Cómo cambiar nuestras expectativas sobre la comida es una gran ayuda para perder peso
Uno de los mejores consejos de referencia para lograr un esquema dietético eficaz, es elegir alimentos que se promocionen como saludables y sean bajos en calorías, carbohidratos y grasas. Sin embargo, la forma en que pensamos los alimentos en realidad podría ser la causa de un posible aumento de peso. Hoy sabemos que el placer es un ingrediente esencial para cualquier régimen enfocado en adelgazar
Perder peso no solo se trata de hacer dietas restrictivas y ejercicio intenso, la realidad es que es un tema complejo que también tiene mucho que ver con nuestra relación con la comida e inclusive nuestras emociones. En muchas ocasiones, solemos anhelar un platillo satisfactorio pero preferimos evitarlo con el principal objetivo de cuidar el peso. Además, nos han acostumbrado a conceptos muy desalentadores en torno a las opciones de menús “saludables”. Palabras como “ligero”, “saludable”, “bajo en calorías”, son solo algunos de los adjetivos que suelen acompañar a las opciones de alimentos bajos en grasas y carbohidratos, los cuales difícilmente nos preparan para una comida placentera. Una consecuencia obvia es que hace que los alimentos parezcan menos deseables, por lo que podemos sentirnos más tentados por opciones indulgentes: los platos “ricos”, “sabrosos” y “deliciosos”. Sin embargo, la influencia de estas palabras puede extenderse mucho más allá de nuestra toma de decisiones inmediata.
Resulta que la forma en la cual solemos pensar acerca de la comida, puede influir poderosamente en nuestra saciedad: aún mucho después de haber terminado de comer, y, gracias a la conexión mente-cuerpo. Incluso puede moldear nuestras respuestas hormonales y el paso de la comida a través del intestino. Como resultado, nuestras expectativas en torno a la comida pueden determinar si experimentaremos mayores “dolores por hambre” y nos resultará más difícil resistirnos a comer bocadillos más tarde en el día. Todas estas cuestiones se deben a la sensación de privación, la cual es creada por la forma en que describimos la comida. Lo más interesante, es que esto es independientemente de la cantidad de calorías realmente consumidas.
Por lo tanto no es de extrañar que “las dietas” para muchos a menudo sean tan agonizantes: nuestra cultura nos ha llevado a asociar una alimentación saludable con más hambre. Afortunadamente, hay muchas formas de cambiar nuestra mentalidad alimentaria, y todas se centran en la idea de que el placer es un ingrediente esencial para cualquier régimen de pérdida de peso. Por paradójico que parezca, cultivar una actitud indulgente hacia la comida puede ser la mejor manera de bajar de peso a largo plazo y de manera sostenible.
De tal modo que la manera con la que percibimos los alimentos que consumimos, interviene en más aspectos de los que creemos y es un concepto que rige el disfrute por los alimentos. ¿Cuántas veces no has dejado de comer algo por que visualmente no te apetece? Miles. Lo que esto quiere decir, es que es momento de dejar de mentalizarnos ante viejos paradigmas que nos han hecho creer que una dieta saludable es escasa, poco atractiva, sin sabor y cero disfrutable. Por fortuna hoy en día numerosas tendencias de nutrición, nos invitan a cambiar de percepción sobre las dietas saludables como es el caso de las basadas en plantas.
Gran parte de la manera en la que relacionamos a los alimentos que consumimos, se asocia con la calidad de la materia prima y la preparación de los alimentos. Al involucrarnos en la creación de platillos nutritivos, equilibrados y coloridos poco a poco iremos cambiando nuestra errónea percepción mental sobre lo “saludable.” Finalmente cómo nos hace sentir la comida, revela mucho sobre nuestras conductas alimenticias más profundas como es el nivel de saciedad, el consumo excesivo de calorías y la ansiedad por comer. Este tipo de cambios en la mentalidad y nuestra relación con la comida, son la mejor forma de bajar de peso de manera sostenible y duradera. Y en realidad, son la llave para lograr un estado de salud estable a nivel físico, mental y emocional.
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