Pan de muerto en México: cómo surgió esta tradición
Año con año los mexicanos esperan con fervor la temporada de Día de Muertos para disfrutar del inolvidable pan de muerto. Se trata de uno de los elementos más emblemáticos de las ofrendas, símbolo de inmensa tradición e historia
México se caracteriza por su maravillosa cultura gastronómica, que engloba tradiciones, técnicas y el uso de emblemáticos ingredientes locales. Una de las celebraciones más icónicas y valoradas por los mexicanos es el Día de Muertos, es una celebración de misticismo profundo; que rinde tributo a los fieles difuntos y a través de una colorida y significativa ofrenda. Las ofrendas suelen tener algunos elementos fundamentales y sin lugar a dudas uno de los más representativos y simbólicos es el irremplazable pan de muerto. Es un pan de temporada, que los mexicanos esperan año con año su llegada.
Si bien todos hemos escuchado sobre el pan de muerto, poco se sabe sobre su historia. El origen del pan de muerto, se remonta a la época de la Conquista, cuando se practicaban los sacrificios humanos. Los españoles encontraron tan violenta esta práctica que sugirieron se preparara un pan de trigo cubierto de azúcar roja, que simulaba el corazón de las doncellas sin que tuvieran que perder la vida. Además, se sabe que en Mesoamérica se preparaba un pan de amaranto molido que después de mezclarse con la sangre de los sacrificios, se ofrecía a los dioses.
Lo cierto es que el pan de muerto es una costumbre que ha ido cambiando y evolucionando con el paso de los años, pero que siempre ha estado presente en la cultura mexicana. En la época prehispánica se hacía la “papalotlaxcalli” o pan de mariposa que era exclusivo de la ceremonia de los muertos, era como una tortilla a la cual se le imprimía a la masa aún cruda un sello en forma de mariposa. De hecho, las ofrendas de muertos tienen su origen en las culturas prehispánicas. Una ofrenda similar a la actual de día de muertos era la de la diosa Cihuapipiltin, dedicada a las mujeres que morían del primer parto, se creía que rondaban por el aire causando enfermedades entre los niños, por ello les hacían regalos en el templo o en las encrucijadas del camino. Estas ofrendas consistían en “panes” de diversas figuras como mariposas o rayos (xonicuille) hechos a base de amaranto y “pan ázimo” que era un pan de maíz seco y tostado.
Lo más interesante es que el pan de muerto tiene un significado muy especial. El círculo al centro del pan simboliza el cráneo del difunto y las tiras realzadas son imitación de los huesos que nos conforman y en algunos casos, se agrega esencia de azahar, que evoca el recuerdo por los difuntos. Lo cierto es que es uno de los platillos de mayor tradición y simbolismo en México. Está presente en todas las regiones de la República Mexicana y por lo mismo se tienen distintas costumbres en su elaboración. Algunas de las versiones más icónicas, son las siguientes:
1. Ciudad de México y Estado de México
Este tipo de pan de muerto en algunos lugares es llamado hojaldra, es el pan de muerto clásico, redondo, adornado con su canilla de la misma masa, espolvoreado con azúcar blanca. En algunas poblaciones, suelen decorarlo con azúcar rosa que recuerda el uso ceremonial del color rojo en la época prehispánica, que representa una tumba con un cráneo y varias canillas entrecruzadas que simulan los huesos.
2. Ciudad de México (Mixquic)
San Andrés Míxquic es uno de los siete pueblos originarios de la delegación Tláhuac, en la Ciudad de México y uno de los espacios más representativos en que se montan ofrendas y se celebra el Día de Muertos. A tan solo una hora de la Ciudad de México, toda la zona se viste de coloridas ofrendas. En la comunidad suelen elaborar las “despeinadas”, que son rosquitas de azúcar colorada, el típico pan de muerto con azúcar, ajonjolí y granillo, pan estilizado bordado con la misma masa y una cruz en el centro. De manera específica también producen
3. Hidalgo
En la Huasteca hidalguense se elaboran panes con formas antropomorfas decorados, o no, con azúcar roja; algunos lugareños afirman que representan a sus seres queridos que han fallecido. De manera específica, en el Valle del Mezquital suelen hacerse panes más decorados, a veces con pastillaje.
4. Oaxaca
El pan de muerto de los valles de Oaxaca es un gran pan de yema al que se le ha incrustado una figura de alfeñique que representa al ánima a quien se dedicó el pan; en la Sierra Sur y la Costa de Oaxaca, el pan de muerto tiene figura humana que puede llevar incrustado la figura de alfeñique. También en la mayoría de las regiones de Oaxaca suelen agregar esencia de azahar y en muchas comunidades el pan de muerto es el mismo que se consume diariamente.
5. Puebla
En la Mixteca Poblana, el pan de muerto se prepara con la misma masa que el bolillo, pero se le da forma humana y es espolvoreado con azúcar blanca si es pan para el altar de los niños, o con azúcar roja, si se destinará al altar de los adultos. Llama la atención que su producción inicia desde principios de agosto y termina hasta mediados de noviembre.
6. Tlaxcala
En Tlaxcala diversos panes dulces se preparan para el Día de Muertos, algunos con forma de animales y decorados con azúcar roja. En Apizaco y otros lugares del estado, el pan de muerto se denomina «hojaldra». A la masa se le añade manteca de cerdo, y se deja fermentar con levadura y pulque.
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