Obesidad: los alimentos que más la detonan
Los casos de obesidad en Estados Unidos van en incremento, al grado de alcanzar cifras de epidemia. La calidad de la dieta y el estilo de vida, juegan un papel determinante. Conoce cuáles son los alimentos que se consideran detonantes activos debido a su contenido calórico, aporte en grasas, azúcares agregados y sal
Muchos factores influyen en el control del peso y por supuesto en el aumento gradual del mismo que conduce a una temida enfermedad crónica: la obesidad. A estas alturas todos sabemos que la obesidad ha alcanzado cifras de epidemia, lo más preocupante es que se trata de uno de los antecedentes más contundentes entorno a las principales enfermedades crónicas, como es el caso de: afecciones cardíacas, diabetes, hipertensión, depresión y muchas más. La realidad es que la alimentación juega un papel fundamental en la prevención y el control, por lo tanto es probable que ciertos alimentos contribuyan más directamente al aumento de peso que otros. Entre los más preocupantes se encuentran los productos procesados con alto contenido de calorías, grasas, azúcares agregadas y sal. Además, muchos de los alimentos que más promueven la obesidad encajan en la mayoría de los hábitos dietéticos que caracterizan a la sociedad moderna.
Con base en lo anterior, de acuerdo con expertos en nutrición y medicina estos son los alimentos con los que hay que tener especial cuidado. No solo se relacionan con el aumento de peso, su excesivo consumo deteriora la salud e incrementa el riesgo de otras enfermedades crónicas. Por lo tanto: es indispensable limitar su consumo, controlar las porciones y disfrutarlos en ocasiones especiales con moderación; sobre todo si estás tratando de perder peso.
1. Refrescos
Los refrescos no solo se caracterizan por tener un alto contenido de calorías y azúcar agregada, carecen de nutrientes importantes como vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes. Beber refrescos con demasiada frecuencia es una de las principales causas que contribuyen al aumento de peso y eventualmente a la obesidad. De hecho, las investigaciones muestran que las personas que beben refrescos azucarados con regularidad tienen muchas más probabilidades de aumentar de peso que las que no lo hacen. Un estudio encontró que las personas que suelen beber refrescos junto con su dieta cotidiana, consumen 572 calorías más por día. Con el tiempo, esto podría conducir fácilmente a un aumento de peso significativo. Además, no es ningún secreto decir que beber refrescos está vinculado con un mayor riesgo de padecer afecciones de salud crónicas y degenerativas.
2. Cafés endulzados
No es lo mismo beber café negro rico en antioxidantes, que apostar por las bebidas comerciales de café procesado. El café comercial suele ser endulzado con almíbar o azúcar, y de hecho el café y las bebidas a base de café como frappés, caffe latte o mocas congeladas pueden contener tanta azúcar como los refrescos. Al igual que los refrescos y otras bebidas endulzadas con azúcar, las bebidas de café con alto contenido de azúcar pueden contribuir al aumento de peso y son dañinas para la salud. A largo plazo suelen aumentar su riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2. Por lo tanto, para quienes están tratando de perder peso o simplemente mejorar sus hábitos cotidianos es mejor evitar las opciones llenas de azúcar de las cafeterías locales y tiendas de conveniencia. También es muy importante la forma en que sueles preparar el café en casa, apuesta agregar un toque de tu leche vegetal favorita y un poco de endulcorante natural como la miel o stevia.
3. Helados
La mayoría de los helados elaborados comercialmente tienen un alto contenido de azúcar y grasa. Además, debido a que el helado a menudo se come como postre, puede agregar muchas calorías adicionales en cualquier comida, incluso cuando ya estemos satisfechos después del plato principal. Si bien, es perfectamente saludable disfrutar de un rico postre ocasionalmente, es importante no consumirlo como parte de los hábitos cotidianos. También, por fortuna hoy en día existen muchas variantes de helados más saludables y ligeros, que se elaboran con agua o leches vegetales, frutos secos y fruta fresca, apuesta por las opciones que contengan menos de 15 gramos de azúcar por porción y siempre cuida las cantidades. Una gran idea es elaborar helado casero, mezclando fruta congelada y yogurt griego para obtener una alternativa más nutritiva.
4. Pizza
La pizza es uno de los alimentos que más consumen los estadounidenses: niños, adultos y adolescentes. Desafortunadamente, la mayoría de las pizzas tienen un alto contenido de grasas, carbohidratos refinados y calorías. Algunas variedades también se elaboran con grandes cantidades de queso y carnes procesadas que han sido curadas, ahumadas o saladas. Lo cierto es que una mayor ingesta de carnes procesadas se relaciona directamente con la obesidad, además de un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, no todo esta perdido: de acuerdo con los expertos, la pizza todavía puede encajar en una dieta completa, siempre y cuando se disfrute de ella ocasionalmente y con moderación. Además, es importante tener en cuenta que no todas las pizzas son iguales. De tal modo que es posible experimentar con versiones de pizzas caseras más saludables con muchas verduras y proteínas sin procesar como pechuga de pollo en rodajas, cantidades más pequeñas de queso y bases de pizza de grano entero o la famosa de coliflor.
5. Galletas y donas
Las galletas y las rosquillas a menudo contienen grandes cantidades de azúcar, harina refinada y grasa. También suelen tener un alto contenido de calorías. Si bien son de lo más disfrutables y reconfortantes, es importante tener en cuenta los siguientes datos: 1 galleta grande con chispas de chocolate puede contener más de 220 calorías, mientras que una dona glaseada contiene más de 300 calorías. De tal modo, que son gustos que podemos permitirnos de manera muy ocasional y no en exceso, es decir cuando surjan los antojos lo mejor será limitarse a una porción pequeña en lugar de un paquete completo de galletas o donas. Para los días cotidianos con antojos dulces apuesta por una porción de yogurt con frutos secos y bayas, galletas caseras de avena o algún pudín de chía.
6. Comida rápida
Claro, esto no es ninguna novedad: es bien sabido que la comida rápida es uno de los principales detonantes de la obesidad en el mundo. Teniendo en cuenta que día con día aumentan las alternativas de fast-food disponibles, vale la pena ser cautelosos con su consumo, ya que se trata de alimentos muy accesibles, convenientes y que nos ayudan a ahorrar tiempo. Sin embargo, la mayoría de los artículos de comida rápida están altamente procesados y cargados de calorías, grasa, sodio y azúcar agregada. Por esta razón, numerosos estudios han informado que comer comida rápida con más frecuencia podría estar relacionado con un mayor riesgo de obesidad, junto con otros problemas de salud como enfermedades cardíacas y diabetes tipo 2. Cuando hablamos de comida rápida nos referimos a: hamburguesas, tacos, burritos, pizza, pescado y papas fritas, palitos de mozzarella, postres, helados, rosquillas, arroz frito, nuggets de pollo y más. La mejor recomendación es dejar estas tentaciones para días especiales y apostar por cocinar la mayoría de los alimentos en casa. Procura nunca comer más de una vez por semana este tipo de alimentos.
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