Cómo lidiar con un suicida
La psicóloga María Gema Zuluaga establece que 9 de cada diez victimas comunican sus intenciones previo al acto suicida
Una sola muerte por suicidio es un evento trágico que nos debe preocupar, resalta la doctora María Gema Zuluaga, psicóloga clínica y consultora de la Comisión para la Prevención del Suicidio, adscrita al Departamento de Salud de Puerto Rico.
“Primero porque podemos adivinar el nivel de depresión y tristeza que tuvo que haber experimentado esa persona para llegar a esa decisión. Segundo, porque la inmensa mayoría de las situaciones de suicidio se pueden evitar si aprendemos a identificar las señales de peligro, actuamos de inmediato y de forma correcta.
“Y tercero, por el impacto que cada muerte por suicidio tiene en la familia y los allegados de la persona que se suicida”, expone la psicóloga, quien destaca que según datos de la literatura científica, por cada suicidio consumado, entre diez a 20 familiares y amigos se afectan de por vida.
Según la psicóloga, en los pasados cinco años, más del 80% de las muertes por suicidio han sido consumadas por hombres. Mientras que para el 2015, la proporción fue 90% hombres y 10% mujeres.
“El suicidio se da en todas las edades -niños, adolescentes, jóvenes adultos, adultos medios y personas de la tercera edad. Pero cuando lo vemos por frecuencia, la inmensa mayoría tienen entre 45 a 59 años. Pero la tasa de mayor incidencia en los pasados dos años ha sido entre personas de 80 a 84 años”, agrega.
Sin embargo, más allá de los datos estadísticos, Zuluaga resalta que se trata de vidas humanas que se perdieron por dolor y sufrimiento. “Quiero hacer énfasis en eso porque muchas veces la gente piensa que estamos trabajando como meros números y la realidad es que cada noticia que nos llega sobre suicidio nos duele enormemente, provoca frustración porque sabemos que posiblemente pudo haber sido evitado”, añade.
El aviso fatal
Esto es así porque muchas veces la persona que piensa suicidarse lo deja saber de alguna forma. Pero muchas veces, la gente alrededor no lo toma en cuenta. De hecho, Zuluaga dice que, según la literatura científica sobre el tema, nueve de cada diez personas comunican sus intenciones, previo al acto suicida.
“Así que es un mito eso que se dice de que el que lo va a hacer no lo dice. En ocasiones lo comunican a través de expresiones verbales directas. Una persona que está hablando constantemente de sus deseos de morir, es una persona que está en alto riesgo.
“En otras ocasiones lo pueden verbalizar a través de expresiones indirectas que aluden a la pérdida de valor por la vida (es preferible estar muerto, la vida no vale la pena, para que seguir viviendo…). Otra señal muy común es cuando comienzan a despedirse sin una razón aparente (de viaje o mudanza)”, explica.
Las causas
“El suicidio es un fenómeno multifactorial, nunca se debe a un solo evento. Confluyen diferentes elementos. Entre ellos, una historia de vida marcada por las pérdidas, baja autoestima, no sentirse amado. A eso le sumamos que suele haber un evento detonante, la gota que colma la copa, como las pérdidas, rupturas amorosas, divorcios, pérdida de empleo, desahucio, problemas financieros o cuando se recibe el diagnóstico de una enfermedad para la que no hay cura o remedios paliativos”, señala Zuluaga, aunque resalta que siempre va a depender de la historia de vida de la persona.
Además de, por ejemplo, tener historial de un intento suicida previo, historial en la familia de suicidio, conducta agresiva e impulsiva en el pasado, historial de experiencia traumática o abuso incluyendo violencia doméstica y “bullying”.
Zuluaga también menciona las expresiones de desesperanza que pueda hacer la persona como “mi vida no va a cambiar”, “mi situación no mejorará”. A lo que se pueden sumar síntomas de ansiedad, cambios en los patrones del sueño; aislamiento, así como abuso de drogas y alcohol.
“Cuando se notan algunos de estos factores hay que buscar ayuda ya sea con un psicólogo, psiquiatra o trabajador social”, agrega.
Las líneas telefónica de ayuda están disponibles 24 horas al día los siete días de la semana; se debe llamar y dejarles saber las señales o síntomas que el familiar está experimentando para que ellos ayuden a manejar la situación y a identificar un posible proveedor de servicios que atienda el nivel de riesgo que tiene la persona, aconseja la psicóloga.
También es importante, aconseja Zuluaga, que no lo dejes solo(a) en ningún momento, seas empática y le preguntes directamente si está pensando en terminar con su vida.
Además, se le debe restringir acceso a objetos con los cuales pueda agredirse. Por ejemplo, poner bajo llave o sacar de la casa armas de fuego o cualquier otro objeto que pueda ser usado para el suicidio, incluyendo cuchillos y objetos punzantes, medicamentos o productos químicos.
– Ileana Delgado Castro