Por qué el alcohol se convirtió en “la gran adicción” de la pandemia de Covid-19
La pandemia trajo consigo un preocupante incremento en el consumo de bebidas alcohólicas, que hoy en día se relacionan con diversas enfermedades y afecciones de salud mental. Los altos niveles de estrés, el cambio en la rutina y las preocupaciones económicas, son solo algunas causas
No es ninguna novedad decir que pasar por situaciones de estrés, soledad, ansiedad y dolor, pueden ser factores que detonan el consumo de alcohol. Dada la angustia global colectiva causada por la pandemia de COVID-19, no es de extrañar que se ha presentado un aumento en las ventas y el consumo de alcohol ¿Lo más preocupante? Durante todo el 2020, se cuenta con datos que avalan que también se presentó un aumento en el consumo de otras drogas que se relacionan con muertes por sobredosis de opioides, metanfetamina y cocaína. Si bien es cierto que estas muertes son una tragedia nacional, también lo son las casi 100,000 muertes causadas por el consumo de alcohol cada año.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el alcohol es la principal causa de muerte prevenible en Estados Unidos: mata cuatro veces más personas que todas las demás drogas combinadas. Entre los factores que resultan más preocupantes del consumo excesivo de alcohol sin lugar a dudas se encuentra la normalización en su ingesta, es un hábito socialmente aceptado y que se vincula con la relajación, la celebración y peor aún: el manejo del estrés. Esta percepción es completamente diferente que lo que sucede con las llamadas “drogas duras”, cuando la realidad es el alcohol es una de las peores drogas que existen.
Hoy sabemos que desde inicios de la pandemia se agravó este fenómeno. Al grado que inclusive se flexibilizaron las regulaciones para permitir que los bares y restaurantes vendan alcohol afuera de las instalaciones. Además durante el año pasado cuando los establecimientos permanecían cerrados se siguieron encontrando formas de promover el consumo de alcohol: se implementaron todo tipo de happy hours en zoom, servicios de coctelería a domicilio y todo tipo de “juegos de beber” llegaron para reemplazar otras formas de socialización. A todo esto debemos sumar que las redes sociales también normalizan y promueven el consumo de alcohol, con todo tipo de memes.
Lo cierto es que la pandemia se ha ido extendiendo cada vez más y con ello las personas han tenido que luchar con contra el aislamiento social, la incertidumbre económica y la alteración de las rutinas. Todos estos factores han incrementado el consumo de bebidas alcohólicas en casa. Además para muchas personas que se encuentran en recuperación o que intentan dejar de beber, ha sido particularmente difícil adaptarse a un formato virtual de grupos de apoyo y programas de tratamiento como Alcohólicos Anónimos. Por desgracia algunos se han rendido y han recaído en el consumo de alcohol y otras drogas.
Existe abundante evidencia, estudios y trabajos de investigación que confirman el aumento en el consumo de alcohol desde el inicio de la pandemia ¿Un dato interesante? Se ha visto mucho más marcado en las mujeres. Según una encuesta nacional realizada por la Asociación Estadounidense de Psicología encontró que 1 de cada 4 adultos informó haber bebido más el año pasado para ayudar a aliviar el estrés. Además otro estudio encabezado por la Corporación RAND encontró un aumento del 41% en la cantidad de días en los que las mujeres bebían mucho, esto se define como el hábito de tomar cuatro o más tragos en un par de horas.
Lo cierto es que no podemos pasar por alto que el alcohol es una toxina. Por lo tanto su consumo excesivo tiene un impacto significativo y adverso en la salud, aumenta el riesgo de una serie de problemas graves: enfermedad hepática, deterioro cognitivo, daño en el sistema nervioso central, deficiencias nutricionales, trastornos del movimiento, cáncer, accidente cerebrovascular, hipertensión, depresión, ansiedad y todo tipo de accidentes. Además debido a que las mujeres absorben y metabolizan el alcohol de manera diferente a los hombres, son más susceptibles a presentar daños en los órganos y otras consecuencias negativas del alcohol.
Actualmente diversas organizaciones e institutos de salud a nivel mundial, advierten sobre este creciente problema que es causa directa de numerosas enfermedades crónicas. Por lo tanto la recomendación principal es prestar especial atención ante las señales de alerta que anuncian un consumo excesivo de alcohol tanto de manera individual como en algún ser querido:
– Sentir una fuerte necesidad de beber. También puede presentarse como beber habitualmente más de lo que había planeado, de maneras repetitivas.
– Incapacidad para recordar conversaciones o acciones después de beber, comúnmente llamados apagones.
– Problemas de pareja o familiares.
– Dificultad para desempeñar su trabajo y labores.
Si bien la supervisión médica y el apoyo terapéutico son indispensables, existen algunos factores que pueden ser de gran utilidad en un cambio de hábitos relacionados con la bebida. Entre los que se destacan: ser más conscientes de los patrones de consumo de alcohol y sus factores de riesgo, considerar aspectos como la salud física y mental y el historial familiar con el alcohol. Para aquellos casos en los que el consumo de alcohol únicamente ha incrementado, una buena recomendación es al inicio de la semana establecer un límite de consumo y comprometerse con ello. Buscar actividades alternativas es una gran idea, sobre todo en los momentos que solemos beber o en aquellos días que solemos tener mayor tentación. También existen buenas alternativas para reducir el ritmo de consumo, siempre acompaña las bebidas alcohólicas permitidas con un vaso grande de agua natural o con gas y separa su consumo con horas de diferencia.
Finalmente el excesivo consumo de alcohol no es ningún juego, es importante respetar las pautas actuales establecidas por el Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo. En las cuales se define el consumo excesivo de alcohol con los siguientes parámetros: Para los hombres, más de cuatro bebidas en cualquier día o más de 14 bebidas por semana (una bebida estándar son 5 onzas de vino; 1.5 onzas de licores; 12 onzas de cerveza). Para las mujeres, más de tres tragos en cualquier día o más de siete tragos por semana.
Es importante mencionar que diversos especialistas en adicciones se han declarado oficialmente preocupados por el creciente consumo de alcohol y drogas relacionado con la pandemia, lo cierto es que si estas adicciones continúan incrementando, se verán reflejadas en un aumento proporcional de enfermedades y muertes. Por lo tanto es momento de abordar el alcoholismo y la adicción a las drogas, como un grave problema de salud pública y reinventar el sistema de atención médica. Los especialistas coinciden en que es necesario un enfoque integral y menos aislado, que integre el tratamiento de la salud conductual y el trastorno por uso de sustancias. Finalmente es momento de entender que se trata de enfermedades con causas biológicas, psicológicas y sociales complejas.
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