Miedo al virus, desempleo y reforma penal llevan a los neoyorquinos a querer comprar armas, pero las leyes lo impiden
Aerosol pimienta y cursos de defensa personal surgen como alternativas para combatir el crimen
Con miles de sospechosos y convictos liberados, tensiones sociales por desempleo y policías enfermos de COVID-19, muchos neoyorquinos se quieren unir a la tendencia nacional de comprar armas, pero las leyes locales lo impiden.
“Es mi derecho constitucional”, se quejó Nicole Rosario, una madre de 35 años, desde Staten Island. “Pero eso no parece importar. Vivo en Nueva York, lo que significa que es imposible. Eso es loco e injusto”.
El FBI informó un aumento del 300% en las ventas de armas en todo el país en marzo, en comparación con el mismo período del año anterior.
Pero los neoyorquinos están excluidos, ya que éste es uno de los cinco estados donde las tiendas de armas han cerrado, a pesar de las recientes directrices emitidas por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que dicen que deben considerarse negocios esenciales.
Tampoco es factible solicitar un permiso de arma de fuego en Nueva York, pues NYPD ha cerrado su oficina de licencias.
Incluso el aerosol pimienta, vendido legalmente en farmacias, es escaso. Eso deja a los cursos de defensa personal como una de las últimas opciones viables.
Cassie Kramer, de 46 años, dijo que se inscribió en clases gratuitas de defensa personal para mujeres ofrecidas en línea por la Chinese Hawaiian Kenpo Academy.
“He estado viviendo en East Village y otros vecindarios ocasionalmente difíciles durante mucho tiempo”, dijo Kramer. “Pero por primera vez, voy afuera y tengo un mal presentimiento. Las calles están vacías y no se siente bien. Sé que no hay muchos policías y es una realidad que la gente podría desesperarse mucho”.
Kramer también está consciente de que más de 1,500 reclusos han sido liberados en las últimas semanas por la reforma penal y para bajar los contagios en las cárceles de la ciudad y el estado.
Expertos combatientes del crimen también prevén un verano largo, caluroso y criminal.
“Los ricos ven la madera contrachapada en las tiendas de Madison Avenue y piensan en disturbios”, dijo. “Pero incluso si los delincuentes vienen a Park Avenue (en Manhattan), los ricos se comprarán protección. Es Park Avenue en Brooklyn lo que debería preocuparnos”, alertó Curtis Sliwa, quien fundó el grupo de voluntarios “Guardian Angels” en 1977.
“Los matones perciben el miedo allí afuera. Ven que los policías no salen de sus patrullas. Ahí es cuando suceden cosas malas”, afirmó a New York Post.
El crimen de Nueva York ha disminuido en las semanas de cuarentena, pero ha habido un aumento en los robos en tiendas, casas vacías y autos.
Bernie Kerik, jefe de policía durante los atentados del 11 de septiembre de 2001, recordó cómo el crimen también disminuyó durante tres semanas después de los ataques, pero luego regresó y se disparó.
“Esto es diferente y podría ser peor”, dijo Kerik. “Si este cierre continúa (…) conducirá a la gente a la pobreza. Muchos no califican para programas gubernamentales o desempleo. Estas personas tienen que alimentar a sus familias. Mientras tanto, los criminales están envalentonados”.
“Las personas enojadas son personas peligrosas. Recibimos muchas llamadas de personas ricas que quieren seguridad adicional”, dijo el investigador privado Bo Dietl. “Las personas sin dinero se resentirán con el 1% que se hizo la prueba (del COVID-19) o recibió atención médica”.
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