El calvario de los hermanos Turpin parece no tener fin; denuncian abuso severo en hogares de acogida

En 2018 la prensa estadounidense y del mundo dieron a conocer con gran sorpresa que 13 hermanos fueron rescatados de una vida de cautiverio en el hogar de sus padres en Perris, California.

Según las víctimas, sus padres no sólo les tenían prohibido salir de casa, sino que los ataban con cadenas a sus camas, tenían prohibido asearse a diario, la comida era dosificada y los castigos a los que eran sometidos iban desde dejarlos sin comer hasta obligarlos a hacer sus necesidades fisiológicas en sus habitaciones.

Después de que las autoridades lograron rescatarlos, una agencia de crianza los “acomodó” con varias familias, donde también vivieron un verdadero calvario.

A la par de que una investigación externa sobre el cuidado de los 13 hermanos Turpin descubriera que el sistema de servicios sociales les había fallado a las víctimas, que se suponía que debía cuidarlos y ayudarlos en la transmisión a la sociedad, se ha dado a conocer que los seis integrantes más pequeños de la familia presentaron una demanda contra el condado de Riverside y la agencia privada de crianza temporal encargada de protegerlos por “abuso severo y abandono”.

De acuerdo con los hermanos Turpin durante tres años fueron víctimas de abuso físico, emocional y sexual por parte de una familia de cogida con la que fueron colocados tras su rescate en 2018.

La demanda que fue presentada de forma electrónica en un tribunal de California alega que los funcionarios encargados de supervisar su cuidado no denunciaron el abuso y la negligencia grave cuando se les advirtió.

El representante legal de los Turpin, Elan Zektser, alega que los menores salieron de una casa donde vivían un infierno, pero en realidad nunca salieron de él: “Estos niños que estuvieron encadenados a sus camas durante la mayor parte de su vida finalmente son libres, y luego el condado los coloca en ChildNet y los coloca en otra posición en la que sufren más abusos”.

Según las víctimas, la familia que los adoptó y que no eran aptos para ser padres de acogida porque su historial previo de abusos y abandono de niños que habían puesto bajo su cuidad, en más de una vez “los golpearon en la cara con sandalias, los jalaban del cabello, los golpeaban con un cinturón y los golpearon en la cabeza”.

“Es fácil enojarse con los mismos abusadores, pero realmente cuando tienes instituciones o empresas que permiten que el abuso continúe y voltean sus ojos o su cabeza y fingen que no está sucediendo, ahí es donde nosotros como comunidad deberíamos estar molestos”, dijo Zektser

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