Comer carne con moderación sigue siendo un esquema de alimentación saludable
En los últimos años el excesivo consumo de carnes rojas se ha ligado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas. Un reciente estudio encabezado por British Nutrition Foundation, confirma que integrar de manera inteligente el consumo de carne y productos de origen animal, puede formar parte de una dieta saludable
En los últimos meses diversas tendencias de nutrición enfocadas en salud, no dejan de hablar sobre los beneficios de seguir una dieta basada en plantas. De tal modo que para muchos el consumo de carne se ha vuelto bastante dudoso, sobre todo teniendo en cuenta las actuales referencias en las que un alto consumo de carne roja puede aumentar las probabilidades de muerte prematura hasta en un 12%. Por lo tanto cada vez son más las personas que se preguntan si deberían evitar toda costa la carne y empezar un estilo de alimentación vegetariana. Por fortuna de acuerdo con British Nutrition Foundation (BNF), todavía no es necesario evitar por completo el pasillo de la carne.
Recientemente la organización benéfica liberó un estudio que se enfoca en brindar consejos de fácil acceso sobre alimentación saludable. Para obtener resultados contundentes sobre la dieta y sus efectos, los investigadores se dieron a la tarea de examinar 29 artículos científicos durante los últimos 10 años y analizaron el impacto general de diferentes dietas en la salud.
Una de las revelaciones más importantes del estudio, dedujo que los consejos de Public Health England (PHE) que forman parte de la guía ‘EatWell’, ofrecían el punto de vista más equilibrado a la hora de evaluar los beneficios para la salud y el medio ambiente de diferentes alimentos. De acuerdo don la guía PHE, una dieta rica en alimentos de origen vegetal se puede equilibrar con pescado, lácteos, huevos y carne. Además recalcan la importancia de que las personas coman al menos cinco porciones de frutas y verduras por día; y al menos una porción de pescado azul por semana.
De acuerdo con la profesora Judy Buttriss, directora general de la fundación y coautora de la revisión: “Con demasiada frecuencia, la calidad nutricional y la entrega de nutrientes esenciales no se consideran en los juicios sobre el impacto ambiental de los alimentos y las dietas. Es vital que la nutrición sea central en las discusiones sobre la transformación de los sistemas alimentarios para que no corramos el riesgo de alentar cambios en la dieta que podrían beneficiar el medio ambiente, pero podría ser perjudicial para la salud de las personas “.
Si bien es un hecho que un excesivo e inconsciente consumo de carne roja y procesada, es uno de los enemigos más letales de la buena salud. Y puede llegar a relacionarse activamente con un mayor riesgo de cáncer, obesidad, hipertensión, diabetes, depresión y numerosas enfermedades cardiovasculares. Es importante decir para que el riesgo influya significativamente, siempre habrá que considerar lo recurrente del consumo, las cantidades y la calidad de la carne. No es ningún secreto decir que apostar por carnes magras, orgánicas y de animales alimentados en pasto y libres de hormonas, hace la diferencia en aquellas ocasiones que se decida comer carne.
De tal modo que una de las grandes ventajas de seguir un tipo de dieta rica en plantas, es que es un esquema flexible que puede incluir el consumo mesurado de carne, pescado, productos lácteos y huevo. De acuerdo con los expertos, sin lugar a dudas el estilo de alimentación mediterránea es el camino que más se recomienda para aquellas personas que no deseen evitar por completo los productos de origen animal. De tal modo que comer por gusto y de manera ocasional un poco de carne roja, se vuelve un acto consciente y decidido. Además de permitir el consumo de lácteos, huevo y pescados grasos, lo cual está repleto de beneficios nutricionales y para la salud.
De cierta manera lo interesante de este estilo de alimentación, es que permite patrones dietéticos accesibles y no tan estrictos. Lo cual hace que se vuelva un fácil y disfrutable estilo de vida a largo plazo, además de mejorar significativamente la salud y esperanza de vida.
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