COVID: Más de 5 millones de niños han perdido a uno de sus padres o abuelos por la pandemia

Prácticamente han muerto seis millones de personas en el mundo durante la pandemia de COVID, y este número casi iguala a los más de cinco millones de niños que han perdido a uno de sus padres o abuelos a causa de esta enfermedad desde marzo de 2020 hasta octubre de 2021. Sin embargo, los datos en tiempo real estiman que unos 6.7 millones de niños han quedado en orfandad simple o perdieron a algún familiar cuidador, número que supera al de víctimas mortales durante la pandemia.

Desde finales de abril de 2020 y hasta finales de octubre de 2021, el número de niños que sufrieron la pérdida de uno de sus padres -lo que se llama orfandad simple-, o de un familiar cuidador se incrementó en 90% según una investigación realizada por diversas universidades del mundo en 21 países. 

“Para el 31 de octubre de 2021, se habían producido cinco millones de muertes por COVID-19 y aproximadamente 5.2 millones de niños habían perdido a un padre o cuidador debido a la muerte asociada con COVID-19. Este hallazgo significa que, a nivel mundial, por cada muerte reportada por COVID-19, al menos un niño experimentó la orfandad o la muerte del cuidador”, escribieron los investigadores en el estudio publicado en The Lancet Child & Adolescent Health. Según sus datos, en regiones como el sudeste asiático, África y el Mediterráneo oriental, el número de niños afectados por la orfandad excedieron el número de muertes por COVID.

Los investigadores señalan que estas condiciones son una “pandemia oculta desgarradora”, pues a nivel mundial y hasta el 31 de octubre de 2021, casi 500,000 niños menores de 5 años quedaron huérfanos, seguidos de más de 735,000 niños de 5 a 9 años y más de 2.1 millones de niños de 10 a 17 años. 

De ellos, cerca de 800,000 niños perdieron a sus madres y casi 2.6 millones a sus padres. La mayor proporción de orfandad entre los niños de 0 a 4 años y de 5 a 9 años se encuentran en África y América, mientras que la mayor proporción entre los de 10 a 17 años se encuentra en Europa y el Mediterráneo Oriental.

“Nuestros hallazgos sugieren una necesidad urgente de respuestas pandémicas para priorizar a los niños afectados por la muerte de padres y cuidadores”, afirman los investigadores y señalan que los niños de todas las edades experimentan duelo, cuidados inadecuados, cambios en el estado de ánimo del padre o cuidador sobreviviente, inseguridad alimentaria, vivienda marginal y desintegración familiar, pero sus necesidades varían según su edad.

Por ejemplo, los niños más pequeños en duelo necesitan cuidados inmediatos a tiempo completo y apoyo continuo para el desarrollo de la primera infancia, y la calidad de la atención afecta su desarrollo, su salud y su salud mental posteriores. Los adolescentes enfrentan riesgos que varían según su contexto, como violencia sexual, explotación, infección por VIH, suicidio, trabajo infantil, embarazo adolescente, separación de la familia, pobreza del hogar y abandono de la escuela para cuidar a los hermanos menores.

“Las respuestas efectivas al COVID-19 deben combinar el acceso equitativo a la vacuna con programas basados ​​en evidencia para niños en duelo, adaptados a la carga, la geografía, el sexo, la edad y las circunstancias de pérdida”, concluyen el estudio.

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