¿Podría una placa vieja llegar a valer $1 millón de dólares?
Algunas placas antiguas han alcanzado precios millonarios, como “P7”, vendida en 15 millones; la rareza y el mercado determinan su valor real
En el mercado tradicional, las placas antiguas en buen estado pueden superar los cientos de dólares. Crédito: Christian Delbert | Shutterstock
Aunque hoy las placas de circulación parecen un objeto cotidiano sin mayor misterio, su historia y la enorme variedad que han tenido a lo largo de más de un siglo las han convertido en piezas de colección muy apreciadas.
Tan grande es su atractivo que existe incluso una asociación internacional con miles de miembros dedicada exclusivamente a estudiarlas y coleccionarlas. Y aunque la mayoría de estas piezas antiguas se venden por decenas o cientos de dólares, algunas han alcanzado cifras que parecen imposibles.
El origen de las placas y su evolución
A comienzos del siglo XX, cuando aún circulaban menos de 5,000 automóviles en Estados Unidos, los estados comenzaron a buscar una forma de identificar los vehículos.
Nueva York y California fueron los primeros en exigir placas en 1901, aunque el sistema era tan rudimentario que en Nueva York bastaba con colocar una placa casera con las iniciales del dueño.
Massachusetts cambió las reglas del juego en 1903 al emitir placas oficiales, y esa práctica se extendió rápidamente.
Para 1918, todas las entidades de los 48 estados contiguos exigían placas, que podían ser de metal o incluso de cuero.
En los años siguientes, la renovación anual se volvió la norma, lo que permitió a los gobiernos llevar un mejor registro de los autos y, de paso, generar ingresos adicionales.
Durante la década de 1920, West Virginia introdujo las primeras placas metálicas estampadas, mientras que en la Segunda Guerra Mundial los estados recurrieron a materiales alternativos por escasez de metal.
Ya en los años cincuenta, estados como California añadieron recubrimientos reflectantes para mejorar la visibilidad nocturna.
La personalización llegó temprano: en 1931, Pensilvania permitió incluir iniciales en la placa.
A partir de los años sesenta, esa tendencia explotó y hoy forma parte de la cultura automovilística.
El mundo del coleccionismo y los precios desorbitados
No todas las placas antiguas valen una fortuna, pero algunas han alcanzado cifras que desafían la lógica.
En 2023, una placa con la simple combinación “P7” se vendió por $15 millones de dólares en una subasta benéfica en Dubái.
No existe una explicación clara sobre el significado de esas letras y número, pero el interés por la pieza disparó el precio.
Algo similar ocurrió en 2014 con la placa “F1”, tasada en más de $8 millones de dólares; aun así, su propietario rechazó venderla.
En el mercado tradicional, más accesible para coleccionistas comunes, las placas antiguas en buen estado pueden superar los cientos de dólares.
Es habitual encontrarlas en galerías especializadas o incluso en ventas de garaje, donde ocasionalmente aparecen verdaderas joyas históricas.
Entonces, ¿puede una placa antigua valer un millón?
Con ejemplos que alcanzan los $8 y hasta $15 millones de dólares, resulta claro que una placa podría valer un millón sin problema, aunque esas cifras suelen alcanzarse solo en mercados muy específicos, como subastas de lujo en Medio Oriente.
Para la mayoría de los coleccionistas, el atractivo está en la historia, la rareza y el estado de conservación más que en la expectativa de precios extremos.
Aun así, la posibilidad existe: una placa aparentemente simple puede convertirse en un objeto de deseo capaz de alcanzar cifras extraordinarias.
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