¡Ojo al corazón!: hábitos poco saludables están matando y asustando a neoyorquinos latinos
Más de 23,000 decesos por año en la ciudad se registran por problemas cardiacos y otras afecciones relacionadas con la dieta y la falta de ejercicio

El boricua Rubén Benítez sufrio un ataque al corazón en diciembre que casi lo lleva a la muerte Crédito: Edwin Martínez | Impremedia
Los problemas cardiacos, infartos y ataques fulminantes al corazón, son actualmente la principal causa de muerte en la Ciudad de Nueva York, y en medio del dolor que las estadísticas revelan, la mala noticia es que cada año los casos siguen aumentando.
Pero hay otra noticia peor: los latinos están arriba en las listas junto a otros grupos y todavía, a miles de hispanos que viven en los cinco condados “no les ha caído el 20”. Siguen sin entender la gravedad de estas condiciones y mucho menos, están tomando medidas efectivas para evitar engrosar los números de muertes por ataques al corazón.
Así lo dejan ver datos del Departamento de Salud de la Gran Manzana que muestran que en 2023, más de 23,000 neoyorquinos murieron a causa de estas afecciones y otras relacionadas directamente con los hábitos alimenticios, falta de ejercicio y comportamientos sedentarios.
“Las enfermedades crónicas y relacionadas con la dieta alimenticia, como las enfermedades cardíacas (y también accidentes cerebrovasculares, diabetes y cánceres detectables), siguen siendo las principales causas de muerte en todos los grupos raciales y étnicos de la Ciudad de Nueva York”, advierte el informe más reciente con el que cuentan las autoridades de salud neoyorquinas. Ante semejante panorama, la meta es reducir las muertes relacionadas con enfermedades cardíacas en un 5% para el 2030.
Según el Departamento de Salud del Estado de Nueva York, las enfermedades cardíacas en Estados Unidos a nivel nacional ocasionan aproximadamente 695,000 muertes cada año, lo que representa el 20% del total de fallecimientos. La enfermedad coronaria es el tipo más común de enfermedad cardíaca y causa la muerte de aproximadamente 375,476 personas al año y unos 805,000 estadounidenses sufren un ataque cardíaco, 200,000 de ellos ya han tenido uno previo.
En Nueva York, las enfermedades cardiovasculares representaron el 27% de todas las muertes en todo el estado en 2021 y se estima que el 7.4% de los adultos reportaron haber sufrido un ataque cardíaco, angina, enfermedad coronaria o un accidente cerebrovascular. Alrededor del 17.7% de los neoyorquinos de 65 años o más reportaron haber tenido algún tipo de ataque.
Pero una cosa es leer un reporte y otra muy diferente sentir en carne propia, o mejor dicho, en corazón propio, el impacto de un ataque cardiaco, y “estar muerto de miedo” en una sala de emergencias, pensando que no se vivirá para contarlo, debido a años de malos hábitos y la creencia de que los doctores solo deben buscarse cuando algo duela demasiado o haya situaciones de urgencia reales.

Así lo confiesa Rubén Benjamin Benítez, un empleado de una de las agencias de la Ciudad, quien el 11 de diciembre del año pasado se enfrentó al peor susto de su vida, tras sufrir un ataque cardiaco al que incluso quiso pasar por alto, sin saber que podía terminar en el cementerio.
A pesar de estar pesando más de 300 libras y sentirse agitado, no visitaba el médico ni continuó tomando medicamentos que le habían sido recetados previamente para bajar sus elevados niveles de colesterol.
“En diciembre la cosa fue muy miedosa. Me estaba preparando para venir al trabajo y cuando subí las escaleras por algo que se me había quedado, sentí una presión en medio del pecho y un dolor intenso en ambas partes de la quijada. Un dolor que jamás había sentido. Me dio trabajo respirar. Me agarró otro dolor en el centro de la espalda y cuando pensé ir al hospital de urgencias, en medio del tráfico me fumé un cigarrillo, porque fumaba mucho, y como se me pasó todo el dolor, no le di importancia y me fui a la oficina”, comenta el puertorriqueño, de 49 años. Pero las cosas se complicaron en la noche, cuando regresó a casa.
“Yo no le había dicho nada a nadie porque ya me sentía bien. Yo estaba viendo televisión y mi esposa estaba durmiendo. Cuando estaba apagando todo y me estaba yendo al dormitorio me volvieron a agarrar de repente los mismos dolores. Traté de subir las escaleras y no pude. Me tiré en el sofá a que me pasara y los tres perros que hay en mi casa comenzaron a ladrar, como si sintieran lo que me estaba pasando y bajó mi esposa y me vio muy mal”, recuerda Benitez.
“Ella, que es enfermera, me dijo que teníamos que llamar a la ambulancia inmediatamente. Pero yo todavía, sintiéndome como me estaba sintiendo, como no me gustan los doctores ni los hospitales, y como soy cabeciduro, le dije que esperara a que me pasara. ¿Esperara qué? Ese es el peor error que se puede hacer en esos momentos. No hay que esperar“, dice el boricua, reconociendo que si su mujer no hubiera llamado al 911, otra hubiera sido su historia.
“Cuando llegaron los paramédicos me atendieron y vieron que me estaba dando un ataque cardiaco. Me explicaron que una de las arterias del corazón estaba 100 por ciento bloqueada, la destaparon y me pusieron una prótesis vascular. El médico me dijo que si no hubiera ido cuando fui, me hubiera muerto. Así de simple y real. Hoy estaría muerto”, dice visiblemente conmovido el paciente cardiaco del hospital Montefiore, de El Bronx.
Precisamente, luego de salir de la sala de emergencia, Benitez se sumó al programa de Rehabilitación médica del Centro de cuidado vascular y del corazón Montefiore Einstein, que atiende a miles de pacientes cada año, 70% de ellos latinos en un programa para mejorar su salud, con ejercicios, cambios en hábitos alimenticios y concientización sobre el buen comer y bienestar.
El sobreviviente de problemas cardiacos asegura que quiso compartir su historia para que otros latinos entiendan la seriedad de los malos hábitos alimenticios y el sedentarismo, y asegura que hay señales que dejan ver que la salud está en riesgo, pero muchos las ignoran y a veces cuando quieren tomar acciones es demasiado tarde.
“Yo nunca pensé estar en esta situación, porque hasta ese momento no había tenido ningún problema médico serio. Hasta antes de la pandemia yo hacía ejercicio, practicaba karate, boxeaba e iba cuatro veces al gimnasio, pero después del 2020 pasé de pesar 205 libras a más de 300. Eso ya era un cambio notorio al que yo no le ponía cuidado porque nada me dolía”, comenta el paciente del Montefiore.
“Duele mucho saber que estuve tan cerquita de morirme en momentos en que estoy tratando de tener mis hijos. La fuerza se me fue por completo, solo quería estar en la cama y me preguntaba cuánto me quedará de vida, no sé si voy a despertar mañana. La verdad es que cambia todo y uno al principio se deprime, pero luego entendí que o me quedaba ahí sin hacer nada o aprovechaba la segunda oportunidad que la vida me estaba dando y hacía cambios”, comenta Rubén Benitez, quien optó por la segunda opción.

“Ahora en este momento estoy mucho mejor. Estoy trabajando con mi presión y tratando de bajar más de peso. Ya bajé más de 30 libras y sigo bajando, Ya se acabaron los McDonals que me comía todos los días, las papas fritas, las donuts, los dulces y la comida frita poco saludable que muchas veces comemos los latinos. Es que somos adictos al arroz y más arroz y frituras. Tenemos que repensar nuestra dieta”, comenta el funcionario municipal.
“Estaba antes fumando tres o cuatro paquetes de cigarrillos diarios y el médico, sin pelos en la lengua, como decía mi abuela, me dijo que si quería salvarme tenía que hacer cambios o en un año no iba a estar aquí. También tomo un medicamento para el colesterol que me habían recetado hacía dos años pero que solo usé dos meses creyéndome que nada me iba a pasar”, dice. “No es que nuestra comida sea mala, pero hay que aprender a comer mejor y hacer ejercicio si queremos vivir bien. Ahora el brócoli, la espinaca, las frutas y el pescado son mis amigos”.
Y fue precisamente en el programa de Rehabilitación médica del Centro de cuidado vascular y del corazón Montefiore Einstein, donde el puertorriqueño tuvo su primer respiro saludable.
Allí, bajo el cuidado de médicos, expertos y terapistas, Benitez se sumó a un plan de ejercicios que incluye tres meses de trabajo físico en bicicletas, elípticas, caminadoras y pesas, donde los pacientes son monitoreados. No solo se enfocan en el trabajó de rehabilitación física sino también emocional y general.
Así lo explica Vanessa Pahlad-Singh, Fisióloga clínica principal del Departamento de Medicina de Rehabilitación Montefiore Einstein.
“Aquí le hacemos seguimiento no solo al corazón sino a la salud completa de quienes vienen, tocando muchas bases para ayudar a que las personas tengan un mejor estilo de vida haciendo algunas modificaciones en comportamientos habituales para tener una vida sana”, asegura la terapista. “Aquí vienen durante tres meses, tres veces por semana y además de ejercitarse, discutimos planes de nutrición, formas para manejar el estrés, miramos otras comorbilidades como la diabetes y la hipertensión, y además, este se vuelve un espacio de socialización con otras personas para que entiendan que no están solos en esto”.
Y al hablar de lo que ve en los 70 pacientes que llegan allí cada día, cuya amplísima mayoría son latinos, la experta en rehabilitación asegura que lo que más ve es que la gente termina teniendo problemas de salud debido en buena parte a que son sedentarios y que no tienen una buena nutrición.
“Muchos no saben comer bien. Comen mucho arroz y lo que les enseñamos es que pueden seguir comiendo lo que les gusta, pero con moderación. Aprenden a comer porciones más pequeñas de arroz, aprenden que en vez de fritar cosas pueden hervirlas y descubren la importancia de comer más vegetales”, asegura Pahlad-Singh. “No es que el arroz con gandules, o el arroz con pollo sean malos, pero les enseñamos a buscar alternativas para cocinar, como por ejemplo usar aceite de olivas o de aguacate. No tenemos dietas mágicas pero ven que si hacen cambios pierden de peso, se sienten mejor y sus corazones se ponen más sanos”.
Y sumándose a la preocupación de las autoridades de salud de la Ciudad de Nueva York, que han lanzado numerosas iniciativas destinadas a reducir el impacto de la hipertensión y las enfermedades cardíacas, Vanessa Pahlad-Singh advierte que los problemas de salud del corazón no solo afectan a poblaciones mayores.
“Las enfermedades cardiacas no discriminan. No importa si tienes 18 años o 80, si no cuidas tu corazón, si no eliges un estilo de vida saludable, vas a tener problemas que pueden evitarse. Y por eso es importante chequearse y hablar con los doctores”, dijo la fisióloga, al tiempo que comentó cuáles son las señales de que algo no está bien.

“Cada quien conoce su cuerpo y cada quien siente cuando algo está fuera de lo normal, pero además de eso, otras señales que no pueden pasarse por alto porque pueden mostrar que alguien está sufriendo un ataque cardiaco y hay que buscar ayuda urgente, son el dolor en el pecho, dolor en el brazo, reflujo, sudoración elevada y rigidez”, dijo la experta.
Y justo ahora cuando los vientos del verano hacen que muchas familias realicen las típicas parrilladas en familia, médicos y nutricionistas arrecian el llamado a que hay que tener moderación, especialmente cuando en los asados los vegetales y comidas saludables suelen brillar por su ausencia. Carnes rojas, salchichas, chorizos, frituras, empanadas, llenan los BBQs.
“Hay que romper también el mito de que la comida saludable es fea o no tiene sabor. Hay muchas maneras creativas de cocinar cosas sanas. Yo que ya pasé un susto y que ahora preparo mi comida diaria, les puedo decir que uno puede comer sano y rico”, comenta Rubén Benitez, quien espera pronto llegar a las 200 libras y recuperar más sus energías y su fuerza.
“Ahora que es época de parrilladas valdría la pena empezar a comer diferente, poner algunos vegetales y pescado en los asadores, como una manera de mostrarle más cariño al corazón”, agrega ya sintiéndose mejor por la lección aprendida. “Mi mensaje es que no esperemos a que estemos en riesgo de morir para actuar. Y a mi corazoncito solo le digo: ‘pórtate bien. Te voy a cuidar más, pero, pórtate bien. No me vuelvas a dar un susto'”.
Señales de alerta sobre ataques cardiacos
- Un ataque cardíaco, también llamado infarto de miocardio, ocurre cuando una parte del músculo cardíaco no recibe suficiente sangre
- Cuanto más tiempo transcurra sin tratamiento para restablecer el flujo sanguíneo, mayor será el daño al músculo cardíaco
- Dolor o molestias en el pecho, son la principal señal de un ataque cardiaco
- La mayoría de los ataques cardíacos se caracterizan por molestias en el centro o el lado izquierdo del pecho que duran más de unos minutos o que desaparecen y regresan
- Las molestias pueden sentirse como una presión incómoda, opresión, sensación de plenitud o dolor
- Sensación de debilidad, mareo o desmayo.
- También puede comenzar a sudar frío
- Dolor o molestias en la mandíbula, el cuello o la espalda
- Dolor o molestias en uno o ambos brazos u hombros
- Dificultad para respirar
- Puede haber también molestias en el pecho, pero la falta de aire también puede ocurrir antes de las molestias en el pecho
- Otros síntomas de un ataque cardíaco pueden incluir cansancio inusual o inexplicable y náuseas o vómitos. Las mujeres son más propensas a presentar estos síntomas
- Llame al 911 inmediatamente si nota síntomas de un ataque cardíaco. No espere
- En algunos casos, un ataque cardíaco requiere reanimación cardiopulmonar (RCP) o una descarga eléctrica (desfibrilación) para que el corazón vuelva a bombear.
- Las personas capacitadas en RCP o un desfibrilador pueden ayudar hasta que llegue el personal médico de emergencia.
- Recuerde que las probabilidades de sobrevivir a un ataque cardíaco son mayores cuanto antes se inicie el tratamiento de emergencia.
Si quiere conocer más sobre el programa de rehabilitación cardiaca del Hospital Montefiore, visite este enlace