así”. Teresa, por su parte, dice que es más difícil para las niñas transgénero como su hija por el “entorno machista en el que la mujer debe comportarse como mujer”.
Aunque los padres coinciden en que se avanzó un poco en sus comunidades, todavía ven miedo “por lo que piensen los demás” y apuntan a la religión católica como un factor influyente.
“Hay personas que no ven más allá de su religión, están tan ciegos que escogen su religión sobre sus propios hijos. No puedo entenderlo”, denuncia Manuel, padre con una hija lesbiana y un hijastro gay.
Conversación con los padres
En muchos casos, los jóvenes entrevistados señalaron cómo ellos tuvieron que ser más comprensivos con el proceso de aceptación de sus padres, cuando lo lógico sería que los padres fueran el apoyo de los pequeños. “No puedes presionar a tus padres diciendo: ‘Tienes que aceptarme’ ¡Nooooo! Sólo deja que se tomen su tiempo y finalmente lo entenderán. Los hijos también debemos tener la mente abierta con ellos”, reflexiona Vicky. Además, ella denuncia que “en nuestra comunidad se habla de personas gays y lesbianas, pero no saben nada de la comunidad transgénero como yo, no hay información”.
La falta de información es uno de los grandes retos. Padres con hijos LGBTQ denuncian la escasez de recursos en los colegios. “A los hijos hay que quererlos y aceptarlos como son y un problema en las escuelas es que no tienen programas que los niños necesitan”, denuncia la colombiana Teresa, madre de un niño transgénero. “Hace falta más trabajo e implementar mejor las guías y crear currículos incluyentes, porque eso salva a muchas vidas y hace que los niños sean más saludables mental y emocionalmente”.
La asociación reivindica la educación de padres y niños en colegios para la aceptación de niños LGBTQ. Por ello, llevan a cabo ‘workshops’ con padres en los que otros padres que aceptaron a sus hijos LBTQ relatan su experiencia. “Es el mismo niño que tenías, nada ha cambiado, nada está mal. No hiciste nada mal, Dios quiere a todo el mundo como es”, concluye Teresa, un ejemplo de aceptación.
*Los nombres de los protagonistas del reportaje fueron cambiados a petición de la asociación CAMBA
En Costa Rica no existe tratamiento y en Nueva York se lo subvencionaron
La primera conversación con los hijos sobre su orientación sexual o identidad de genero es crucial porque de su reacción depende la salud del menor. La costarricense Carolina Solano, actriz de 37 años residente en Nueva York, es la madre de una hija trans de 20 años, Melissa Sauma. Recuerda la primera vez que Melissa (entonces se llamaba Sebastián) le dijo que era transexual.
“Tenía 17 años, pasamos un momento genial de conversación cuando comenzó a ponerse tenso, vi que algo estaba mal, pero él no decía nada, ni me miraba”, relata. Lo primero que pensó es que había dejado embarazada a alguna chica. “Nunca lo había imaginado”, dice. Pero le apoyó desde el primer momento que Sebastián le confesó: “Quiero ser mujer”, y acto seguido él mismo dijo “y no quiero volver a hablar de esto”.
Pasaron meses hasta que volvieron a conversar de ello. Sebastián viajó a Costa Rica y a la vuelta comenzaron con el tratamiento en Nueva York porque allí no existe ninguna clínica, las mujeres trans se automedican con píldoras anticonceptivas y habitualmente acaban siendo rechazadas por sus familias y ejerciendo la prostitución. En cambio, Melissa estudia en la universidad. “No fue fácil, especialmente para su papá o para sus abuelos”, afirma Carolina.
En Nueva York pudo llevar a cabo el tratamiento hormonal subvencionado gracias al programa para jóvenes Health Outreach To Teens (HOTT) en el centro Callen-Lorde en Chelsea (Manhattan). “Nunca me planteé no apoyarle porque así es como es, no se trata de una decisión como si tu hijo quiere tatuarse, es una necesidad”, concluye Carolina.