La conmovedora historia del anciano de 90 años que todos los días tiene que ver a su esposa desde la ventana de asilo por el coronavirus
"Mientras el cuerpo aguante, intentaré", es lo que ha dicho el anciano sobre sus visitas diarias, aunque sea desde la calle, a su esposa que está en el asilo, pues sabe que si las cosas fueran al revés, ella haría "eso y mucho más"
Aunque en algunos países poco a poco se van levantando ciertas restricciones impuestas desde hace un poco más de un año por el coronavirus, lo cierto es que se mantienen ciertas prohibiciones con la intención de proteger a la población más vulnerable.
En toda España, como sucede en otros países del mundo, las visitas a los asilos de ancianos continúan restringidas, lo cual ha orillado a un anciano de 90 años, habitante de Barcelona, a tener que conformarse con ver todos los días, desde una ventana, a su amada esposa, con la cual está casado desde hace 65 años y quien por padecer Alzheimer vive en una residencia de ancianos.
Todos los días, los empleados del asilo le colocan una silla en la banqueta a Xavier Antó, para que pueda ver a su esposa, Carmen Panzano, de 92 años, a quien le demuestra todo su amor hacia ella colocando su mano junto a la suya, a través de un cristal, así como mostrándole en su teléfono celular fotografías de sus hijos y nietos con la intención de que no los olvide dada su enfermedad.
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Alguien pasó hace unos días por afuera de la residencia de ancianos y le llamó la atención ver a Xavier afuera del lugar, mirando a su esposa desde la ventana, por lo que les tomó una foto que subió a redes sociales, provocando que su gran amor se volviera viral.
Según Associated Press, la pareja se conoció en 1953 y 2 años después contrajeron matrimonio. Desde ese entonces, con excepción de un pequeño periodo de tiempo en donde Antó tuvo que trabajar fuera de casa, siempre habían estado juntos.
“No nos hemos separado nunca. Llevamos separados prácticamente un año. En marzo pasado, una directora de la casa me dijo que cuando me marchara ya no iba a volver a entrar porque las autoridades locales “habían establecido unos protocolos muy severos y no podría entrar nadie”, explicó el anciano en entrevista a dicha agencia de noticias.
En las primeras semanas de la pandemia, el matrimonio únicamente se comunicó a través de videollamadas, las cuales realizaban cada 2 o 3 veces a la semana; luego, el asilo adaptó una pequeña habitación con una mampara para que pudieran estar más cerca; sin embargo, el hombre no se sentía cómodo, así que prefirió ir todos los días a visitar a su mujer y aunque sea verla desde la ventana.
“En la mampara no podía darle la mano, tampoco le puedo dar un beso, y pues aquí en la ventana vengo cuando yo puedo”, agregó Xavier.
Cuando él la visita, ambos ponen sus manos sobre el vidrio y se mandan besos. “Suelo venir siempre que puedo y mientras el cuerpo aguante, intentaré que siga así. Porque si fuera yo el enfermo, ella haría lo mismo o más”, sentenció Antó.
A pesar de que ambos ya fueron vacunados contra el coronavirus, el hogar de ancianos todavía sigue bajo estrictos controles después de que miles de personas de la tercera edad murieron en centros de atención para adultos mayores durante los primeros meses de la pandemia en todo el país.
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