Cenar temprano ayuda a prevenir la diabetes y bajar de peso más rápido

Un reciente estudio comprobó que cenar tarde puede causar aumento de peso y niveles altos de azúcar en sangre independientemente de las calorías que se consuman. Por lo tanto comer tarde aumenta en un 20% los niveles de azúcar en sangre y reduce un 10% la quema de grasa

Prestar atención en los niveles de índice glucémico es una gran herramienta para controlar la diabetes, hacer la planeación semanal de tus comidas, nutrirte y mantener a raya este padecimiento.

Prestar atención en los niveles de índice glucémico es una gran herramienta para controlar la diabetes, hacer la planeación semanal de tus comidas, nutrirte y mantener a raya este padecimiento. Crédito: unsplash

De manera convencional y a grandes rasgos podemos decir que una caloría es una caloría, no importa cuándo la comamos y con base en ello podemos decir que el aumento de peso se relaciona con un mayor consumo de calorías que las que usamos. Sin embargo hoy en día contamos con nueva información disponible que nos confirma que no todas las calorías son iguales y además la investigación ha descubierto que la hora a la que comemos puede jugar un papel importante en el aumento de peso.

Según un estudio publicado en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism de la Endocrine Society, cenar tarde se asocia con aumento de peso y niveles altos de azúcar en sangre, independientemente el tipo de alimentos (claro sin exagerar y caer en excesos como las comidas rápidas y procesadas). A la par no podemos olvidar que desde hace varios años ha existido una creciente evidencia avalada por la ciencia, la cual sugiere que comer tarde está asociado con directamente con la obesidad. Lo cierto es que ninguna de estas asociaciones es casualidad y por lo tanto es importante verlo de una manera más rigurosa. 

El autor del estudio, el Dr. Jonathan C. Jun quien es profesor de medicina de la Universidad Johns Hopkins, explicó que el equipo de investigación buscaba comprender si comer tarde en realidad cambia el metabolismo a tal grado que promueve la obesidad. Con base en ello realizaron un ensayo aleatorizado clínicamente controlado, que se realizó con la participación de personas sanas y a quienes se les hizo comer en dos momentos diferentes. En todo momento fue controlada la comida, dieta y horas de sueño de los participantes. 

Para mayor contexto: Jun y su equipo estudiaron a 20 voluntarios sanos (10 hombres y 10 mujeres) para descubrir cómo sus cuerpos metabolizaban la cena a las 10 p.m. en lugar de las 6 p.m. Cabe mencionar que todos los participantes del estudio se fueron a dormir a la misma hora: 11 p.m. Y los resultados fueron contundentes: los niveles de azúcar en sangre son más altos y la cantidad de grasa que se quema más baja cuando se come una cena tardía, incluso cuando las personas comieron la misma comida. Por lo tanto el factor que cambia todo es la hora. 

Los investigadores relacionan los descubrimientos con otros trabajos en los que se dedicaron a observar los ritmos circadianos y la dieta. De hecho se cuenta con información de otros laboratorios que han demostrado que si comes fuera de fase con el ritmo circadiano normal de tu cuerpo, no metabolizas la glucosa de la misma manera. Complementario a este dato adicional, el estudio encontró que los que comían tarde tenían niveles máximos de azúcar en sangre casi un 20% más altos y la quema de grasa se reducía en un 10%, en comparación con aquellos que cenaron antes. Además los investigadores señalaron que los efectos suelen ser más pronunciados en personas con obesidad o diabetes, que ya tienen un metabolismo comprometido. 

Sin lugar a dudas una de las conclusiones más interesantes de ese estudio, es que los investigadores encontraron que no todas las personas reaccionan de la misma manera a las comidas tardías. Es decir no todas las personas eran vulnerables de la misma manera, y algunas personas parecían no verse tan afectadas como es el caso de los noctámbulos que tienen el hábito de cenar hasta las 2 o 3 a.m.,  parecían no verse afectadas por el cambio en su comida. Además existen diferencias en el metabolismo de las personas, que pueden hacerlas mucho más vulnerables ante los efectos de comer tarde. 

Otra genialidad sobre el estudio es que los participantes usaron rastreadores de actividad, se tomaron muestras de sangre, se sometieron a estudios del sueño y escáneres de grasa corporal. Además consumieron alimentos que contenían marcadores no radiactivos para medir el metabolismo de las grasas. Es decir los participante se sometieron a un seguimiento muy intensivo: se les extrajo sangre constantemente, se controlaron sus actividades y sueño durante 2 semanas. La combinación de dichos factores los llevo a crear información confiable, para medir si la cantidad de la grasa que consumieron de manera habitual en las comidas fue quemada u oxidada.

Como conclusión podemos decir que los hallazgos pueden ser de gran ayuda para crear nuevas guías respecto a los hábitos alimenticios. Si bien la calidad de los alimentos es fundamental y es importante basar la dieta en el consumo de productos naturales e integrales, también es recomendable que las pautas incluyan como un punto básico las recomendaciones de horarios. Finalmente es momento de dejar de considerar solo los factores tradicionales, como lo son el contenido y el tamaño de las comidas. Parte importante de crear hábitos saludables tiene mucho que ver con los horarios, además es clave para disminuir el riesgo de padecer enfermedades crónicas como la diabetes, obesidad y condiciones cardíacas.

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