Cómo se hace la capirotada, un popular postre de la cocina mexicana con orígenes medievales

La capirotada pasó de ser una preparación medieval a convertirse un postre popular en México con el que Hernán Cortés envenenaría a un rival, un plato que tradicionalmente suele consumirse en temporada de Cuaresma

Capirotada

La capirotada es un postre típico de Cuaresma que no siempre fue un platillo tradicional de vigilia. Crédito: Shutterstock

La capirotada es un postre tradicional en México que suele consumirse durante la temporada de Cuaresma, aunque también se puede encontrar en cualquier época del año. Sus orígenes son muy antiguos, asociado a un plato que se servía en España durante la Edad Media.

El postre se prepara con rebanadas de pan, piloncillo o leche, almendras, pasas y queso Cotija, la preparación suele variar según la región en donde se prepare.

De acuerdo a Culinaria Mexicana, no se sabe con exactitud desde cuándo se prepara la capirotada o quiénes fueron los creadores, aunque se cree que fueron los españoles quienes comenzaron con la preparación. La capirotada llegaría a México a principios del siglo XVI con la colonización.

Se cree que Hernán Cortés envenenó con capirotada al colono Francisco Garay cuando quiso asentarse en Veracruz, según relata el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.

Las primeras capirotadas no serían dulces

Las primeras versiones de la capirotada no eran dulces ni apropiadas para la Cuaresma, ya que en la Edad Media, el azúcar escaseaba y la preparación incluía carne. “En El Llibre de Coch, uno de los primeros recetarios de la cocina española, la receta de la capirotada incluye caldo de cordero, pan tostado y pechugas de perdiz cocidas”, comparte Epicurious.

Con el paso del tiempo, la capirotada fue cambiando su preparación y pasó de ser un plato salado a ser un plato dulce. En México, la capirotada sin carne se popularizó en 1780. La versión más cercana a la actual fue creada por el Fray Gerónimo de San Pelayo.

Receta de capirotada mexicana

Ingredientes:

2 litros de agua
2 piloncillos o panela en trozos
1 varita de canela
1 taza de pasitas
16 rebanadas de bolillo de 1 cm. Preferentemente pan frío de 2 días antes.
Aceite vegetal
⅓ de taza de cacahuates pelados y tostados
50 g de queso Cotija

Preparación:

1. Para hacer el jarabe de piloncillo, calienta el agua con el piloncillo y la canela, hierve por 25 minutos a fuego bajo. Revuelve para ayudar a deshacer la panela.

2. Fríe las rebanadas de pan por ambos lados, retira el exceso de aceite con un papel.

3. Calienta en una olla el agua con el piloncillo y la canela; hierva a fuego bajo por 25 minutos, moviendo de vez en cuando para asegurarse de que el piloncillo se deshaga.

4. Precalienta el horno a 180 °C o 350 °F. En un molde para hornear de 20 centímetros por lado aproximadamente, coloca una primera capa de rebanadas y empápalas con el jarabe de piloncillo y cubre con cacahuates y las pasitas. Repite el procedimiento con una o dos capas más.

5. En la superficie de la última capa espolvorea el queso, cubre con papel aluminio y hornea por 1 hora. A mitad del horneado, añade más jarabe para que el pan quede empapado.

6. Sirve caliente o fría, según el gusto.

Si no deseas freír el pan, de manera alternativa puedes hornear las rebanadas barnizadas con una mezcla hecha con la mitad de mantequilla derretida y la mitad de aceite vegetal. Hornea las rebanadas durante 8 minutos y luego voltéalas déjalas hornear por 5 minutos.

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