Por qué los refrescos deterioran tanto el metabolismo y te hacen engordar más rápido con los años
No es ningún secreto decir que un alto consumo de refrescos se asocia con graves consecuencias para la salud. Su contenido en jarabe de maíz de alta fructosa, ralentiza el metabolismo, eleva los niveles de triglicéridos y con ello aumenta el riesgo de síndrome metabólico
A estas alturas todos estamos familiarizados con los efectos del consumo de refrescos en la salud. No es ningún secreto decir que son un pésimo hábito que se relaciona con un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, depresión, caries, alteraciones hepáticas y renales, diabetes y, por supuesto obesidad. Pero el aumento de peso por consumir demasiadas bebidas endulzadas y gaseosas no necesariamente se limita al evidente excesivo consumo de caloría, provenientes del azúcar. En gran parte, también se relaciona con la forma en que los azúcares de los refrescos afectan el metabolismo.
Lo cierto es que durante un tiempo se creyó que los refrescos light eran una buena opción para limitar las calorías, después llegaron las versiones de refrescos con cafeína, que algunos asociaban con cualidades para acelerar el metabolismo. Si bien, es cierto que la cafeína es un estimulante que aumenta la tasa metabólica, por lo que, en teoría, los refrescos que la contienen podrían aumentar el gasto de energía en reposo. Seamos realistas, desafortunadamente, no es el efecto principal que tienen la mayoría de los refrescos en el metabolismo. En cambio, sus azúcares agregados pueden en realidad ralentizar el metabolismo.
¿Cómo afectan los azúcares agregados el metabolismo?
Uno de los puntos más interesantes: los estudios sugieren que no todos los azúcares se crean de la misma manera cuando se trata de alterar el metabolismo. Se ha comprobado que la fructosa, el azúcar que se usa a menudo en la mayoría de las recetas de refrescos, se posiciona como un culpable particular; sobre todo teniendo en cuenta que el jarabe de maíz con alto contenido en fructosa en la mayoría de las gaseosas tiene aproximadamente un 55% de fructosa. Según un estudio de 2012, las personas que beben bebidas endulzadas con fructosa disminuían significativamente la cantidad de calorías que quemaban a diario. En pocas palabras: su metabolismo se ralentizó, en comparación con las personas que no consumían bebidas endulzadas con fructosa. Lo cual se traduce en aumento de peso.
Lo que sucede es lo siguiente: cuando la fructosa pasa por el sistema digestivo, termina en el hígado y después se convierte en grasa. Este proceso eleva los niveles de triglicéridos. Lo preocupante es que estos síntomas, es decir tanto el aumento de peso por un excesivo consumo calórico como los triglicéridos altos por el exceso de fructosa son características del síndrome metabólico. Este grupo de síntomas metabólicos se relacionan directamente con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, diabetes y accidente cerebrovascular.
En general las bebidas azucaradas están relacionadas con un mayor riesgo de enfermedad. De hecho cada día son más los estudios y expertos que asocian el incremento de la epidemia de obesidad en el mundo con un aumento dramático en el consumo de refrescos, también derivado del alto consumo de alimentos procesados ricos en fructosa. Finalmente los datos no mienten en la década de 1800 y principios de 1900, el estadounidense promedio consumía alrededor de 15 gramos de fructosa (principalmente de frutas y verduras). Para el año 2008, un estudio fijo el consumo actual en 55 gramos por día y la principal fuente fueron las bebidas endulzadas. Este tipo de referencias llegan para hacer más contundentes las estrategias de salud y pautas dietéticas, por lo tanto una de las principales recomendaciones médicas para todos deberá de ser evitar la dietas altas en fructosa de refrescos y otros alimentos como dulces, como jugos, postres y procesados.
Es importante entender que la problemática va más allá del aumento de peso y el metabolismo lento. Estos hábitos no solo aumentan el riesgo de enfermedades crónicas e inflamación, a medida que los triglicéridos de la fructosa se acumulan en el hígado, pueden dañar la función hepática y desencadenar la enfermedad del hígado graso. También se ha comprobado que la ingesta elevada de fructosa es una de las principales causas de la hipertensión, que se deriva en numerosas afecciones cardiovasculares.
Lo cierto es que consumir en ocasiones especiales y poco recurrentes un refresco, no simboliza mayor problema ni pondrá por siempre el metabolismo en tren lento ni se deriva en aumento de peso. Siempre y cuando no sea un hábito que se mantiene a largo plazo, es importante integrarlos bajo el marco de un estilo de vida consciente y saludable. El secreto siempre será no excederse y apostar por una alimentación natural, libre de procesados, de lo contrario con el paso de los años te sorprenderás del aumento de peso, medidas de cintura y sobre todo del deterioro en tu salud general.
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